-Es la última oportunidad que le doy- digo intentando sonar todo lo convincente que puedo.
-Ya... ¿Cuántas veces más lo vas a hacer?- dice ella.
-¿El qué?
-El intentar creerte algo que sabes que no va a suceder.
-¿Qué no va a suceder?
-Nunca le vas a dejar, eres una jodida ingenua y piensas que está enamorado de ti porque él te lo dice, pero no es así, debes de darte cuenta de una maldita vez de que nadie va a quererte.
-Y si no me quiere, aunque solo sea un poco ¿por qué ha hecho todo esto?
-¡Venga ya! Parece mentira que lo digas tú cuando todos te han fallado- dice ella.
-Confío en él, sé que soy idiota, pero lo hago...
-Eres mucho más que idiota- bufa ella- y no llores porque eso no quita nada de lo que ha pasado, que llores no quita sus mentiras.
-¡Cállate! ¡Vete!- grito asustada.
-Soy la única que está aquí, sabes que si me voy nadie más va a estar aquí, sabes que estás sola, siempre lo has estado.
-No quiero oírte- me tapo los oídos, no quiero oírle, sin embargo sus voces no cesan.
-Ese es tu maldito problema, solo escuchas a quién menos debes.
-Bueno, pues déjame equivocarme, déjame llorar y sufrir por él, pero déjame tranquila, no quiero saber nada más de ti.
-Te molesta que te digan la verdad.
-Me molesta tu voz.
-Jajajaja, es irónico que tú digas eso- dijo remarcando ese «tú».
-Tenías razón... siempre estás ahí... para hacerme daño, para hundirme como nadie.
-No lo agradezcas, es un placer cari.
-No quiero tenerte aquí, no ahora.
-Normal que tus padres... bueno ya sabes...
-¡Joder! ¡Te odio! No puedes acusarme de algo así, no puedes.
-Ya lo he hecho, poder puedo y deja de llorar que llevas tres malditos días así.
-Mira, vete a la mierda.
-No me apetece, soy igual de vaga que tú, por cierto ¿ya has hablado de eso con tu hermano?
-¿Por qué finges que te importo?
-Nonono, no me importas, sólo hablo contigo, aunque nunca lo admitas, de no ser por mí, estarías loca hace mucho.
-Ya lo estoy...- admito.
-¿Piensas contestarme?
-No, no he hablado de eso, aunque se lo he insinuado.
-¿Y qué ha pasado?
- Tenías razón, no le importo, era mi última esperanza, pero me he dado cuenta de que no le importo a nadie.
- Siempre tengo razón, al igual que cuando te digo que a él tampoco.
-Ahora que ya me has hecho daño... ¿Puedes irte? Por favor.
-No- dice convencida.
-¿Por qué?
-Porque yo... yo soy tu subconsciente.