Parte 2

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Bernardo llegó a su casa. Subió la escalera mientras gritaba para avisar que había llegado. Eso no quiere decir que a alguien le importaba. Pero le gustaba comunicar su presencia, para que a su tía no se le ocurriera andar desnuda con un hombre cualquiera o por si acaso hubiera ahí un incendio... Se olvidaban de su presencia con mucha frecuencia y no quería ser olvidado si la casa se estuviera quemando.

Igual que todos los días después de la clase – o al menos los días en que no tenía un millón de cosas que hacer – él se sentó con su computadora y en pocos minutos empezó a aventurarse en los juegos de RPG que tanto amaba. Sentía raro no tener la compañía de Dani en los escenarios medievales que algún día le encantaron. Los juegos más divertidos eran aquellos donde los dos podían mirarse por las ventanas de sus cuartos y cambiar una sonrisa u otra. Ahora Dani ni siquiera aparecía en la ventana. Las persianas siempre cerradas, como si ella buscara dejar claro que estaba viviendo una nueva fase en su vida, en la cual él no era bienvenido. Bernardo intentó no pensar en eso. Sacudió la cabeza para librarse de este sentimiento de nostalgia con dosis de tristeza.

Uno nunca está soloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora