El aeropuerto de Córdoba es tan rechico que vi a Ibizo altiro a la distancia. Ahí estaba parado, con
lentes de sol y su metro noventa al viento cordobés. Tenía en su mano agarrada la maleta, mirando a
todos lados como si en cualquier momento fuese a pasar un lanza a choreársela.
Me di la tremenda vuelta para que no me viera. Pasé por detrás de un montón de remiseros que me
ofrecían taxi casi con desesperación. Me paré detrás de él sin que me cachara, y le agarré la maleta
con toda mi fuerza guarenil.
-¡... Hijoputa!
Y entonces me miró, yo lo miré, y sonrió con sus largos dientes conejiles y me dio un abrazo que
me levantó un centímetro del suelo. Solo un centímetro, mi peso no da para más.
-¡Mira adónde me vine por ti! -fue lo segundo que dijo-. Espero que la ciudad sea más linda
que este aeropuerto.
-No seai pelador, Ibizo, si te escuchan diciendo esa weá te van a castrar estos argentinos. Son
bravos. -(Y minos.)
Me miró y luego evaluó el entorno.
-Estoy cagadísimo de hambre.
Y entonces recordé.
-¡DIME QUÉ MIERDA PASÓ CON EL ESPAÑOL!
Noté que pensó un poco antes de responder.
-Nada importante. Pasó a preguntar por ti y le dije que no tenía puta idea -declaró, mientras
empezamos a avanzar hacia los remiseros. Noté que caminaba medio raro.
-¿Fue a tu casa? Dios mío -dije, recordando mi sueño-. ¿Por qué chucha no te conectaste a
WhatsApp en tres días? -insistí-. ¿Y por qué estás caminando como weón?
-Me he cortao mal las uñas de los pies -respondió, ignorando la otra pregunta.
Llegamos donde estaban los remiseros y se nos tiraron como pirañas.
-¿Remises? ¿Remises? ¿Necesitan remises?
-¿Qué diferencia tiene un remís con un taxi? -le preguntó Ibizo al remisero.
-El remís es verde. ¿Necesitás remís?
El weón prácticamente nos empujó dentro del auto. En dos segundos las maletas de Ibizo ya estaban
atrás y estábamos saliendo de Pajas Bravas (sé que se llama Pajas Blancas, pero Pajas Bravas le da
el toque).
-Cuéntame, porfa -supliqué-. El Español me mandó unos WhatsApp que me dieron cuco. Lo
tuve que bloquear de todos lados.
-¿Qué te dijo? -preguntó Ibizo, interesado, adoptando una extraña expresión.
-Que te iba a reventar.
Ibizo se quedó callado unos momentos con una expresión rarísima en la cara. Me di cuenta de que
el remisero iba parando la oreja.
-Ok, aquí va.
Se quedó callado un par de segundos para darle suspenso, antes de proseguir.
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PEPI LA FEA 2
Teen FictionSinopsis Pepi ha vivido grandes aventuras: viajó a España y se arriesgó por amor, conoció a una serie de amigos y se enteró de varios secretos. Sin embargo, todavía le queda mucho por vivir. En esta segunda parte, Pepi nos cuenta el verdadero secre...