Capítulo 20. "Es nuestro"

3.6K 430 81
                                    

Suspiro tristemente y saco uno de mis cigarrillos mentolados mientras hundo mis pies en la arena. Le doy una larga y profunda calada a mi cigarrillo mientras observo las olas del mar golpear las pequeñas rocas y salpicar un poco mi ropa. Estoy a punto de ver un hermoso amanecer y en lo único que puedo pensar es en el concierto de Eminem. Mi jodido ídolo. Al cual yo no podré asistir porque no conseguí comprar las malditas entradas a tiempo. He esperado con tantas ansias este momento. Y ahora que tengo la oportunidad no iré a su concierto. 

La vida me odia.

Todos me odian. Excepto la pizza. Ella siempre me ama.

¿Cómo superaré el hecho de no poder asistir al concierto de mi vida? ¡Es mi sueño desde que tengo once años! Amo a Marshall desde que era una niña. Creo que lo amaba cuando usaba pañales o mucho antes de nacer, no estoy segura, pero amo locamente a ese tipo. Me casaría con él sin dudarlo dos veces. Si me pidiera matrimonio ahora mismo, le diría que sí mientras grito y chillo como una niña pequeña. Probablemente nunca me case con ningún hombre y viva con muchos animales, no obstante, haría una excepción.

Sólo con él.

Bueno, Justin podría serlo... Pero no. Mejor que no. Es demasiado. Ni siquiera somos novios.

Hablando del rey de Roma... Mi celular empieza a sonar y miro su nombre en la pantalla junto a su fotografía y varios emojis.

—¿Hola? —contesto sin muchas ganas.

—¿Dónde estás? Estoy en tu casa y nadie me abre la puerta.

—No estoy en mi casa.

—¿Y dónde estás? —pregunta extrañado—. No me dijiste que saldrías. Quedamos en vernos esta noche.

—Lo olvidé —digo sin darle tantísima importancia—. Perdón.

—Keely, preciosa... —arrastra mi nombre y se escucha tan dulce que me reconforta—. ¿Qué te pasa? ¿Por qué te escuchas mal? ¿Dónde estás ahora? Por favor, dímelo. Me preocupas.

—Estoy bien, estoy bien —suelto un suspiro agotador—. Ahora me encuentro en la playa.

—¿En la playa? —suena desconcertado. Hasta me lo puedo imaginar frunciendo el ceño y se ve tan adorable cuando hace eso que me dan ganas de comerlo a besos—. ¿Y qué haces en la playa? Si mal no recuerdo, odias la playa.

—Sí, pero me relaja venir a la playa.

—Okay... —lo escucho suspirar—. ¿Puedo verte? Estoy seguro de que no te encuentras bien. Te conozco, bee.

—De acuerdo, acepto —me doy por vencida y apago el cigarrillo, dejando salir el humor por mi nariz—. Tomaré un taxi. En quince minutos estoy allá.

—¿No quieres que te pase a buscar?

—No, tomaré un taxi. Tranquilo, estaré bien.

Sin más que decir, corto la llamada.

Me levanto del suelo y sacudo la arena de mis jeans desgastados, camino hacia la carretera y espero a que un taxi cruce, cuando logro detener a uno me subo rápidamente y le indico la dirección de mi casa. En menos de veinte minutos llegamos a mi destino y le pago antes de bajarme del auto. Mi corazón se encoge un poco cuando veo a Justin sentado en las escaleras de la entrada, esperando por mí. ¿Por qué es tan tierno? Pudo hartarse e irse a su casa, pero no lo hizo. Isabella tiene mucha razón.

No puedo dejar ir a este chico.

Se levanta velozmente para acercarse a mí y estrecharme en sus brazos. Lanzo un suspiro al aire y me dejo abrazar, disfrutando mucho esta muestra de amor. Escondo mi cara en su pecho y rodeo su cintura con mis brazos, abrazándolo más fuerte. El dulce aroma de su fragancia se impregna en mi nariz, deleitándome. Y así nos quedamos un buen rato hasta que se separa unos centímetros para mirarme a los ojos.

EminemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora