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Llegó el Lunes, me había olvidado completamente de todos los trabajos prácticos que tenía para este día, realice algunos de ellos, el resto no me importó.
Esa mañana me desperté perdidamente de mi entorno, era ella y solamente ella.
Mientras se encontraba en el colegio, me envían mensajes, me dijo que que quería verme y que me daría un abrazo el miércoles porque el martes no tendría sus horas extra. En ese momento me encontraba en la cocina ayudandole a mi mamá a preparar el almuerzo, cuando recibí ese mensaje sonreí tan grande que mi mamá me preguntó, ¿Que te sucede hijo? En ese momento no sabía que responderle, solamente le respondí con una sonrisa y me fui hacia mi habitación, en el camino me mordí los labios, solté un suspiro, me sonrojé, y luego salté de la felicidad. Una vez en mi pieza le contesté y le contesté que con mucho gusto quería verla y recibir su abrazo.
Estos dos días fueron eternos, no veía la hora de verla y poder abrazarla con fuerza.
Ese miércoles hacia mucho frío, mis dedos se congeleban. Esa misma noche, para amanecer al miércoles no pude dormir de lo emocionado que estaba por verla. Durante la mañana mi mamá y mi hermana me preguntaban que me había pasado, por qué estaba tan feliz.
Me dirigí temprano hacia la parada del autobús, durante el viaje hacia el colegio no podía detener mi sonrisa, mis mejillas estaban petrificadas, mis ojos llenos de felicidad y mi corazón por salir del pecho. Bajé del colectivo, fui hacia el colegio a pasos agigantados. Cuando llegue a la entrada presenté la sensación de que alguien me estaba observando, se me ocurrió levantar mi cabeza hacia arriba, hacía el balcón y sí ella estaba allí arriba con su abrigo negro, con su pelo suelto, si sonrisa encantadoramemte hermosa. Al instante que nos saludamos mi sonrió y me saludó; de inmediato corrí por las escaleras para ir a verla, cuando iba por el pasillo para ir al balcón pude ver su espalda, su estatura era perfecta, al instante mis ojos se enamoraron de su cuerpo. Cuando me acerqué, respire profundamente y tome la iniciatiba de la charla.
- Hola Mariana, ¿Cómo estas? ¿Cómo estuvieron las clases?
- Ey, hola Mariano, yo estoy re bien ¿Y vos? -De inmediato ella se balanceó sobre mi y me dio un abrazo; nos quedamos unos minutos abrazandonos, yo cerrando los ojos, sientiendo paz y amor en mi corazón, disfrutando del momento, le decía- Gracias por estos minutos junto a vos, necesitaba este abrazo tuyo, necesitaba conocer a una persona como tu.
- No hay de qué. Creo que yo necesitaba conocerte, a una persona como vos -Respondió sonriendo y con unos brillos en sus ojos muy radiantes; arreglandose su cabello y mirándome fijamente- ¡Wow! Mis papás me están esperando abajo, lo siento debo irme. Quisiera verte mañana.
- Con mucho gusto. Me fascinó éstos minutos contigo, lo esperé todo el fin de semana.

De inmediato tomé su mano, nos dimos otro abrazo y nos despedimos con besos en las mejillas, nos despedimos y cada cual siguió con lo suyo.
Ya en la clase de historia no podía dejar de pensar en ella, no dejaba de sentir esa sensación de sus brazos enrrollados sobre mi torso, su estatura esa perfecta. Tenerla frente a frente fue maravilloso, observar cada gesto y cada milímetro de tu rostro; absolutamente estaba enamorado de ella.
Durante todo el día no paramos de hablar sobre el abrazo que nos dimos en el balcón; comentábamos que fue muy lindo, relajante y adictivo.
Todos mis compañeros, hasta uno de mis profesores, se burlaban de mi estado de felicidad, de mi alegría que era provocada por una persona magnífica.

Obsesión de un joven enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora