(Caso uno y dos: Takao Kazunari y Kasamatsu Yukio)
El reloj marcaba la una y veinte de la mañana cuando el llanto de un bebe comenzó a escucharse.
En una preciosa cuna de color blanco con algunos detalles en amarillo descansaba un bebe recién nacido, su rostro estaba rojo de la fuerza que hacia al llorar. El pequeño bebe de cinco semanas vestía un vestidito color miel, mantenía sus ojos cerrados y apenas se lo notaba una pelusita rubia en la cabeza de tan clara que era.
Un joven de 21 años se acercó a la bebe tomándola en sus brazos y hamacándola suavemente, el infante tardo en cesar el llanto, pero, aun después de parar, continuaba gimoteando, por lo que, la persona que la cargaba, comenzó a cantar una canción de cuna mientras salía de la habitación.
Recorrió un pequeño pasillo hasta llegar a una cocina, con cuidado puso su mano en el rostro del bebe para luego prender las luces. El repentino cambio de luz hizo que cerrara automáticamente sus ojos azules, y en cuanto podía los abría de a poco intentando adaptarse a la repentina luz.
-¿Tienes hambre Akane?- le pregunto en un susurro mientras se encaminaba a la heladera
Mientras con una mano sostenía cuidadosamente al pequeño ser, con la otra sacaba un poco de leche en polvo previamente preparada y puesta en un pequeño biberón. El joven sabía muy bien que no podía dejar al bebe en su cuna o algún otro lugar porque, en cuanto se sintiera apartada de su calor, empezaría a llorar de nuevo, por eso tuvo que poner agua en una olla y luego colocarla en el fuego, y así inmediatamente meter el biberón para que calentara con una sola mano mientras con la otra sostenía a la pequeña contra su cuerpo.
Con cuidado volvió a tomar a la bebe con ambos brazos, la acerco suavemente a su rostro y le beso la frente.
-Lloras demasiado- le rezongo con una voz de molestia fingida mientras se permitía sonreírle, sus ojos azules enseguida viajaron a la pequeña pelusa que tenía por pelo él bebe –Me hubiese gustado que tuvieras el cabello igual que yo- menciono algo nostálgico, y es que su cabello era azabache y el del bebe se notaba que sería un rubio claro, rozando con el dorado
-¿Senpai?- una voz a su espalda hizo que diera un suave respingón
-Joder Takao, no me asustes así- le dijo antes de darse la vuelta encontrarse con otro azabache de ojos azul metálico, y con una pansa apenas resaltada -¿Akane te despertó?-
-No... es solo que de repente me dieron unas inmensas ganas de comer algo dulce... como una tostada con miel, manteca y azucar- le explico antes de acercarse a la heladera -¿Tenemos todo eso?- cuestiono mientras miraba el contenido del aparato
-Tus antojos son extraños...- comento en voz baja a la vez que sacaba el biberón del agua, ya estaba listo para que la pequeña la bebiera -Tenemos todo, el pan está en aquel estante al fondo- señalo mientras se sentaba en una silla que estaba en la cocina, ya listo comenzó a alimentar a su pequeña
-Me salvaste de nuevo, últimamente eh tenido muchas ganas de comer cosas dulces y de tomar agua congelada, esto de los antojos es algo nuevo para mí, me alegro de estar viviendo con alguien más experimentado- canturreo feliz mientras se preparaba su dichoso pan
-No es como si yo hubiera tenido 20 hijos ¿sabes?... simplemente puse cosas amargas, acidas, dulces y picantes porque cuando yo tenía tu estado siempre quería cosas distintas, no quería que Akane saliera con alguna mancha en el cuerpo por culpa de un antojo- explico el joven con la pequeña en brazos
-¿Cumpliste todos tus antojos senpai?, eso es increíble- admitió impresionado antes de darle un bocado a su tostada echa con mucha miel, manteca y azúcar
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Los herederos milagrosos
FanfictionEsta historia comienza con 3 casos distintos sobre unos jóvenes donceles que deciden criar a sus hijos a espaldas de sus ex parejas y padres biológicos de los niños. Cada uno pasando por dificultades distintas, donde les hace darse cuenta lo difícil...