En la parada de autobús, esperando a que llegue, rara vez ha tenido que esperar a que venga, pero esta vez será una de ellas. Lo más probable es que alguien en una de las paradas anteriores.
Arlet, para no cansarse en la espera del autobús, se sienta en la parada y rebusca en su mochila el libro que está leyendo.
No lo encuentra y se da cuenta que lo ha dejado en la mesilla de al lado de su cama tras haberlo dejado allí después de leer esa misma noche.
Tiene dos opciones: 1) ir a su casa corriendo como nunca ha hecho en su vida, o 2) no leer y con eso no olvidar a la gente del instituto.
Arlet no se puede permitir la segunda opción, pero tampoco se puede permitir llegar tarde a clase, ya que vive a 20 minutos del instituto en coche.
Empieza su carrera. Esquiva las raíces de los árboles que sobresalen por la acera y a un perro que estaba pasando tranquilamente hasta que pasa Arlet y le empieza a ladrar.
Llega a la puerta de su casa, mete la llave en el cerrojo de forma torpe, sube al piso de arriba donde está su habitación, coge el libro y baja con la misma rapidez con la que ha subido las escaleras, se dirige a la puerta y la cierra con un portazo. Sigue el camino de nuevo a la parada de autobús que ya había recorrido antes, pero esta vez con el libro en la mano.
El autobús ya estaba allí, la última persona ya estaba con medio cuerpo dentro, lo que significaba que el autobús va a cerrar las puertas en cuanto esa chica esté ya dentro del autobús.
A Arlet, aunque le quede poco para llegar, el conductor no cederá a pararse más tiempo, ya que ya ha llegado bastante tarde y no puede permitirse retrasarse más. El cansancio de Arlet hace que vaya más lento, pero tal vez el no poder subir al autobús, hace que corra más.
Faltan dos pasos para que esté en la puerta del autobús, cuando el conductor empieza a cerrar las puertas, pero el viejo amarillo (como conocen los alumnos al autobús) al ser tan viejo, las puertas se cierran muy lentamente, incluso muchas veces se quedan pilladas.
Arlet, de forma ágil se mete en el autobús entre las puertas del autobús que se han cerrado justo cuando ella ha entrado. El conductor, sorprendido, le hace un gesto con la cabeza para que se siente en uno de los asientos mugrientos y destrozados del "viejo amarillo".
Como era costumbre en ella, saca los auriculares, su móvil, y enciende la música y abre el dichoso libro que casi le hace perder el autobús por la página por la que se quedó la noche anterior.
Quedan 20 minutos para ir al instituto, por lo que más vale que se acomode.
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I'm not okay.
Teen FictionUna chica rara. Un colegio lleno de zorras. Una fiesta. Una broma. Una caída.