Capitulo 2

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  Una ruidosa conmoción sonó afuera de la puerta del baño, haciendo que Minho quitara su atención del hombre que actualmente estaba esparciendo sus galletas por todo el piso —y en sus botas de seiscientos dólares. Aunque eso no le preocupaba. Las botas se limpiarían, o podían ser remplazadas.


—¡Déjanos entrar!

—¡Nuestro amigo está ahí adentro!

—¿Está bien Tae?

—¡Muévete!

—¿Los conoces? —preguntó Minho al hombre más pequeño una vez que éste terminó de vomitar.

—Si. —Su voz era ronca y menuda, su cuerpo temblaba violentamente mientras trataba de ponerse otra vez los pantalones a través de sus largas y delgadas piernas—. Aunque no quiero que me vean así. —Miró hacia las botas de Minho y parpadeó—. Realmente lamento eso. Puedo remplazarlas o te daré un cheque por el costo.

Se giró hacia un lado y miró como si intentara ponerse de pie, pero sus temblorosos músculos no le daban la fuerza suficiente. Minho lo vio muy débil e indefenso ante su protección, pero también invocaba una fría furia dentro de él que clamaba por la sangre de aquellos que lo atacaron.

Empujando a sus pies, tomó al hombre por la cintura para que no se cayera y mantuviera el equilibrio. Retrocediendo rápidamente, lamió sus encías, animando a sus colmillos a retroceder, pero cada inhalación traía otra bocanada de la gloriosa e intoxicante esencia de este extraño, la cual hacia que su cabeza diera vueltas y que su pene doliera.

Menos que noble de su parte, considerando la condición del hombre, pero no pasaba todos los días que visitara su club solo para encontrar a su compañero siendo asaltado en el baño.

—Deberíamos llamar a la policía. —Su cabeza estaba torcida, su oscuro y ondulado cabello le caía de frente para esconder su rostro de la vista mientras intentaba ponerse los pantalones en el lugar correcto. No había esperanzas para su camisa, desafortunadamente. La suave, y verde tela era un poco más que tiras de trapos en el suelo del baño.

Minho miró a los hombres inconscientes esparcidos en el cuarto y gruñó. Pagarían muchísimo el ataque a su pareja, pero no había necesidad de llamar a la policía humana. —Me encargaré de eso.

Regresando su atención a búsquedas más placenteras, permitió que su mirada recorriera la suave y bronceada piel de la espalda de su compañero. Su boca salivó mientras seguía la forma de la columna, recorriendo los flexibles músculos hasta donde terminaban en la angosta cadera. Los profundos moretones y largos rasguños que dañaban la piel que sin ellos estaría perfecta, hacían hervir su sangre y su labio superior se curvó una vez más sobre sus dientes.

Quitándose la camisa, caminó hacia el frente, sosteniéndola para que su pareja la tomara. —Tengo otra en mi oficina, por favor toma esta. —Mientras el gesto era ofrecido con amabilidad, tratando de ofrecer al hombre un poco de modestia al mismo tiempo que trataba de manejar lo que acababa de pasarle, Minho no podía negar que la idea de que su pareja usara algo cubierto de su esencia lo hacía querer ronronear en satisfacción.

Finalmente, alzando la vista, el chico miró la camisa por un largo rato antes de que finalmente la tomara. La pasó por sobre su cabeza, y Minho tuvo que morderse la lengua para evitar sonreír cuando la camisa cayó hasta por debajo de sus rodillas. Debía haber por lo menos 15 centímetros de diferencia entre su 1.95 y la estatura mucho más baja de su pareja.

—¿Hay algo que pueda hacer por ti? ¿Puedo traerte algo? ¿Te gustaría ver a tus amigos ahora? —Aún podía escucharlos exigir que su seguridad los dejara entrar al baño—. Solo dilo y dejaré que mis guardias los dejen pasar. —Maldición, estaba tratando, pero era un poco difícil tener una conversación cuando la otra persona involucrada no hablaba.

Como si se acabara de dar cuenta que alguien más estaba en la habitación con él, el hombre se sobresaltó, alzó la vista, la sangre drenada de su rostro. —Oh, maldición. Lo siento mucho. Sus zapatos. —Tomó la parte de enfrente de la camisa que estaba usando, y sus brillantes ojos azules se saltaron tanto que parecían iban a salirse de su cabeza—. ¡Su camisa! Oh, señor, lo siento, mmm, su majestad, ah, máteme ahora. —Agachó la cabeza y gimió patéticamente.

Aunque Minho solo se rio. —Así que, sabes quién soy.

—Sí, señor. Príncipe Choi. Me disculpo por mi falta de respeto anterior. Supongo que aún estaba en shock por mi situación.

—¿Siempre hablas así?

Sus cejas se juntaron como si no entendiera la pregunta. Minho se rio otra vez y adoptó una postura relajada, recargándose en uno de los lavabos y cruzando los brazos sobre su desnudo pecho. —¿Qué tal si empezamos con tu nombre?

—Taemin, señor. Lee Taemin.


—Está bien, puedes dejar el asuntito de señor. Llámame simplemente Minho.

Taemin negó con la cabeza rápidamente. —Oh, no podría hacer eso.

Podía haber dicho algo más, pero Minho lo interrumpió, recordando repentinamente por qué el nombre y la voz le parecían tan conocidos. —¿Lee Taemin? Eres dueño de Creando Fantasías, ¿cierto? —Si hubiera sabido que el hombre al final de la línea era así de guapo y su pareja, no hubiera estado haciendo su negocio por teléfono las últimas semanas.

—Sí, sí, señor. Justamente hoy terminamos su orden. Estaba planeando llamarlo para afinar los detalles después del fin de semana. No estoy despedido, ¿o sí?

—No, no lo estás. —Minho no podía recordar la última vez que quería reírse tanto—. Aunque, creo que tengo que hacer algunos cambios mínimos a mi diseño.

—Oh, absolutamente. Lo que quiera, señor.

Minho gruñó y se alejó del apeste. —Te dije que me llamaras Minho. Y tal vez deberíamos salir de aquí y dejar que mi seguridad solucione este desastre. —Se hizo a un lado y pateó al hombre más cercano a él en la parte trasera de la cabeza. Solo fue una pequeña patada, pero lo hizo sentir marginalmente mejor.

—¿Usted hizo todo esto? —La boca de Taemin se abrió mientras escaneaba la destrucción en el baño—. ¿Cómo sabía que necesitaba ayuda? —La última pregunta fue dicha tan bajito, casi como si estuviera hablando consigo mismo.

—Tu amigo fue por uno de los guardias cuando los imbéciles lo sacaron por esa puerta. Yo estaba cerca y lo escuché. Puesto que es mi club, decidí manejar la situación yo mismo. —Esa era más o menos la verdad. Solo olvidó divulgar la parte que él ya estaba de camino al baño, siguiendo un zumbido y un jalón de su estómago, como una invisible línea enganchada
a su ombligo y atrayéndolo.
Se había sentido intranquilo por casi una hora, su cuerpo vibrando con energía y anticipación reprimida. Minho no sabía qué era lo que tenía que anticipar. Con menos de un metro entre la puerta al baño de hombres, la esencia de la sangre de Taemin lo había golpeado como un tren de carga. Dos pasos más cerca, y su súper oído había captado el sonido de los forcejeos de Taemin, incluso sobre el bramido de la música.

Aunque todo lo que siguió a eso, terminando hasta que Taemin vomitó en sus zapatos, era un poco borroso. Sus instintos
de protección habían tomado poder una vez que se dio cuenta que su pareja estaba siendo maltratada, y respondió respecto a eso —atacando con una furia ciega y preguntando después.

Con la situación neutralizada, sólo había una quemante pregunta que cosquilleaba en la punta de su lengua. ¿Por qué
Taemin no se había dado cuenta que Minho era su pareja? La esencia del cambiaforma —un gato grande, si no estaba equivocado— penetraba el aire alrededor de él. Su cuerpo aún vibraba con esa inquietante y nerviosa energía que trataba de arrastrarlo más cerca del pequeño hombre. ¿No podía Taemin sentirlo?

—¡Tae! ¡Contéstame, maldita sea! ¿Estás bien? Si no traes tu trasero aquí, voy a cambiar y me comeré a estos idiotas.

Minho arqueó una ceja y giró su cabeza hacia la puerta. —¿Es eso probable?

Taemin resopló y sacudió la cabeza. —Es Key. Se transforma en un gato siamés. Así que, al menos que tus guardias sean peces dorados o ratones, creo que están a salvo.

Un fuerte y molesto siseo contestó la respuesta de Taemin. —¡Escuché eso idiota! ¿Por qué no sales y me lo dices en mi cara?

—Lo siento —Taemin le contestó, aunque aún seguía riendo por lo bajo—. Te compraré una linda bola de estambre en la bonetería mañana.

—Ya estuvo bien. —Hubo más ruidos de arañazos y algo golpe contra la puerta del baño—. Quítate de mi camino. Me voy a poner como todo un gatito ninja en su trasero.

—Vamos, Taemin. ¿Estás listo para ver a tus amigos ahora? —No quería ser muy directo, pero no iba a dejar que el hombre saliera de su vista. Con su cumpleaños acercándose rápidamente, tenía muy poco tiempo para cortejar a su recién encontrado compañero. Sería mucho más fácil si Taemin ya supiera que eran pareja.

Tal vez ya lo sabía pero estaba muy asustado para reconocerlo. Esa explicación no se lo hizo más fácil. Como un hombre de poder, Minho estaba acostumbrado a obtener lo que quería. En este momento, realmente quería a Lee Taemin.

Su compañero puso una cara valiente, pero Minho podía verlo temblar mientras lo conducía a la salida y golpeaba a las puertas oscilatorias. Tenían que cerrar este baño hasta que pudieran terminar con las reparaciones.

En su ira, Minho había desmantelado el cuarto, lo había dejado en una total ruina. Los lavabos estaban quebrados, los baños demolidos y los azulejos habían sido desplazados a muchos lugares desde las paredes, dejando hoyos donde él había lanzado a los atacantes de Taemin.

La puerta se abrió, y ruidosas voces lo asaltaron inmediatamente, demandando saber dónde estaba Taemin y si estaba bien.

Levantando una mano para que todos hicieran silencio, Minho se giró hacia sus guardias y les señaló dentro del cuarto. —Llévelos al sótano y llamen a alguien para que limpie este desastre.
—Sí, señor —los dos contestaron con preocupación.
—¿Qué les pasará? —Taemin preguntó, mirando tímidamente a Minho a través de largas y envidiables pestañas.
—Me encargaré de eso —repitió su respuesta de hace un momento—. No te preocupes por ellos. No lastimarán a nadie o a ti otra vez.

Taemin tragó saliva, su cara parecía un poco más pálida, y sus temblores se incrementaron. —¿Vas a matarlos?

Bueno, ese había sido el plan. Viendo el horror en la cara de Taemin, Minho reconsideró rápidamente el plan de acción. Había pensado que su pareja estaría impresionado y encantado de las medidas que tomaría para vengar su ataque y restaurar su honor. Obviamente, estaba equivocado. —Solo los mantendré en el sótano hasta que podamos pensar en un castigo adecuado.

Los músculos de Taemin se relajaron y sus hombros descansaron.

—Gracias, príncipe Constantine.

—Llámame Minho —repitió por tercera vez—. Eso es por decreto real.

Las esquinas de sus labios se curvaron como si quisiera sonreír pero Taemin solo asintió y miró hacia la puerta. —Tal vez deberíamos salir antes de que mis amigos rompan la puerta.

Absolutamente, en el minuto que pusieron un pie en el club, Minho fue empujado por cinco hombres preocupados mientras se reunían alrededor de Taemin, tocándolo en todas partes y lanzando preguntas en rápida sucesión.

—¿Estás bien?

—¿Qué paso?

—¿Quiénes eran esos tipos?

—¿Te lastimaron?

—¿Dónde está tu camisa?

—¿Qué le pasó a tu cuello?

—Oh, demonios. ¡Estás sangrando!

Aunque las cortadas en su torso eran superficiales, aún eran lo suficientemente profundas para sangrar, y la oscura y roja sustancia se filtraba a través del delgado material de la descolorida camisa azul que Minho había insistido que Taemin usara. La esencia de la sangre de su pareja lo estaba volviendo loco, pero verla mandó otra ola de furia como una ola de maremoto.

