Capitulo 4

159 12 0
                                    

Mis sábanas tiradas a un lado de mi cama y ahí estaba yo, en el piso de mi habitación. ¡¿Cómo rayos podía Justin Bieber caer de su cama?! Me levanté, estaba traspirando y raramente en boxers (me había dormido con una remera y un pantalón, que yo me acuerde). Estaba asustado, estiré las sábanas dejándolas arrugadas y fui a buscar la ropa. No soy como las chicas, ellas se esmeran en lucir bonitas. Los chicos no, tomamos lo primero en el armario y allá vamos, o al menos yo hago esto. Obviamente mi manager cree que debo vestir exactamente bien y medido, así que mandaba a alguien a ordenar mi armario: Lo formal arriba y lo casual abajo. Luego, en el armario de arriba dependía de la ocasión: Si era verano lo de invierno iba en ese armario y si era invierno lo de verano... Ya saben, creo que lo expliqué muy bien. Como sea, estábamos en pleno verano así que me puse algo normalito como para andar por ahí. 

Debía darme una ducha, así que dejé la ropa en la cama y me envolví con una toalla hasta llegar al baño, donde me la quité y entré en la ducha. El agua estaba más caliente de lo normal, como a mí me gustaba. Sentía pasos de tacones y risas, así que terminé más rápido de lo común, me envolví de nuevo en la toalla y salí, temeroso.

Ustedes no lo sabrán pero ¡es horrible encontrarte con chicas semi-desnudas en tu cama con tu ropa! negué con la cabeza tras verlas, eran las chicas de anoche. Me estaban fastidiando.

-¡¿Cómo supieron dónde vivía?!-pregunté, tomando mi cabello.

-Es fácil, Chris no los dijo y pues... ¿no te alegras?-Tomé más fuerte mi cabello.

-¿Qué? ¡Claro que no! ¡Fuera de mi casa ahora mismo! No se molesten pero de verdad, están locas, ¡fuera!-Las chicas tomaron sus vestidos y se fueron. Yo cerré la puerta detrás de ellas y volví a mi habitación.

Por Dios, el susto que me he pegado al verlas con mi ropa, espero que no hayan tocado nada y que no vayan por ahí hablando groserías de mí, cuando el que tiene que hablar groserías de ellas era yo, psicópatas. Pero, ¿cómo rayos habían podido entrar a mi casa? ¿Acaso escalaron? 

Me vestí y salí por ahí a caminar, pero no evité pasar frente a la casa de Selena. Se escuchaba música desde fuera, así que toqué al timbre para ver si estaba. Y estaba, abrió la cortina y sonrió, yo sonreí y abrió la puerta de su casa.

La chicas lucía un traje de conejo rosa como pijama, yo reí. Me gustaban las chicas informales que salen por ahí disfrazadas, y más si el disfraz era tan adorable.

-Selena, ven, vamos-Dije, pero ella levantó una ceja sorprendida-. Oh, si, vamos a por un helado, ¿qué te parece?

-Oh, pues, ven pasa-Tomó un control que abría la reja y yo pude pasar-. No pises el cesped.

Fui a su casa, cuando entré todo se veía de verdad muy limpio. Ella me saludó y me dijo que me sentara en el sofá negro que había allí. Era todo muy formal y no había nada que estuviera en el lugar donde no debía (menos por un libro en una mesa, Selena estaba leyendo). Me sirvió un vaso de alguna bebida que tenía por ahí y yo bebí, obviamente dije gracias porque tenía modales, no era un maleducado, por Dios.

-Bueno-Dijo, saliendo de su habitación ya vestida-. Gracias por invitarme, ¿eh?

-Oh, pues, tengo que despejarme. No sabes lo que me ha pasado hoy-Dije, levantándome y ella buscando las llaves.

-¿Qué ha pasado?-Me preguntó, mientras abría la puerta.

-Te cuento en el viaje.

Subimos a mi auto y le fui contando lo que me pasó en cuanto desperté. Las chicas, las sábanas, yo en el piso, mi traspiración, mis nervios, lo que elegí ponerme (aunque lo llevaba puesto) y al final lo de las chicas en mi casa, que seguía asustado y cosas así como para que sintiera penita.

-Por dios, ¿Dices que las conociste en un bar? Pues amigo, ahí puedes encontrar cualquier cosa-Dijo, riendo.

-Oh vamos, ¿no sientes pena por Justin Bieber?-Dije, sonriendo.

-Si, es verdad. Siento pena por tí, solo un imbécil puede referirse a sí mismo en tercera persona-Dijo, yo hice un gesto fingido de dolor.

-Ouch. Eso si duele, Selena. -Reímos-. Pues, llegamos.

Bajé yo y luego abrí la puerta para que saliera ella. Tranqué el auto para que no me lo robaran y entré a la heladería, ella pidió un batido y yo una paleta. Terminé antes yo, por lo que la miré mientras tomaba a sorbitos pequeños su batido.

-¿Te gusta? Porque puedo tomarlo yo si quieres...-Reí, ella miró su batido unas cuantas veces.

-Pues sí, es delicioso pero demoro demasiado en terminar algo.

-Puedo ayudarte si quieres, soy un genio en tomar batidos-Dije, ella rió-. Lo siento, soné presumido.

La abracé mientras ella reía, por lo que vi demasiados flash de cámaras delante de mí, los paparazzis comenzaron a sacar fotos, por lo que ella agachó la cabeza. Obviamente no se rindieron así como así, por lo que decidió mostrarse, disimuladamente. Yo besé su mejilla y ella sonrió, estaba ganando.


Eres míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora