VI - DECISIONES INESPERADAS

4 0 0
                                    

              Nos quedamos mirando un largo momento y Pedro sonrió esperando que dijéramos algo. Sin embargo yo aun no entendía bien el concepto y le pedí que me explicara en que consistía todo eso.

- solamente te tienes que inscribir, te dan tu propio espacio en la arena, ropa y una pala como esta – dijo mostrándonos una pala con el mango de madera y la punta de hierro algo oxidado. Parecía algo antigua.

- ¿Y que sacas de todo esto, cual se supone que es el objetivo? – pregunte observando alrededor a toda esa gente que cavaba sin detenerse. Algunos tenían agujeros más hondos que otros.

- Cavamos nuestra propia tumba. Es el lugar en donde enterraran nuestros cuerpos – dijo Pedro y su felicidad y entusiasmo que causo repulsión y rechazo.

- sigo sin entender por que lo haces – le dije.

- bueno, es que no es cualquier arena... es una arena mágica. Solo puedes cavar unos pocos milímetros por día. Se demora mas de seis horas hacer un solo milímetro. Bueno y los hombres del escritorio te van notando cuanto cavas al día y vas ganando puntos.

- ¿Puntos para que? – le pregunte.

- Puntos para canjear cosas – dijo con los ojos llenos de deseo – lapidas, una pala mucho mas moderna, un ventilador portátil. Un ataúd y muchas cosas más – dijo sonriendo y comenzó a cavar más rápido como obsesionado con el asunto.

Bueno si no les quedo muy claro el asunto era el siguiente. Te inscribías en los libros con aquellos hombres que estaban detrás del mostrador. Ellos te asignaban un número y una letra. Ahí seria donde pertenecías, ya que el arenero estaba dividido en cientos de bloques. Al registrarte te entregan ropa; zapatos, pantalones de tela café y una camisa grisácea o amarillenta. Además de una pala, y lo principal, un espacio en la arena.

En tu espacio debes cavar tu propia tumba. El lugar en donde te sepultaran cuando seas viejo. La cosa mas extraña y misteriosa del asunto es que la arena era mágica; esto quiere decir que no se podía sacar tanta arena de una palada. Solamente puedes sacar un milímetro a lo largo y ancho de tu espacio cada seis horas de trabajo. Por cada milímetro de arena sacado los tipos del mostrador te asignaban puntaje. Ósea que un milímetro de arena equivalía a 100 puntos. Estos puntos se canjeaban por productos y vienes que solo servían para facilitar tu trabajo en tu tumba del arenero. Por ejemplo con 1000 puntos podías comprar una gorra de paja, o una toalla para secarse el sudor o un ventilador pequeño para el viento, o con 10.000 puntos podías canjear una pala moderna o un frigobar con jugos que también tenias que canjear.

Lo primordial venia después. La arena mágica sacada de casa foso se llevaba hasta unos carros y unos hombres altos y fuertes los llevaban hasta una central que quedaba en alguna parte de atrás.

- ¿te quieres inscribir? – me pregunto David de pronto.

- Creo que veré que pasa – dije curioso – quiero ver todo lo de esta casa, saberlo todo y conocerlo todo – dije.

- Bueno me parece genial – dijo mi hermano sonriendo.

Sin más que decir y pensar, nos fuimos de regreso hasta el escritorio del señor con bigotes canosos y cabello corto. El nos miro y sonrió amigablemente otra vez. Parecía muy simpático.

Abrió su libro y espero.

- quiero inscribirme – dije algo motivado.

- y yo – dijo David.

La casa de la avenida 23Donde viven las historias. Descúbrelo ahora