CAPITULO XIII "DÍA DE AVENTURA"

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Me costó media noche conciliar el suelo, afortunadamente, Ghal se había quedado dormido y no despertó nuevamente. Me preocupaba lo que había visto, por eso cuando le dije que unas pastillas podrían encargarse de su sueño, dijo que no es suficiente.

Lo miré durante unos minutos, tal vez horas, dormir. Sus labios estaban ligeramente separados, su respiración profunda y regular, suspiré mientras me daba cuenta de que había podido dormir mientras los truenos caían una y otra vez sin saltar de la cama como era mi costumbre... Oh Mickey, los truenos me lo recuerdan todo.

Un suspiro tembloroso me anunció que Ghal estaba despertando, abrió los ojos y ronroneó muy gracioso, me reí para después besarle la mejilla.

—Buenos días jefe —sonrió y creo que eso significaba un "buenos días" también, se frotó los ojos de manera muy tierna, me besó la frente y corrió al baño, después de unos minutos apareció ya duchado, se acostó a mi lado y me clavó la mirada.

—¿Qué sucede? —le dije al borde de los nervios, se queda mirando atento y su rostro se tensa, mueve mi mentón con su dedo índice y me mira el cuello, mierda, traga saliva.

—¿Yo te hice eso verdad?

—No te preocupes, estoy bien —cierra los ojos con pesar y se levanta de la cama, me da la espalda, y baja la mirada.

—Pude hacerte daño.

—No soy ninguna mujer indefensa Ghalib, además me soltarte porque yo también te pegué.

—No te creo.

—Así fue, quisiste salir de la habitación, forcejeaste conmigo, me tomaste del cuello, te golpeé la cara, creí que habías reaccionado, te arrodillaste y te quedaste allí unos minutos, después te traje aquí y me pediste que me quedara ¿No lo recuerdas? —niega con la cabeza, avergonzado.

—Lo siento, lo siento mucho MaJo.

—No eras tu definitivamente, no sé, ni tengo idea de que es lo que haya pasado contigo, pero lo que sea, podrás con ello siempre que quieras.

—Tenía que esto pasara, lo temí 20 minutos después de que estuve contigo, temí que conocieras esa parte de mi... y ahora mira el resultado, para la otra podría tomarte dormida.

—Ghal, no seas duro contigo mismo.

—No es que sea duro conmigo mismo, soy muy destructor cuando estoy en mis lapsus de demencia.

—No estas loco Ghal.

—Estoy cerca de eso, los últimos quince días que no te permití entrar aquí fue por esto —me muestra las marcas en sus muñecas, marcas que dejarían en las manos de una persona que ha sido esposada y lucha por liberarse de ellas. Dios... no.

—Te sujetan a la cama —le digo aún perpleja.

—Soy peligroso de por si, y en ese estado, soy letal MaJo, he hecho mucho daño en esas condiciones, me he hecho mucho daño

—Ghal... —no puedo evitar las lágrimas, acaricio las marcas de sus manos y lo abrazo.

—No sé si sea correcto MaJo, lo más seguro es que salgas herida de esto, y no te garantizo que sea de una sola forma.

—¿Y que pretendes? ¿Dejar esto? Si apenas comienza Ghal.

—No, no lo sé, no debería, pero no puedo detenerme, no quiero hacerte daño.

—Entonces no me dejes —le beso, me acaricia el vientre y del lado derecho de mi abdomen se encuentra con un mal recuerdo, frunce el cejo, se aparta y me echa un vistazo, una cicatriz, me mira.

►𝘊𝘭á𝘶𝘴𝘶𝘭𝘢 1◄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora