Parte 3

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Dani estaba sola en casa, algo que no era novedad. Sus papás todo el tiempo viajaban a trabajo y casi siempre ni le avisaban. Pero al llegar a su cuarto y encontrar un paquete con dinero, se dio cuenta de que estaría algunos días en la compañía de la siempre presente soledad. Si la cantidad del paquete fuera generosa, significaba que ellos no planeaban regresar pronto. Y ese era el caso. La niña siguió hasta el baño e intentó no pensar mucho en lo que estaba a punto de hacer. No podía pensar. Comer demasiado había generado una culpa que le ahogaba y lo que haría en seguida disminuiría toda esa culpa. Al menos en los primeros instantes. Después de algún tiempo ella se sentiría doblemente culpable y toda lástima de si misma no sería suficiente. Fue así que ella llevó el dedo índice al fondo de su garganta, con intención de poner toda la comida para fuera. El primer sentimiento fue de alivio. Pero después la culpa volvió a acompañarla, como si fueran mejores amigas y no pudieran más separarse.

Dani se tiró en su maravillosa cama matrimonial, de dónde podría ver su escritorio y ventana, y de pronto fue invadida por... Nostalgia. Extrañó aquel tiempo donde ella se sentaba en frente de su computadora por horas, viviendo los más distintos personajes, en los más inusitados escenarios. El medieval era su favorito. No solamente suyo, sino de Bernardo también. Extrañó las tardes divertidas donde los dos se comunicaban con miradas y gritos por las ventanas, y terminaban la noche juntos, viendo alguna película o platicando sobre cualquier tema. Ella seguía pasando mucho tiempo en la computadora, pero ahora con otros propósitos. Tenía un blog sobre moda y tendencias. Se producía con mucho esfuerzo para poder compartir los mejores looks del día con sus seguidores. Era una porquería, pero ella jamás lo diría en alta voz. Jamás arriesgaría perder la posición que había conquistado con tanto esfuerzo.

Uno nunca está soloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora