-Hola querida-.
Un escalofrío me recorre desde la parte baja de mi espalda hasta la nuca al oírle hablar. Su voz cambia cada vez más, ya no es aquella dulce que escuché por primera vez en el pasillo del instituto el último año, ahora es una áspera y ronca debido al tabaco y el alcohol.
-En pie-me ordena-.
Tardo un poco en procesar la información, y solo reacciono cuando veo que se acerca a mi. Me pongo lentamente en pie sin apartar la mirada de esos ojos verdes rodeados por unas ojeras que demuestran las faltas de sueño. Me da pena en el fondo, se ha echado a perder. Él no era así...no cuando le conocí, la pregunta es ¿le conocí a él en verdad, o solo era pura actuación?
Me mira detenidamente, no como lo hacía antes, con ternura y amor, si no con desprecio, y puede que con algo de asco. Eso hace que me encoja notablemente. Mira la comida de la bandeja en la mesa y después vuelve de nuevo su vista hacia mi.
-Come, te estás quedando en los huesos, y así nadie te querrá. No te aceptarán y lo pagaremos nosotros, principalmente yo. Vamos, eras hermosa, me fijé en ti, algo tenías que tener ¿no? - dice, pero suena más como una orden de nuevo, y en su voz noto reproche.
-E-eso no es comida...- digo en apenas un susurro audible-.
Que humillante, jamás hablaría así, dudosa y con voz temblorosa, por lo menos antes no hablaba así.
Se acerca a mí despacio como quien se acerca a un animal al que no quiere asustar,y me coge un mechón de mi enmarañado pelo enroscándoselo en un dedo. Lo mira con detenimiento y después me mira directamente a los ojos. Le devuelvo la mirada esperando encontrar algo de humanidad o arrepentimiento en ellos, pero no hay nada, solo están vacíos, como él.
-Me da igual lo que sea eso, te lo comerás, a ver cuando te entra en esa cabeza tan testaruda que tienes que estás aquí para aprender, y hasta que no lo hagas, jamás saldrás de estas cuatro paredes- me suelta el mechón de pelo y me rodea con su mano el brazo- ¿Ves?- levanta el brazo para que pose mi mirada en este- eres un saco de huesos ahora mismo, casi mi dedo índice se toca con el pulgar alrededor de tu brazo. Si eres así, perderás todo tu valor, no hagas que ocurra eso, por tu bien, y el de todos- tira de mi hasta dejarme enfrente de la bandeja y me hace sentarme en la cama- no te levantarás hasta que no te lo comas todo-.
-¿Aprender? ¿Por qué? ¿Para...- me veo interrumpida al sentir un fuerte escozor en mi mejilla derecha. Me llevo la mano y reprimo las lágrimas que se acumulan en mis ojos-.
-¡No hagas preguntas! ¿¡Aún no te has enterado?! Tú...querida- me levanta la barbilla con un dedo para que le vuelva a mirar a los ojos, y al ver que intento apartarme me agarra más fuerte provocándome una pequeña mueca de dolor-solo podrás hablar cuando te demos permiso para ello, y como de momento estarás bajo mi supervisión...hasta que yo no te diga que hables, no lo hagas, o esa lengua que tantas cosas puede hacer desaparecerá de tu linda boquita, ¿entiendes?-.
Me quedo en estado de shock, por lo que me es imposible contestar. Se pone de cuclillas en frente mía y me sonríe, pero no es una sonrisa agradable, es condescendiente, superior.
-Ahora sí debes contestar-.
Asiento incapaz de articular palabra.
-Bien, así me gusta conejito-me da unas palmaditas en la cabeza antes de dirigirse de nuevo a la puerta-.
La abre, y justo antes de salir, se gira hacia mí, me mira, señala con la cabeza el plato, y negando levemente con la cabeza sale del cuarto. Me quedo observando durante unos minutos mi plato, y recordando lo que me ha dicho, hago de tripas corazón, cojo el tenedor de plástico que tengo por cubierto y empiezo a comer. Sí, sabe igual de asqueroso de lo que parece a simple vista, si no peor. Pero no me quiero arriesgar, aún me duele la bofetada que me ha soltado. No ha sido la primera, y estoy muy segura que tampoco será la última, pero nunca me termino de acostumbrar.
Termino y dejo la bandeja en la mesa mientras me tumbo en la cama con ganas de vomitar y mareada. Me entran escalofríos y me arropo con unos trapos viejos que me han dado por si tenía frío por las noches. Que amables. No era comestible, estoy segura, y la verdad, creo que no quiero saber que tendría eso, ya de por si me encuentro suficientemente mal.
Poco a poco se me van cerrando los ojos y me voy quedando dormida, cuando noto que se abre de golpe de nuevo la puerta, pero me temo que estoy demasiado adormilada como para levantarme, ¿o me han vuelto a drogar y por eso mis músculos no me hacen caso? Sí, creo que va a ser eso. Suspiro agotada, pero no opongo resistencia cuando noto que me cogen en brazos y me apoyan la cabeza contra un duro pecho. Total, lo intente o no, no me voy a poder mover así que.
Lo último que recuerdo antes de cerrar definitivamente los ojos es el sonido de una puerta al abrirse. Espero no volverme a despertar jamás.
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Please, Help
Random¿Y si te dijese que vivo una vida que no es mía? Viviendo un mentira tras otra, creyéndolas siempre, criándome con ellas, como amigas que siempre te acompañan. ¿Y si resulta que he creído que era alguien que no era? Quizás si sea esa persona, pero m...