CAPITULO XI " PREPARATIVO"

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2 SEMANAS DESPUÉS.

Todo seguía igual. Ghalib se despertó como las últimas dos semanas —de malas— y mandó a Nadia a decirme que tenía que salir temprano, que mis clases de danza serían para después, ello llevaba diciendo dos putas semanas.

Ya me ha hecho varias estos quince días, me puso a cuidar a sus perros, me dejó plantada dos veces con la camioneta lista a la hora que él indicaba, se fue esas dos veces con Adam como su custodio principal.

Me toma de su secretaria, recepcionista, me hacía esperar horas afuera del club de tennis.

Exhalo resignada y me visto para el trabajo, ahora veamos con qué sale el nene.

Salgo para preparar la camioneta y espero a Ghalib en la puerta de la camioneta, en cuanto sale, la abro para que aborde, lo hace y ni siquiera me mira, la misma maldita actitud de los últimos quince días.

Frunci el cejo ¿Y a éste que le pasa? En fin. Abordé la camioneta y por más que busco tener contacto visual con él eso no ocurre, clava su mirada en la tablet y nunca voltea a verme. Cuando llegamos a Hassán's Tower le abro la puerta y ahora sale con la mirada clavada en su móvil, hace unas llamadas mientras camino detrás de él hasta el piso donde se cuentra su oficina.

Truena los dedos un par de veces y los guardias que estaban en la entrada me detienen.

—¿Señor Hassán? —digo mosqueada, este tipo. Se detiene unos pasos después y se quita el móvil de la oreja, entonces me mira.

—¿Desde ahí puede vigilar bien? —vuelve a colocarse el móvil en la oreja, me quedo como estúpida mirándolo con la boca abierta, exhalo y busco un lugar en dónde sentarme. Saco mi móvil y miro los mensajes de Day:

"'¿Qué tal tu jefe? ¿Ya te lo comiste?" —ruedo los ojos y respondo.

"A veces es tan idiota que de verdad no puedo con él".

"Vamos, no puede ser tan malo, además está sexy, lo he visto en la internet, es una persona demasiado poderosa".

"Sí, pero es un maldito bipolar, hace unas semanas estaba bien y a los diez minutos ya le estaba gritando a su guardia de seguridad".

"¿Al bombón de Adam? Dile que tenga cuidado, sino le tiraré los dientes".

"¡Es tan irritante! Pero necesito trabajar dos meses más para conseguir cuarenta mil dólares libres que necesito, vamos cuatro de ocho".

"Eres la mejor persona que he conocido María, eres lo que ya no hay, vales mucho, amiga, de verdad".

"Gracias por alentarme, pero espero que el árabe no me saque de quicio de otra manera lo golpearé y después me iré sonriendo de su palacio".

"Es buena idea, yo te ayudo a patearle ese seguramente rico trasero".

"Eres de lo peorcito que hay, Dayanna".

Al momento de mandar el mensaje mi móvil suena, no reconozco el número pero igual respondo, podría ser importante.

—¿Diga?

—Señorita Vega —se me mojan las bragas de inmediato, su voz es aún más profunda y sexy por teléfono.

—Dígame señor Hassán.

—Creo que le pago muy bien para que esté atenta de mi seguridad, no para que esté mensajeando con sus amistades en el trabajo.

Trago saliva.

—Lo siento, no volverá a pasar —entonces me cuelga, hijo de puta.

Me duele la cabeza y trato de calmarme porque eso para mí nunca es bueno, trato de relajarme, pero no puedo. Minutos después aparece la rubia que había visitado a Ghalib aquella vez en los últimos quince días, Isabella era su nombre si no recuerdo mal.

Saludó a todo el mundo, me saludó a mí y yo solo me limité a verla caminar y mover su flaco trasero mientras se dirigía a la oficina de Ghal.

Viré los ojos.

Ella está dentro con él prácticamente toda la mañana, en punto de las dos de la tarde, salen ambos, me jode los ovarios tener que seguirlo cuando estoy enojada con él, Ghal se percata de que los sigo y se detiene, se acerca a mí y deja chocar su cuerpo con el mío.

—¿Señorita Vega, le puede decir a Meredith que necesito todo listo para mañana? —asiento mientras la estúpida rubia me sonríe. Me muevo hasta el escritorio de Meredith que me recibe con una hermosa sonrisa.

—Dice cascarrabias que tengas todo listo para su festín de mañana —Mere me mira asustada.

—¿Cómo puedes llamarle así sin sentirte amenazada?

—Porque no le tengo miedo y tú tampoco deberías, nos vemos —cuando vuelvo a mirar al pasillo me doy cuenta de que se ha ido, me busco las llaves de la camioneta, el hijo de puta me las quió, joder, la que lo ha parido, no puede ser, ojalá le tiren a matar al desgraciado estúpido. Gruño, no tuve más remedio que volver a recepción y preguntarle a Mere.

—Mere, pregunta si el señor Hassán ha abandonado el edificio —la chica se comunica al estacionamiento, asiente y agradece.

—Sí, se ha ido con la señorita Isabella.

—Qué cabrón —mascullé, después pensé que si no me quería trabajando, podría sentarme aquí y relajarme un poco, pero no, estoy tan enojada que decido tomar un taxi y, llorando por la rabia, vuelvo a la mansión.

Adam me mira desde el jardín y se acerca.

—¿Qué pasa?

—Me odia Adam, no sé por qué me hace esto, estoy hasta de que se burle de mí, me distrajo, se llevó las llaves de la camioneta y se ha ido —Adam se acerca y me abraza.

—Tranquila, ya sé que es un pesado odioso, pero debes ser paciente.

—Sigo aquí porque necesito demasiado el dinero, Adam, sino ya le hubiera roto la cara y largado de aquí.

—Te entiendo.

—¿Hace cuánto llegó?

—Veinte minutos.

—Cascarrabias de mierda —mascullo, no estoy de humor. Camino a mi habitación y ni siquiera salgo a cenar, no quiero verle la cara, aunque sé que en cuanto amanezca tendré que hacerlo, así que se me va un tiempo mirando el reloj, pasar hora por hora, minuto a minuto y en algún momento me quedo dormida.

Despierto sin muchas ganas cuando suena la alarma a las siete treinta, me meto a la ducha, me visto para el trabajo pensando en lo que pasará ésta noche, abro la puerta y lo primero que encuentro es una bonita sonrisa oriental.

—Hola Mary ¿Lista para bailar? —asiento sin muchas ganas, miro de lejos a cascarrabias dando órdenes, para que lo que, déjenme aclarar, es buenísimo.

—Claro.

—Será una buena noche, quítate eso, no saldrá, así que descansa o haz lo que quieras, nos vemos —vuelvo a mi habitación y me pongo algo deportivo para poder ir al gimnasio. Miro un tubo fuerte, brinco para colgarme, entonces subo y bajo.

Estoy tan enojada que podría romperle los dientes tan bonitos que tiene. Me coloco los audífonos y subo todo el volúmen mientras suena "Supremacy" de Muse.

Subo y bajo con furia, después me suelto, miro el saco de box y es fácil imaginarme que es mi jefe. Lo pateo y golpeo, me muevo rápido, sigo la rutina hasta que me mareo.

No, no, no, no, todo bien, todo bien.

Sacudo la cabeza y vuelvo al ataque, esta noche será de las más largas de mi vida, permanezco en el gimnasio toda la mañana y parte de la tarde, quiero verle la cara a mi jefe lo menos que se pueda. 

►𝘊𝘭á𝘶𝘴𝘶𝘭𝘢 1◄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora