Capítulo 1: Una luz en la oscuridad

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Estaba todo a oscuras a su alrededor. Apenas podía vislumbrar el suelo que pisaban sus pies. Avanzaba a tientas completamente desorientado. Esta vez todo parecía más real, más sólido. Por fin encontró las escalinatas y empezó a subirlas. Sabía que era inútil. Todas las ocasiones anteriores habían demostrado no tener fin, pero no había otro camino y estaba determinado a saber que había arriba.

Apareció un pequeño fulgor. Al principio débil, pero luego más intenso a lo lejos. Algo sucedía. Decidió acelerar sus pasos cada vez más. Necesitaba llegar hasta esa luz. A medida que avanzaba todo se tornaba más consistente. Los peldaños empezaron a tomar una tonalidad marfileña y ahora sus pasos retumbaban en una oscuridad que poco a poco retrocedía ante la cercanía de la extraña calidez de la claridad.

Pensaba que era imposible, que todo se desvanecería al llegar al final de la escalera, pero esta vez no sucedió así. Se encontraba en un pasillo estrecho de baldosas grises. Al final había una puerta imponente de acero y la luz provenía del otro lado. Se acercó con paso decidido y asió el pomo con fuerza. Al principio se resistía, pero estaba empeñado en lograr ver que había tras el portal. Esta vez no se rendiría. Tiró con toda la fuerza de sus músculos y, finalmente, la puerta empezó a ceder poco a poco con gran estrépito de chirridos. Tiró lo suficiente para dejar espacio para poder pasar por ella al otro lado.

Cuando pasó, la luz lo cegó momentáneamente. Era un resplandor brillante, que lo rodeaba todo y lo dejó desorientado. Poco a poco sus ojos se fueron acostumbrando al cambio brusco de la oscuridad de la escalinata a un entorno tan claro. Se encontraba en una gran caverna. Sus paredes se alzaban centenares de metros hacia un cielo que parecía interminable, emitiendo ese fulgor que todo lo iluminaba. La cabeza le daba vueltas. Vio un sendero sinuoso que se adentraba por la caverna y decidió seguirlo. Llevaba hasta un riachuelo de aguas rojas como la sangre. De repente, todo se inundó y se vio arrastrado por la turbulencia. Luchaba para no ahogarse mientras notaba que su cuerpo se golpeaba con las rocas. De pronto, tan bruscamente como había empezado, la inundación se terminó.

Se encontraba tirado en la orilla de un lago. Se levantó como pudo, las manos ensangrentadas, y miró a su alrededor. Una sombra dominaba toda la orilla. Al momento contempló lo que la causaba. Un árbol de proporciones titánicas que reinaba desde el centro de la laguna. Uno como nunca había visto antes en su vida, pero que a la vez le resultaba familiar, no sabía por qué. Sus raíces sobresalían del agua y recorrían toda la orilla. Sus ramas, poderosas y frondosas, pobladas de hojas alargadas y frutos rojos. De todo él emanaba una fuerza, una energía, indescriptibles.

Un ruido lo sobresaltó, se giró a la derecha, hacia donde provenía, y entonces lo contempló. Una mole inmensa, toda pelaje plateado, patas musculosas terminadas en garras terribles. Su cabeza, poderosa y armada de afilados colmillos y unos ojos relampagueantes que controlaban todo a su alrededor. Era una especie de lobo gigantesco. Estaba bebiendo ávidamente el agua del lago, sin prestarle atención. Él miraba a la bestia paralizado, no podía moverse ni hablar. Sólo observarla inmóvil como bebía líquido hasta que ésta se detuvo. Entonces, lentamente, giró su gran cabeza hacia él. Los ojos encendidos lo atravesaron por completo. Su cuerpo empezó a convulsionarse y su cabeza a calentarse como si estuviera ardiendo en mil fuegos.

¡DESPIERTA!

Escuchó una voz profunda en su cabeza mientras se rebatía en múltiples convulsiones y sentía su cráneo estallar. Notaba un dolor indescriptible que dominaba todo su ser. La caverna se oscureció de repente, el suelo empezó a resquebrajarse y el gigantesco árbol a desmenuzarse. Por doquier caían pesadas ramas con un estruendo propio de un impacto de artillería. Sus ojos estaban enrojecidos, sangrando, pero no podían dejar de mirar al gran lobo que seguía observándolo con el fuego en su rostro.

La marca de Odín: El despertarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora