Prólogo

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Ahí estaba, jugando con el lodo. Tan sucio y tan hermoso a la vez. Me pregunto como hay tanta perfección en un casi adolescente de 14 años jugando con sus demás amigos en un guerra de lodo.

Tenía tantas ganas de acercarme y avetarle un balde de agua para limpiar la suciedad y así poder dar un gran abrazo.

"Si, Vi. Seguramente no pensará que eres una chica rara después de haberlo mojado y después darle un abrazo cuando no siquiera sabes su nombre."

Me dije a mi misma después de darle lógica a lo que estaba pensando.

No, no seré la chica rara a ojos del chico más guapo del mundo. Me decidí a darme la vuelta he irme antes que notará que llevo como diez minutos mirándolo.

Me gire sobre mis talones para salir de allí y di marcha de regreso a casa.

- ¡Cuidado!- Grito alguien a mi espaldas. Di la vuelta para ver de que se trataba y solo sentí como una bola de lodo cayó justo en mi cara.

Escuche varias risas por parte de los que estaban jugando y eso solo hizo que la vergüenza se hiciera que el tono rojizo de mi mejillas aumentará, aunque realmente, no se notaría mucho por el lodo que ahí en mi rostro.

Escuche como alguien se acercaba corriendo pero no sabia de quien se trataba pues tenía los ojos y el resto de mi rostro aún con lodo.

"Que sea el, por favor."

Claro como si ese chico le fuera a importar.

- Lo siento mucho, yo solo... - si es el me muero. Tiene una voz perfecta.- Perdón.

- Esta bien. - Dije escupiendo un poco de lodo para poder hablar. - No fue nada, me hacía falta una mascarilla de barro, dicen que son muy buenas.
- Dije sarcásticamente.

- En verdad no fue mi intención, por favor, déjame ayudarte. - Dijo limpiando mis ojos con lo que parecía ser una toallita húmeda.

"Si es él."

- Me llamo Alex.

- Vi.

Y creo que ahí fue donde todo empezó...

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