Que hablaron de niños

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INUYASHA NO ME PERTENECE, PERO LA HISTORIA SI.

Serie de Drabbles que tendrán conexión entre si

Una primera Vez.

ACTO 8

Que hablaron de niños.

¡No podía estar pasando!

¿O sí?

Pero bueno, es lo mínimo que podría esperarse de pasar la mayor parte de las noches, desnudos.

No es que ella no sabía que no pudiere pasar, pero bueno, Kagome se puso alguna vez a hablar con Bankotsu sobre ello.

Tenía un ligero atraso en su puntual periodo menstrual.

¿Acaso....tenía un embarazo en puerta?

Igual, eso le había alertado, porque nunca le pasaba y eso de alguna manera la alarmó.

Simplemente se había casado con el moreno sin tener en consideración estas cosas. Nunca hablaron de esto. Y Kagome pues, no sabía como encarar la cuestión. La verdad nunca había pensado en esto, y tampoco sabía que pensaba Bankotsu.

En el hipotético caso que sus sospechas fueran ciertas.

¡Como extrañaba esas prácticas pruebas express de embarazo que se inventarían dentro de 500 años!

¿Cómo lo tomaría Bankotsu? ¿Le gustarían los niños?

Bueno, suponía que al contraer matrimonio, venían implícitas también, aparte del placer de su mutua compañía, una serie de obligaciones y responsabilidades. Pero bueno, ¿Cómo tenerlos en cuenta si nunca los habían hablado?

Siguió picando las verduras de la sopa que estaba preparando para el almuerzo de Bankotsu.

Ya vería de sonsacarle información.

#

Puntual al mediodía, vino llegando Bankotsu del trabajo.

Había afianzado un trabajo con la barca que tenía y trasportaba gracias a ella, desde personas hasta mercancías.

Al principio le había aburrido pero luego le había tomado gusto, más que nada ya que por ahora, ya no podía retomar las andanzas de antes, y matar demonios implicaba alejarse demasiado de casa.

Además con eso mantenía su hogar, porque Kagome no se animaba a cobrar por enseñar a leer y escribir a los niños de la aldea, ni tampoco por sus trabajos de sacerdotisa y curandera.

Es más, muchas veces, los gastos las absorbía ella. Bankotsu no le decía nada y simplemente la dejaba hacer.

Pero él si tenía sentido de responsabilidad.

Y junto con sus hombres mantenía un sistema de trabajo que se había afianzado.

Por las tardes, iba a almorzar junto a Kagome, dormía una siesta y por la tarde regresaba al trabajo.

Esa era su rutina diaria.

Ese mediodía, luego de que Kagome le sirviera su plato de pescado asado con una sopa, y Bankotsu no dejaba de contar lo furioso que le ponía el nuevo timonel que tenía, y que ganas no le faltaban de arrojarlo por la borda, éste no pudo dejar de notar la falta de interés o distracción de su esposa.

― ¿Y a ti que te pasa?―inquirió el moreno, engullendo un trago de sopa

―Nada...solo...―tartamudeó la joven

―Suelta lo que tengas que decir, Kagome. Aquí no hay extraños.

Kagome lo pensó un rato y no sabía como empezar.

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