Ni siquiera se había dado cuenta de que estaba gruñendo hasta que seis pares de ojos voltearon y enfocaron su vista en él con intensa especulación. —¿Tú le hiciste esto? —Uno de los hombres más grandes en el grupo empujó a Taemin detrás de él y cruzó sus brazos sobre su pecho—. ¿Lo lastimaste?

Minho aprobó la protección fiera, incluso aunque una parte de él se enfurecía por el hecho de que lo apartaban de él. —No lo toqué.
—No, no. —Otro hombre intervino—. Él salvó a Tae. — Se volvió para pararse exactamente frente a Minho e inclinó la cabeza respetuosamente—. Gracias, príncipe Choi. Gracias por ayudar a mi amigo.

Minho puso los ojos en blanco y bufó con exasperación. —Bajo las circunstancias, creo que deberías llamarme Minho. —Estaban comenzando a formar a una multitud puesto que la gente se acercaba, rodeándolos y sorprendiéndose de la puerta rota detrás de él—. Movamos esta conversación a mi oficina.

No esperó una aprobación o aceptación antes de atravesar el bar, sonriendo a las personas que rápidamente se movían para hacerle camino. Ni siquiera se detuvo cuando alcanzó la escalera inserta en una de las esquinas sombrías, subió dos escalones a la vez, llegando a la puerta de su oficina en pocos segundos.

Sus invitados lo siguieron a un ritmo más dudoso, pero eventualmente todos ellos se reunieron en su oficina, tomando asiento en el sofá o en el piso, pero todos agazapados juntos. Cada hombre mantenía sus ojos en diferentes puntos, ya sea examinando el cuarto o mirando sus manos. Todos, excepto Taemin. Él miraba a Minho con una expresión de curiosidad en su rostro, sus ojos se entrecerraron un poco.

Minho quería unirse a ellos, ser parte de su grupo, pero con lo nerviosos que estaban, pensó que probablemente debería darles espacio. Así que retrocedió hasta que alcanzó su escritorio, y se subió en él, de tal forma que estuviera sentado sobre él.

Inclinándose hacia el frente, descansó sus codos en sus muslos y dejó que sus manos unidas colgaran entre sus rodillas.

—Bueno, comencemos con las instrucciones. Como la mayoría de ustedes se habrán dado cuenta, yo soy el príncipe Choi Minho. Por favor, llámenme Minho.

La simple idea de ser llamado príncipe o majestad lo hacía estremecerse. Definitivamente le gustaba el poder que traía consigo el ser el hijo del rey Choi Siwon, pero eso era debido a su personalidad dominante y nada que ver con su estatus real.

A Minho le gustaba estar a cargo, y le gustaba obtener lo que quería. Si compraba víveres en Compra y Ahorra, aún quería esas cosas. Ser el siguiente en la línea para gobernar a la raza de los vampiros, simplemente hacía un poco más fácil asegurar las cosas que deseaba.

Taemin se aclaró la garganta y se sentó un poco más derecho en el sofá cuando ninguno de sus acompañantes habló. —Bueno, ya sabe que soy Lee Taemin—Comenzó con el hombre a su izquierda y siguió el círculo, terminando con el hombre a su derecha—. Estos son Mir, Key, Kai , Onew y ChangMin. Somos los dueños de Creando Fantasías.

Minho fijó su mirada en Key y sonrió. —Así que tú eres el gatito ninja.

El rostro del hombre se puso rojo en todos los rincones hasta la punta de las orejas y brincó del suelo, moviendo la mesa y mandando el centro de cristal a volar cayendo al suelo donde se despedazó por el impacto. —Oh, ¡maldición! Lo siento. Lo siento. Yo... oh, maldición.

Bajándose del escritorio, Minho se rio mientras se arrodillaba y comenzaba a reunir las piezas del cristal roto. —Está bien. Cálmate, chico. De todos modos esa cosa era horrible. —Juntó unas de las piezas más grandes, tratando sin éxito de mantener sus ojos apartados de Taemin

—. Mierda —gruñó cuando uno de los vidrios rotos se deslizó por su dedo pulgar debido a su falta de atención.

Sangre comenzó a salir de su delgada herida, derramándose y goteando hasta su palma. Un suave pero fiero gruñido eructó a su costado, y Minho levantó la cabeza rápidamente para ver a Taemin mirándolo con una salvaje y desenfrenada luz en los ojos.

—¡Mío!  

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