36.

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  Todas aquella tarde parecían entretenidas en sus actividades, porque casi nadie andaba por los pasillos del instituto.
Julian tenía agarrada por la cintura a Oriana, la tomaba fuerte y la hacía avanzar combinando sus pasos, por si quería soltarse e ir nuevamente donde Leah.
Esa chica era peligrosa...

-¡Sueltame Julian!-exclamó ella, mientras caminaban por el campus-¡Diablos! ¡Julian!-volvió a decir al ver que él hacía caso omiso.

-No te soltaré hasta que lleguemos a la habitación-susurró en su oído y en menos de un segundo Oriana dejó de patalear y chillar-calmate-volvió a susurrar.

Entonces se preguntó, si sus palabras habían causado algún efecto mágico en ella, ya que había cesado de reclamar, y ahora caminaban juntos, como si estuvieran abrazados.
Ella por delante con la cabeza cabizbaja y él por detrás rodeando su cintura. La situación habría sido bastante tierna y romántica si no fuera porque Julian llevaba aquella peluca, porque claramente si alguien veía aquella escena, le resultaría bastante extraña.
Tuvo un sentimiento extraño, al mirar como sus brazos tenían algunos rasguños, sus manos rojas, su pelo alborotado. Se sentía mal.... mal por ella.
Igualmente agradeció haber llegado a tiempo a aquel encuentro, si se hubiera tardado más, los profesores o inspectores habrían visto la pelea, y Oriana estaría nuevamente en grandes problemas con el instituto y con su madre. Y eso tampoco le convenía a él, ya que supuestamente Karen debía cuidar de ella.
Y justamente eso haría.

Llegaron a la habitación y Oriana entró como un robot, lento, con la cabeza cabizbaja, como si estuviera perdida y no estuviera consciente de los movimientos que hacía.
La vió sentarse en alguna de las camas, y ahí se quedó sentada mirando el piso, no supo que hacer y pensó en dejarla un momento a solas, quizás quisiera descargarse de alguna u otra forma. Se dirigió al baño para realizar una vez más la transformación de Karen a Julian, y estuvo un buen rato esperando el tiempo suficiente para salir.

Esperaba encontrarse con la habitación hecha un caos, con algunas cosas tiradas, con una Oriana enfurecida sobre su cama, se esperaba todo, menos lo que vió al cruzar la puerta del baño.

Una Oriana sentada sobre el mismo lugar de antes, aún con la cabeza cabizbaja...estaba inmovil.
Con paso casi decidido, se acercó a ella y se arrodilló. Con una mano temblorosa levantó su rostro.
Sus ojos estaban neutros, sus rostro parecía tenso, no tenía ninguna expresión. Observó bien y pudo fijarse de un hilo de sangre que corriba bajo su labio inferior, tenía otra herida en su mejilla y la parte superior de la ceja izquierda.
Sintió tanta pena y ternura en aquel momento...

-Traeré el botiquin de emergencias, para curarte-la miró un momento y luego se paró para ir al baño donde anteriormente había visto el botiquin.

Todo hubiera salido como lo esperado si Oriana no se hubiera parado de la cama, y se hubiera aferrado al cuerpo de Julian en un movimiento tan rápido.

Julian no supo que hacer, aquello lo había sorprendido, Oriana Sabatini aferrada a su pecho, tan debil, tan golpeada y tan indefensa...
Reaccionó unos segundos después y la abrazó con sus fuertes brazos, brindandole todo el apoyo que en ese momento sin pedirlo necesitaba.
Acarició su espalda, lentamente, mientras ella escondía su dañado rostro en su cuello.

Sintió su cuello y pecho mojado.
Entonces se dió cuenta de que Oriana estaba llorando.
Un sollozo salió de su boca y se quedó hecho piedra.

Nunca le había pasado, siempre sabía que hacer y como reaccionar ante todo, pero esto le había tomado por sorpresa. Nunca, ni en sus sueños hubiera imaginado a la morena llorando desconsolada como un cachorrito sin madre.
Entonces se preguntó el por qué de aquella lágrimas, ella era fuerte, ella era rebelde, ella era una chica ruda, pero aquella lágrimas dejaban al descubierto a una Oriana que anhelaba conocer.

-Tranquila-sus manos actuaron solas, y la apretaron contra sí, sus cuerpos estaban abrazados y unidos, inhalo el dulce olor de su perfume-llora todo lo que quieras, tira todo-susurró lentamente en su oído, y la siguió abrazando.

Oriana se aferró a él aún más y lloró todo lo que no había llorado en su vida.

Minutos más tarde, Oriana se separó lentamente y lo miró con cautela.

-Gracias-torció un poco los labios, para tratar de hacer una sonrisa, pero le dolía tanto la cara que a penas eso podía hacer.

-No te preocupes-en un acto reflejo tomo su rostro entre sus manos-debo curarte, iré a buscar el botiquín-ella asintió.

Del baño sacó un poco de algodón, alcohol, y una crema cicatrizante.
La encontró recostada, sobre su cama, con una expresión totalmente diferente a la de antes. Su pelo seguía alborotado y sus mejillas estaban sonrojadas, tenía las pestañas mojadas, muestra de las lágimas que habían caído. Había visto más de alguna vez a Leah llorar, más de alguna vez triste, mas de alguna vez acongojada, y nunca sintió lo que en ese momento sintió en el pecho.
Y se preguntó ¿Qué era lo que sentía?
Nunca había sentido aquello...
Siguiendo sus intintos, se sentó frente a ella, y le acarició la mejilla lastimada, sonriendole.

-¿Estás mejor?-ella lo miró y luego respondió.

-Si-bajo la mirada hasta donde estaba la mano de Julian acariciandola-gracias Julian-lo miró.

-De nada-quitó su mano, y tomó un poco de algodón-pero ahora debo desinfectarte esto, y echarte esta crema para que se cicatrize esa fea herida que tienes ahí-ella no dijo nada y espero solamente.

Untó un poco de alcohol sobre la pequeña bola de algodón que tenía sobre la mano y limpió la zona bajo el labio inferior de la morena.
Movió su mano de un lado a otro con cuidado, sabía que le ardía y por esto trataba de que le doliera menos. Observó su boca, sus labios, y quedó hipnotizado.
Sintió una presión en el pecho, se le revolvió el estomago y tuvo el impulso de besarla ¿que significaba aquello?  

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Sky.

Enamórate. (Adaptada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora