Multitud de sensaciones nuevas me invaden y mi respiración se corta con el solo hecho de sentir mi pulso, me siento lleno de pasión, de locura, de ambición y de poder, mi nuevo cuerpo de luz se queda estático mientras la gente se balancea alrededor, los conozco y como si nunca los hubiera visto, parecen tan improvisados y me resultan aburridos, necesito una energía nueva, mi paladar ruega por el sabor del vigor juvenil.
Sonrió en automático, comparto copas y frases aristócratas pero mis sentidos ya se sienten atraídos por alguien detrás de mi interlocutora, un gallardo joven delgado, de ojos oscuros y cabello negro, sus largas pestañas me indican el camino y casi sin decir palabra abandono la banal conversación para presentarme ante aquel faro de luz.
-Buenas noches, yo soy...-
-Allan Simoiliere, Victoria me ha hablado sobre ti pero nunca habíamos tenido oportunidad de conocernos-
-Eso si que es una lastima, pero ahora podemos recuperar el tiempo, disculpa ¿Cual dijiste que era tu nombre?-
-No lo dije, Samuel Lore-
-¿Alguna relación con el Senador Lore?-
-Si, es mi padre- su voz me intoxicaba envolviéndome en su música y me atraía su sangre azul, quería devorarlo por completo, arrasar con la mirada esperanzada de su rostro, hacerlo arrepentirse de querer conocerme con tanto anhelo.
Para liberar las pasiones que consumían mi sangre a cada minuto a su lado, invité a Samuel a fumar en una de las terrazas, un simple pretexto que él supo interpretar y sin llevar ninguno de los dos un cigarrillo encima nos dirigimos a tomar aire fresco, que para mí lo era aún más.
Conversamos con frases que adornaban y liberaban los nervios que exudaba, acercándome cada vez más a mi presa, sintiendo su latir, percibiendo su olor dulzón, sintiendo su tersa piel, tomé su mano casi por accidente, y no pude desengancharme de ella, la tome como entrada a su santuario de carne, la mano libre fue a parar a su nuca y acerque sus labios a los míos probando manjar como ninguno hasta ahora, un sabor mas dulce que la miel, mas terso que la seda, su ser se fundía en mi boca como chocolate al calor de mi saliva.
Sus manos se fijaron en mi torso, el deseo comenzaba a ebullir en sus venas, separe su boca de la mía y la encamine hacia su cuello que devoraba como poseso, un lado animal comenzaba a salir de mi, lo sujeté fuertemente del antebrazo y lo lleve a mi recamara, cerré la puerta muy bien y removí nuestras chaquetas, retome los besos que deje en su cuello y barbilla, su sangre hervía de nuevo al calor de mis caricias, como si dos brazos extras hubieran brotado para ayudarme en mi faena de predador.
Él hizo lo propio, deshaciéndose de mi ropa y yo de la suya nos hundimos más en nuestra pasión, y cuando estaba a punto de caer en el desmayo sentí la necesidad de levantarme, abrí los ojos y me puse en control de la situación, me separe de él por un instante en el que fije mi mirada en la suya, cayo en mi voluntad, arranque sus interiores sin ninguna protesta y subí la velocidad y la fuerza de mis caricias, ahora no estaba haciéndole gozar, estaba gozando yo.
Se mantenía en un estado de semi petrificación, solo emitía gemidos y medias palabras, sus manos trataban de protegerlo de mi trato fuerte sin éxito, me enloquecía su tacto, su calor, su olor, pero su resistencia me deleitaba me volvía loco, sentir su esencia quebrarse entre mis manos, sentir su ser atascado entre mis besos, me dio una sensación de poder como nunca la hubiera ambicionado.
Decidí consumirlo por completo, cada centímetro de si, comencé por los pies, su olor despertaba mis instintos, consumía con mi lengua el sabor agridulce de sus plantas y exploraba sus dedos con ferviente apetito, recorrí sus piernas con mis manos y las seguí con mi boca, mordiéndolas, saboreando cada vello, cada poro.
Evadí las zonas obvias y me dirigí a succionar su cadera, se erotizó de sobremanera, sus gemidos se convertían rápidamente en gritos, mis manos se abrían paso solas por los rincones mas oscuros de su cuerpo y aunque firmes conservan el toque suave del misterio. Separo sus piernas delicadamente y sumerjo mi rostro en su océano de intimidad, saboreando su adictivo olor orgánico, me emborracho en el calor que despide sus masculinidad, mis sentidos se extasían mientras absorbo su fuerza, recorro con mi nariz y mi lengua cada milímetro de su virilidad y sigo explorando aquello más profundo, siento su intimidad abrirle paso a mi húmeda presencia, son deliciosos los diferentes sabores que me saturan.
Su rostro me indica que esta perdiendo la cabeza ante mi, muevo mi atención a su dorso subiendo con mi lengua hasta sus tetillas que casi arranco a mordidas, sus axilas capturan mi atención por su olor dulzón y amargo, masculino sin duda, mis manos sostienen las suyas para impedirle retirar mi boca de sus pliegues, consumo cada sabor, cada olor, cada gota de su anatomía, lo siento rendido a mi, su fuerza física se encuentra en mi ahora y la espiritual es mi nueva meta.
Me preparo y lo embisto si compasión, lo poseo con mi virilidad, con mis manos, con mi boca y de mi frente una flecha de energía atraviesa sus ojos hasta su corazón, empiezo a destrozar su cavidad y su espíritu se derrumba ante mi posición, absorbo como loco, en automático, mi cuerpo entero cosquillea mientras llego a mi clímax y el de él nos acompaña, parece durar años y tras él su complexión se desmorona, me detengo cuando con sorpresa aparecen grandes ojeras negras en sus ojos y sus mejillas se hunden, entonces me recuesto junto a él aún extasiado con mi logro instintivo
Con lo poco de vida que hay en su cuerpo se abraza a mi pecho y dormita por largos minutos en los que se recupera lentamente mientras una sonrisa de satisfacción se tatúa en mi rostro, me gusta el juego y quiero seguirlo jugando, en este o cualquier otro tablero, se que siempre ganaré y mi sed se vuelve difícil de saciar, he vuelto a nacer, de entre sangre y seducción me levantaré,
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Cazador
VampireUna nueva familia asciende, ¿Es el nacimiento de una nueva era oscura? Ferdinand se asegurará de proteger a sus creaciones de lo único que los puede destruir. La ira de otros vampiros.