El inicio de todo

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~En la EggBase~

— Otro plan fallido, otro robot vencido, honestamente me estoy hartando de lo mismo, Orbot. Siempre, siempre y siempre el maldito erizo me acaba ganando —decía el malvado genio, bastante desganado y decepcoionado de sí mismo—.

— Señor... si tan solo pensara... no sé en algo menos... ¿predecible? Tendría aunque sea un poco más de éxito.—Respondía uno de los robots parlantes que acompañaba a Eggman.

— Yo creo que debería hacer otro robot como el ultimo, mi señor, sólo que en vez de lanzar llamas de fuego... ¡lanzaría unas de verdad! —comentaba el robot de intelecto menor a Orbot, Cubot—. Imagine como escupirían en la cara de ese erizo ¡También en sus alimentos!

— ¡Callados ambos! —Gritó Eggman—. No necesito consejos inútiles de dos pequeñas... ah...—se rendía a discutir por tal pequeñez—. Sólo... quisiera que alguna vez un buen plan saliera de esta ingeniosa cabeza para poder destruir a ese erizo...

— ¡Nosotros le diremos que hacer, señor!—Exclamaba el de cabeza cúbica—. ¿Qué tal un cambio de imagen?

— ¡No!—Respondió Eggman.

— ¿Qué tal un nuevo color?

— ¡No!

— ¿Una nueva táctica de ataque?

— ¡No!

— Que tal...—Seguía el de cabeza esférica—. ¿Un Infiltrado en el Sonic Team?

La propuesta de aquella máquina había dejado a Eggman perplejo, haciéndole pensar el cómo es que no se le había ocurrido antes, era simplemente perfecto.

— Sí... ¡SÍ! Por una vez en la vida sirven de algo. Ahora, por haberme aportado esa grandiosa idea, merecen una recompensa —dijo Eggman, mostrando una generosidad bastante no fiable—.

— ¿En serio? —Preguntaba Cubot—. ¡Entonces yo fui quien le dio la idea!

— Bien pequeño...—Respondía el bigotudo— tu recompensa será... ¡Un día en un sauna! —Exclamó el científico con una deslumbrante sonrisa dibujada en su rostro, que había estado ahí desde que le habían dado la idea.

— ¿Sauna? ¡Wow! ¡Siempre lo quise! ¡Muchas gracias señor! —salió dando brincos de aquella habitación, dejando solos a Eggman y Orbot—.

— Pobre...—susurró Orbot—.

Ahora, el lío sería... ¿Quién sería su infiltrado? ¿Lo construiría? ¿Lo contrataría?

— ¡Ahora tú, sal de aquí! —ordenó Eggman al proveedor de la idea anterior—.

— No me sorprende — dijo para si mismo, saliendo por la misma puerta por la que minutos antes, había salido Cubot. E incluso se llegaron a oír ciertos refunfuños en contra del genio por parte del robot de cabeza esférica y roja—.

— Ahora...— Decía Eggman para si mismo en voz alta—, ¿Quién sería ideal para ayudarme a espiar al Sonic Team y por fin de una vez destruirlos? Todos son unos idiotas que me dejarían los primeros días, además de que ninguno tiene el espíritu del mal que poseo yo. Aunque... solo un Robotnik tendría la capacidad necesaria.

¡Y esa era la respuesta! ¡Un Robotnik! Pero lamentablemente Eggman no se encontraba en el punto más favorable, siendo que no tenía parientes de sangre más que su difunto querido abuelo Robotnik. Y su también difunta prima, Maria Robotnik. Muriendo su hermosa prima en el incidente del ARK. Y su a abuelo, del cual no tenía mucha información además de que había jurado venganza en contra de Mobius por la muerte de María; sí... esa vieja historia cuando "contrató" a Shadow.

— No queda nadie... hmmm... entonces, solo hay una solución.

Luego de eso, se puso a diseñar planos y a llamar a Orbot y Cubot para que lo ayudarán con su plan maestro.

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Pasados varios días, nuestro Doctor favorito ya había acabado la máquina que necesitaba para efectuar su plan.

— No he dormido en cuatro días y tres largas noches construyendo esto... ¡ESTO QUE ME HARÁ CONQUISTADOR ÉSTE MUNDO! —exclamaba muy confiado, nuestro genial malvado favorito: Ivo—.

— Zzz, No Cubot, el señor no es malo, sólo es un rufián...Zzz —decía el robot de cabeza roja—.

Al oír tan denigrante comentario, el cabeza huevo le lanzó la llave inglesa que sostenía, arrojándola con tal fuerza que el pobre robot había despertado de un salto.

— ¡Si señor, una hamburguesa con papitas bien saladas! —exclamaba y despertaba el cabeza cúbica, muy exaltado—.

— ¡Idiota! Pásame la llave inglesa. Es tu culpa que tu estúpida cabeza cúbica choque con ella.

— Sí señor...—decía con desgana el robot, no había manera, se tenía que aguantar los constantes abusos de su creador—.

Cuando éste le pasó la llave inglesa, Eggman se la arrebató de las manos y empezó a trabajar. Por fin, su amada "arma" estaba lista para ser utilizada.

— ¡Al fin! Ahora... —presionó unos cuantos botones que emitían diversas luces—, faltan 180 segundos y pasará ¡Al fin pasará! ¡Ojojojojojo!—. Empezaba a reír con su típica risa "malvada", que más que malvada, parecía una de Santa Claus.

— ¡Orbot, Cubot! —llamaba a sus creaciones— ¡Rápido que no tengo su tiempo! Cuando en esa pantalla señalen los 40 segundos restantes presionarán este botón y me quitarán de la calva el casco que llevaré —dijo señalando aquel botón rojo y grande, muy obvio—. No deben ser menos o más que 40, más les vale hacerlo correctamente o...¡los desarmare tuerca por tuerca sin piedad!

— ¡No señor, todo menos eso! —suplicaban al unísono ambas creaciones—.

— ¡Pues entonces háganlo bien!

Y pasado ya un minuto, Eggman se posó encima de una X marcada visiblemente pintada en su piso, libre de toda suciedad... Se colocó un casco metálico que se veía bastante pesado, pero logró aparentar que su peso no le afectaba.

— Faltan 30 segundos... ¡para los 40! —gritó el cabeza roja—.

En ese transcurso de tiempo, el casco que Eggman se había puesto empezaba a brillar, era una luz muy tenue.

— ¡Cinco!

— ¡Tres!

— ¿Tres? —cuestionó Orbot—.

— ¡Tres! —respondió Cubot, aleteando—.

— ¡Uno!... ¡Yo pido el casco! —exclamó Cubot presionando el dicho y tan redundante botón, para luego estar sumamente asombrado por las luces que emitía el casco. Eggman les hizo la seña para que de una buena vez le quitaran el igual redundante casco. Ni bien ambos pequeños robots lo hicieron, una luz en forma de rayo se dirigió a la velocidad de la luz hacia el científico que estaba de pie y que ahora hacía movimientos bastantes parecidos al Break Dance.

Una cortina de humo apareció de repente dejando confundidos a los robots. Ésta también ocultó por completo al inador que había emitido el láser.
¿Cuál era la función de este inador? La de convertir cualquier ser vivo, ya sea una planta o un humano, en lo que sería su forma animal, variando su resultado por algunas cuestiones de personalidad, o hasta elección.

Y eso era lo que quería Eggman, tomar su forma animal y ser él en "persona" quien vea como el Sonic Team era destruido.

Orbot... ¿El doctor habrá muerto? —preguntó a su compañero, denotando algo de tristeza y preocupación en su hablar—.

— No lo sé, Cubot —respondía el cabeza roja—. Tal vez su fealdad sí... pero déjame decirte, que el zorro que esta desmayado en la X... es bastante atractivo... me pregunto qué color han de ser sus ojos.

— El Doctor sí que se lució ésta vez —continuaba con aquella conversación—. Con este plan... sí ganará. Porque con ese cuerpo y su gran inteligencia, llegará a ser un infiltrado en el Sonic Team.

Actualizado y muchísimo más decente.

Un Infiltrado En El Sonic Team Donde viven las historias. Descúbrelo ahora