Capitulo IV pt. 2/2

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Cuando decidieron volver a sus hogares, la chica se encontró con una madre tirada en el suelo en busca de aire y algo que pudiera ayudarla a levantarse. Ella corrió lo más rápido posible, la tomó por ambos brazos sentándola en el asiento más cercano.

— ¿Qué sucede, mamá? —murmuró entre sollozos.

—Llama a l-la am-ambulan-cia —apenas artículo la mujer estirando el brazo en dirección al teléfono de pared.

Su hija marcó tiritona al número de emergencia de ls clínica reportando la urgencia, y como no vivían tan lejos de donde se atendían; en quince minutos ya entraban por la puerta principal los paramédicos junto a una camilla y la cámara de oxígeno. Scarlett no podía parar de llorar, se sentía terrible al estar ausente en aquel momento.

Pensó en aquello que su madre quería hablar con ella y lo poco que le importó.

Ahora se daba cuenta de que el tiempo que su madre pasaba en casa era el doble, quizá el triple de antes. La mujer que la dio a luz estaba enferma, y al parecer es grave.

Llamó a su padre informándole lo ocurrido hace un par de minutos y este en un instante respondió que venía en camino. SS pudo escuchar el rugir del motor mientras este intentaba tranquilizarla por el móvil.

La chica subió a la ambulancia y veía a su madre; estaba pálida y con pequeñas gotas de sudor a los costados de la cara. La mujer estaba inconsciente y la hija tiene miedo de que nunca vuelva a despertar.

Llegando a la clínica, la internan en urgencias. Acarrear es obligada a quedarse en la sala de espera.

De lo nerviosa que está, comienza a chequear el móvil.

Sus manos sudan de nervios y desesperación, más aún cuando ve al medico entrar a la sala donde dejaron a la mujer.

Ve la pantalla que se ilumina avisando que un mensaje le ha llegado de parte del chico por el cual dejó a su madre a media palabra.

"La pasé muy bien hoy, deberíamos salir nuevamente", leyó.

Rápidamente escribió sin pensar "creo que nuestra amistad debería quedar hasta aquí; ha pasado algo grande y creo que es mi culpa".

El sonido de llamada capta la atención de las personas que se encuentran en la sala de espera. Contesta sin ver el identificador.

— ¿Qué pasó? ¿Por qué ese cambio de opinión tan repentino? ¿Dónde estás? —La voz de Justin suena agitada con tono de preocupación.

—Justin —no le dio importancia que su modulación fuera la mejor—, necesito un abrazo —respiró hondo—. Dejé a mi madre sola en casa y ella quería hablar conmigo antes de que saliera a juntarme contigo —pausó, su dificultad para hablar aumentaba—, al volver ella estaba en el suelo arrodillada. Me asusté muchísimo.

— ¿Dónde estás, pequeña? Déjame acompañarte, no elijas las cosas de forma apresurada.

—En el hospital que está a tres cuadras del parque —murmuró—. No cortes, por favor. Mi padre aún está en camino y yo necesito algo de apoyo.

—Está bien —susurra—. Ya estoy en camino, puedes desahogarte todo lo que quieras.

—Estoy mal, estaría bien si yo me hubiese detenido unos minutos antes a escucharla, más encima le maldecí cuando el autobús se iba —se refirió al reciente acontecer. El ojimiel pudo imaginarse la cara tierna de SS con la nariz roja, las pestañas caídas por el peso de las lágrimas que emanaban de sus ojos que posiblemente estaban hinchados—. Es mi culpa, Justin.

Kiss Land ➳ j.b. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora