Se repite lo de ayer.

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Luego de las 6 palabras ninguno de los dos volvió a hablarme. Fue todo como antes, como si no me conocieran. Pasaban, nos mirábamos y nada ocurría.
Me sentía apagada, sin razón ni sentido de la vida, era como estar en una fiesta de disfraces sin un disfraz. Estaba rara:
-¿Vos no comes más? Cuando una persona está enamorada suele no comer mucho.-decía mi mamá.
Yo la miraba desentendida, sabía que podía llegar a estar enamorada, tenía razones, sensaciones y personas. Pero sé de amor como de matemáticas, asi que preferí no decirle nada y solo levantar mi plato y llevarlo a la pileta.

Me acosté para dormir y cuando metí el brazo bajo la almohada sentí un cartón, como si fuera un cuaderno, y lo era. Era mi diario íntimo, un cuaderno en el que relato mi vida entera, y que si alguien lee me conoce más que a mí misma. Lo leí y sentí lo mismo que cuando escribía eso. Me acordaba perfectamente cada momento.
Me daban muchas ganas de escribir lo que sentía en ese momento, así que lo hice. Tomé una birome azul y comencé a escribir mi estúpida experiencia en el amor.
No lo nombré a él, no quería recordarlo.
De repente se me vino a la mente lo que mamá me había dicho, y sí, logré entenderlo. Una persona se supone que no come para verse más flaca, es decir, mejor superficialmente. Por ende comprendí que hoy en día las personas no se enamoran por cómo es alguien, se fijan en su apariencia, no en lo que hay en su interior que es lo que realmente importa.

El amor nunca dichoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora