61.

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  Podría haberse quedado dormido, si no fuera por el tonto sonido del celular. Ni los rayos del sol pudieron despertarlo y es que ¡No habían! el día había amanecido totalmente lleno de nubes, como si quisieran decirle algo.
Por primera vez en casi un mes, se duchó tranquilo y pasivo. Se vistió con sus pantalones, una polera que lanzaba un garabato no tan lindo, una chaqueta, y sus infaltables zapatillas ¡Cuanto las extrañaba!
Guardó los papeles que le había dado Negro en su mochila, y bajó las escaleras, para ver a su madre. Esta la miró extrañada ¿No debería estar en el trabajo? Era hora de hablar con él.

-¿Y tú? ¿Que haces aquí?-su mano venía del jardin con varías flores en la mano-¿no te fuiste a tu trabajo?

-Mamá-abrió el refrigerador y sacó una botella de jugo-no, no fui, y bueno de eso quería hablarte-Su madre siguió mirandolo extrañada ¿Sería capaz de contarle la verdad? no, no podía, Diana podía ser muy permisiva y comprensiva a la vez, pero contarle que se infiltró en un instituto de chicas, la pondría como loca, lo regañaría, hasta incluso podría hacer algo que hace mucho no hacía...podía castigarlo y como él no podía desobedecer a su madre, nunca lo había hecho, estaría como un bueno hijo encerrado en la casa por un tiempo.

-¿Que sucede Julian?-preguntó ella.

-Bueno, ya no estoy trabajando-mintió-renuncié y bueno, estaré por aquí, como siempre-aguantó su nerviosismo, tragando un poco de jugo de naranja.

-¡Oh!-exclamó ella-bueno, me pone muy triste que hayas renunciado, pero a la vez feliz, porque estarás aquí hijo-le sonrió.

-Si mamá, pero ahora debo salir, arreglar unos papales, ya vuelvo ¿sí?-dejó el jugo a un lado de él, y besó la mejilla de su madre.

Era hora de la verdad, pasó a recoger a Chino que lo acompañaría. Guido presentaría los papeles de Maria y él los de Karen. Todo tenía que salir bien, como estaba ideado el plan, a menos que Leah se arriesgara y dijera toda la verdad, pero no eso no podía suceder. Como ahora estaba conociendo a la verdadera Leah, podía darse cuenta que la cobardía la atraparía una vez mas, ella no sería capaz de decir la verdad, porque o si no él también hablaría. Y bueno, a ella no le convenía aquello.
Atrajeron varias miradas en cuanto entraron al instituto, pero ninguno se detuvo si quiera a notar eso. Hablaron con una secretaria para que les comunicara a la directora y así fue.
Luego de inventar una historia, en donde los padres de Maria y Karen eran socios y debían mudarse de ciudad, la directoria pareció creerles, hasta que les preguntó porque no habían ido personalmente los padres a hablar con ella. Ellos también habían inventado que sus padres, ya estaban en la otra ciudad, y ellos eran unos amigos de la familia, pero que traían los papeles y todo.
A la directora no le quedó de otra que aceptar y sacar a Maria Johnson y a Karen Benson para siempre del instituto.

-¿Viste su cara de 'Oh dios me quedó sin dinero y sin alumnas'?-bromeó Chino, mientras caminaban hacia la salida.

-Si-rió-fue gracioso-mientras caminaba sintió una mirada fija sobre su espalda, se giró detenidamente.

-¿Que sucede Julian?-preguntó Chino al ver que miraba un punto fijo.

-Es Leah-susurró y volvió a girarse. Leah Collins lo miraba desde una esquina escondida, con los ojos llenos de furia-vamos.

-¡Somos libres!-exclamó Chino.

-Si tonto-Julian encendió el auto y comenzó a conducir-debo decirte, que no sé que mierda hacer ahora.

-¿Rehabilitarte?-Julian frunció el ceño, con la vista fija al frente-¿divertirte?

-Quizá-murmuró.

-Ya sé-lo miró- ¡salir y enamorarte!

-¿Salir y enamorarme, Chino?-preguntó sarcastico-si claro, como no.

Enamórate. (Adaptada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora