Mi muerte

30 6 2
                                    

Lo único que me importaba en ese día era el postre, y pastel de mi cumpleaños, ese mismo día, pastel de chocolate, después de una tortura de cebolla. Tristemente lo que pasó después quitó mi postre de el menú y de mi vida.

Como el caldo de cebolla era caldo por obvias razones solo lo tragaba, pero no medí un pedazo gigante que se le había pasado a la mamá de mi amiga, y sin masticarlo lo tragué. Estaba un poco remojado en caldo pero no del todo, y de alguna manera u otra se atoró en mi garganta impidiéndome respirar. Mientras mis amigos me gritaban y no hacían nada para dejarme respirar, yo me aturdía con sus gritos y pensaba en que no iva a comer ese delicioso pastel porque me empezaba a desmayar. Al fin ya casi e en el suelo reaccionaron y llamaron al hospital para que mandaran una ambulancia. Mis amigos no sabían cómo hacer la maniobra de Hemlich, tal vez si la hubieran hecho no hubiera muerto. Ya en el hospital y después de una hora de tratarme de revivir, a las 13:37 del día 29 de febrero me dieron por muerta. En mi cumpleaños número 23 y si nací en año bisiesto, en el mismísimo día bisiesto. Estaba comiendo lo que menos me gustaba en el mundo "cebolla", en mi verdadero cumpleaños. Un trozo de cebolla me mato. Inútil pero cierto.

Mi funeral fue en un lugar que jamás había visto en mi vida, mi ataúd era de color negro  con decoraciones doradas.
Yo (mi espíritu) estaba rondando por las pocas personas que asistieron, la verdad no fui muy social. Después de que el sacerdote paró de hablar le pasó la palabra a mi buen amigo

Después de...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora