No me llores, no digas que me vas a echar de menos, sabes que odio que me mientan y... cariño, veo en tu mirada, en tus gestos y hasta en tu manera de hablar que para ti seria un alivio estar sin mi, que estarías mucho más feliz sin mi, o mejor dicho, serías muy feliz (porque sé que ahora no lo eres).
Aunque lo niegues esta relación se ha convertido el rutina, los "buenos días" de las 8:00 a.m, los "te quiero" de las 6:00 p.m y las "buenas noches" de las 11:30 p.m (y a veces ni eso).
Aunque digas que me quieres y aunque me duela reconocerlo, sé que no es así, y creeme me duele aceptar que no eres partícipe de mi vida, de mi estúpida y monótona vida de la manera que yo quisiera.
Pero... ¿sabes algo? Te quiero, te quiero mucho más de lo que he querido a nadie y juraría que en ocasiones he sentido que más que quererte te amaba, pero sabes que no me gusta decir con mucha frecuencia "te amo" (y que me cabrea cuando la gente lo usa a modo de saludo) más que nada porque creo en la magia de esa palabra siempre y cuando no se abuse de ella. Y me di cuenta de que te amaba cuando nada más despertarme lo que hacía era buscar el móvil para darte los buenos días, cuando te empecé a incluir en todos y cada uno mis planes de futuro, cuando empecé a escribirte aún sabiendo que ni el mejor escrito sería capaz de llegarte a los talones, cuando lloraba por no poder abrazarte y sobre todo, me di cuenta cuando fui consciente de que sería capaz de dar mi "vida" por ti y lo he puesto entre comillas porque mi vida sin ti pierde su sentido.
Tal y cómo dijo Miguel Morales: no puedo vivir sin ti.