Rebeca
—¿Puedo hacerte una pregunta?
—Ya lo hiciste.
No se había movido ni un sólo centímetro, seguía dándome la espalda y su voz se escuchaba amortiguada por la almohada.
—Pues serán dos entonces ¿Qué te pasó anoche?
Suspiro.
—No son cosas que debas saber.
—Tienes razón... No son cosas que yo deba saber— me levanté de la cama — la próxima vez te dejaré dormido en el piso de la cocina.
Creo que me merezco una explicación por casi morir aplastada por él y me contesta como si yo tuviera la culpa de todo lo que está mal en el mundo.
Camine hasta la puerta y cuando tome el pomo de la puerta habló.
—Encontré a mi novia teniendo sexo en los vestidores con uno de mis amigos.
Lo miré sorprendida.
—Mierda.
—Lo se.
—Lo siento mucho.
—No hay nada por que disculparse —se pasó las manos por el cabello dándome una sonrisa triste — tu no pusiste él pene de un idiota en su boca.
—Supongo que no — reí — solo trataba de ser empática contigo.
—Entonces gracias... Creo.
—¿Te sientes bien?
—Tengo dolor de cabeza y mucha sed, pero ninguno de los dos se me quita — gruño.
Pero ambos sabemos que no me refería a eso
—Algo debes de estar haciendo mal — empece a remover en los cajones.
—Tome una aspirina como a las tres pero...
—Advil, no aspirina, el agua no va a funcionar necesitas sueros para que se te quite la sed y necesitas comer; Toma un baño, desayunamos y vamos de compras.
Asintió.
Subí a mi habitación para arreglarme, baje para hacer un desayuno rápido, malteadas de chocolate y HotCakes, termine de servir los platos cuando Daniel entro a la cocina.
Tome dos pastillas de la cajita azul y las coloque junto a su malteada.
—Tomalas.
—Si, señora — Hizo un gesto militar con la mano y se tragó las pastillas.
A medio desayuno lo mire.
—¿Llevaban saliendo desde hace mucho?
—Desde hace dos años...
—Diablos.
—¿Sabes que fue lo peor? — dice mientras corta con furia un trozo de HotCake — Que justo ayer era nuestro jodido aniversario.
—¡Que perra! — Suelto de pronto — perdón.
—Descuida — niega — lo es.
Tenía la mirada clavada en el plato mientras jugaba con el contenido de éste, con mi mano izquierda libre toque la suya.
—Todo saldrá bien hombre, solo tiene que pasar un tiempo para sanar.
Apretó mi mano y me dió una sonrisa que no le llegó a los ojos.
Sonó Sparks de Hilary Duff en mi teléfono, solté su mano con delicadeza y lo mire interrogante para saber si no le molestaba que contestará.
—Ire por un abrigo, gracias por el desayuno.
En cuanto salió de la cocina, atendí.
—¿Diga?
—¡Becca!— me sobresalte al escucharla gritar en mi oído.
—Jess ¿Qué sucede?
—Ethan me invito a irme de viaje.
Reí.
—¿A donde van a ir esta vez? ¿Hawaii? ¿Alaska?
—Nos iremos tres semanas a... ¡La India! ¿Puedes creerlo?
Escupí la malteada que había tomado recientemente.
—¿Qué?
—Yo tambien creí que me tomaba el pelo pero ya estoy haciendo la maleta.
—Iba a pedirte que me acompañarás a Seattle, la próxima semana — Me queje.
Debo vender el boleto lo antes posible o ver si puedo devolverlo.
—Lo siento tanto... ¿Quieres qué me quede?
Podría decirle que sí, que se quedara, pero en su tono de vos escuchaba el esfuerzo que ponía en tomar esa decisión y no podía ser tan mala amiga cómo para pedírselo.
—¿Estás bromeando? ¡Por supuesto que no! Tienes que ir.
***
—¿Estas lista? — me sobresalte al escuchar la vos de Daniel.
***
—¿Ese quien es?
—Jess, tengo que irme ahora pero nos vemos mañana en el café de siempre a las dos ¿Si?
—Seguro, cuídate.
—Y tu.
Colgué.
—Dame un minuto.
Subí corriendo a mi habitación para tomar mi bolso, baje rápido y continuamos nuestro camino hasta el estacionamiento donde esta el auto de Daniel.
—Adelante.
Lo mire y abrió la puerta del copiloto para mi, le sonreí.
—Gracias.
