Silas

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(Último capítula de Sinners. Leed la nota del final, anda.)
Está narrado por Andrew, btw.

Drew: Estoy llegando. Espérame en la barra

Apoyé los codos contra la barra del bar. Desde esta posición podía ver la entrada y la pista de baile. Busqué a mi hermano entre el gentío.

Mientras tanto, Karma bebía ansiosamente los chupitos, con la mirada perdida. Estaba especialmente guapa esta noche, pero parecía estar a miles de kilómetros de aquí.

Me pareció ver a Drew al otro lado de la pista. La forma en la que se aferraba a su chaqueta de cuero nerviosamente me confirmó que era él. Iba apartando a la gente para poder pasar. No le quedaba mucho para llegar a dónde estábamos.

Miré de reojo a Karma. Estaba claro que no era su noche más animada.

Y que yo no la iba a ayudar a mejorarla.

—Voy a saludar a un amigo, ahora vuelvo.

No la di tiempo a replicar. Salí detrás del primero que detecté a una distancia suficiente como para darle privacidad a mi hermano y a Karma.

Supuse que era un chico de mi edad, más que nada por sus vaqueros apretados y la manera en la que se movía al ritmo de la música. Me daba la espalda y solo alcancé a ver su piel oscura y un pelo rapado casi al cero.

Es curioso como una persona puede resultar atractiva ya desde espaldas.

Estaba apoyado despreocupadamente contra una columna, así que cuando le di un toque en el hombro se sorprendió. Se giró casi al instante y, sin darle tiempo a decir nada, le abracé.

—Finge que me conoces, por favor —susurré, de tal forma que mis labios rozaron el lóbulo de su oreja.

Noté cómo su pecho vibró contra mí al reírse.

—¿Es esta una nueva técnica para ligar?

Su voz era profunda.

Y las voces profundas eran mi perdición.

Corté el abrazo y me aparté para poder verle bien la cara. Ojos marrones, labios carnosos, mandíbula afilada, pinta de niño bueno. Descrito así podría haber pasado desapercibido.

Pero por un segundo me costó recomponerme. Y es que había visto a gente guapa, a gente atractiva, a gente bonita y a gente que parecía sacada de un catálogo. Pero aquel chico tenía algo. Tal vez era por lo que había bebido en casa o por las luces, que engañan a cualquiera. Pero ahí estaba yo, Andrew McKenzie, sin saber qué hacer.

—Esto... —empecé a decir —. Le he hecho una encerrona a mi hermano y a su ex novia. Larga historia. Necesitaba una excusa para huir.

—Con que soy una excusa, eh. Vaya, estoy decepcionado.

Se acabó la copa que tenía entre las manos de un trago. Su nuez subió y bajó lentamente cuando tragó. Después dejó el vaso en una mesa a sus espaldas y me regaló una sonrisa de medio lado.

—Soy Silas Peterson —me tendió la mano y se la estreché encantado.

—Yo soy...

—Sé quién eres —me interrumpió —. Andrew McKenzie. Y la chica con la que has venido es Karma Hale.

Sus palabras me sorprendieron. Sabía que no le conocía. Me acordaría de una cara como la suya. Pero, ¿me conocería él a mí?

—¿Cómo lo sabes?

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