PRÓLOGO.

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3:27 AM

Ese sonido punzante me sacaba de quicio, al parecer lo que me estaba molestando era mi teléfono, no sé a quién se le ocurriría llamarme a altas horas de la madrugada, pero de un intento estiro mi mano y logró tomar el móvil, había dejado de repicar y al parecer me estaba llamando un número desconocido.

—Quizá el dueño de la línea se ha equivocado. —pensé, mientras dejaba mi teléfono a un lado de la cama.

Una punzada en el pecho me indicaba que esa llamada no era casualidad, por un momento pensé que algo debía estar fuera de lugar. No suelo ser exagerada pero en estos momentos preferiría salir de duda. Me digne a llamar.

3:31 AM

—¿Hola? —dije después del tono.
—¿Hay alguien ahí? —volví a hablar, se escuchaba una respiración agitada y lo demás era un silencio extraño, por un momento pensé que no tendría respuesta hasta que...

—Maya, necesito que sepas algo. —dijo esa voz inconfundible.

—¿Qué sucede, por qué me llamas de este número? —pregunté.

—No todo es lo que parece, no tengo tiempo... —hizo una pausa y luego una respiración profunda, de tal manera prosiguió —mira Maya, quiero que olvides que tienes esta llamada y sigas durmiendo, confía en mí. Mañana nos veremos y te lo cuento con más tranquilidad. —hablo de manera firme.

Esas palabras despertaron preocupación, quería confiar en el, lo he hecho desde los 12 ¿debería hacerlo ahora, no? Salvo que ahora algo me da mala espina a decir verdad, el no se comporta de esa manera, algo le preocupa...

—Prométeme que mañana me contaras, júrame que no estás corriendo peligro, ¿vale? —espete algo nerviosa.

—¿Hola? ¿sigues ahí?— volví a decir sin obtener respuesta alguna.

Después de esa llamada conciliar el sueño se me hacía difícil, miles de pensamientos pasaban por mi mente creando así muchas preguntas, decidí darme un respiro y confiar en él. De esa manera me calme y pude dormir con un poco de intranquilidad.

4:05 AM

El teléfono volvió a sonar y esta vez sí lo tome y conteste, no se escuchaba nada a parte una respiración muy calmada.

—¿Quién es? —dije con voz adormilada

—Deberías dejar de dormir y venir a recoger algo que ya no me interesa —dijo una voz desconocida.

—¿Quién está hablando? —repetí un poco molesta. »No iba a aguantar bromas telefónicas a estas horas«

—Tu paquete está en el instituto, cariño —Hablo de manera firme y luego colgó.

Si antes no estaba tranquila ahora menos, estaba intrigada, algo en mi me decía que debía ir, odio ser tan curiosa a veces, pero despertaban mis ganas de saber qué sucedía con Mark y quizá esa llamada esté relacionada con lo que oculta.

Minutos después de la llamada ya iba camino a la dirección que me habían enviado por mensaje, al parecer mi presunto paquete estaba en el instituto Hall.

4:56 AM

Ya había revisado la mayoría de los salones, entrar al instituto fue sencillo, quien sea que me este esperando aquí ya me había dejado la entrada trasera abierta. Lo único que me faltaba por revisar era la cancha central y la cafetería.

Iba camino a la cancha cuando comencé a creer que esto era una broma, un mal chiste y tonto juego... —Debí quedarme en casa —pensé. De todas formas ya iba entrando por la entrada principal cuando empiezo a escuchar unas pisadas desde dentro, mi corazón comienza a acelerarse y mi respiración deja de estar calmada, entro con el mayor sigilo posible y me topo con un rostro conocido, era el director que estaba en frente de mi, estaba entrando por la entrada trasera de la cancha.

Sigo caminando y siento el olor a hierro, un olor conocido, hasta que me aproximo y lo primero que observo es un charco de sangre, a unos metros estaba un cuerpo que yacía muerto, al ver eso mi respiración se volvió agitada y mi corazón latía a mil por hora.

—¿Que clase de juego es este? —pensé. Al acercarme más me di cuenta que el cuerpo que estaba en el suelo era mi mejor amigo, tenía unos cuantos golpes en la cara y rasguños en el cuerpo, como si fuese intentado huir del asesino y este lo fuese atrapado.

Me acerqué al cuerpo y quede frente a su padre, el director Hitman. Estaba en colapso mi cuerpo ya no se movía, me encontraba a una distancia suficiente para notar que le habían clavado un cuchillo en la garganta, y así deduje que su muerte fue por desangramiento al instante, solo sentía mis lagrimas brotar de mis ojos y mil recuerdos pasar por mi mente, mientras escuchaba los sollozos de su padre.

Así comenzó el juego.

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