5. Indiferentes

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Venus Le Brun en Multimedia

La vida de una chica que muy pocos conocían, ponía ser tachada como una vida sin preocupaciones y simple.

Ese era el caso particular de Eleanor. No más que un nombre en la lista de asistencia y una cara conocida en los pasillos.

Sus días pasaban de cosas insignificantes a catástrofes imperdibles.

Su vida era un cambio constante. Todo comento cuando su madre abandonó a su padre con una pequeña niña de tan sólo cinco meses. Ahora, más de 17 años después, la madrastra que había hecho el papel de madre por más de año y medio, se estaba yendo por la puesta trasera de su casa.

Camino a paso rápido y entró hacia la sala. Donde encontró al hombre viejo y arrugado sentado en el sofá con la vista perdida.

-Estas bien? - le preguntó.

-Una más que se va. - dijo nostálgico.

La chica dio unos pasos al frente y se sentó a su lado.

-No te preocupes. Estamos juntos, eso es lo importante.

Trato de darle ánimo mientras trataba de tapar su ligera tristeza con una sonrisa.

Cuando el hombre al fin se durmió, la chica imitó su acto.

Cuando estuvo en su cama, se dedicó a pensar.

Hizo un recuento de todas las mujeres que durmieron en la misma cama que su padre.

Desde sus 10 años de vida había visto pasar mujeres ante sus ojos, como la nueva y amable madre. Unas cumplían esa promesa, pero a otras no les duraba ni una semana.

Recordó la carta en su casillero unos días atrás. Su profesor de música la invitaba a lo que ella llamaba una secta secreta satánica.

Cuando se dispuso a ir a hablar con el, se dio cuenta que de alguien más había llegado ante que ella. Cameron, como muchos lo conocían.

No pudo evitar escuchar que lo que decían. Y la palabra "Especiales" la alarmó.

Philip había llamado a personas que consideraba "Especiales". Pero ella no era especial.

Odiaba que las personas jugarán con sus sentimientos, y la mala broma que ese hombre le estaba jugando no le parecía nada divertida.

Todos consideraban a Eleanor como la chica frágil y enamoradiza. Con la que podías hablar por un segundo y al otro mirarla tan mal como se te sea posible.

Ella no quería más eso, quería que la conocieran de verdad y que no se alejaran cuando lo hicieran.

No iba a cambiar, eso era seguro. No iba a pretender ser alguien más sólo para agradar a alguien.

Pero si iba a intentar algo más, y esa invitación era la oportunidad perfecta.

Al siguiente día, con la respiración agitada y un poco de sudor en la frente, Sean trataba de llegar a su próxima clase tras haberse quedado dormido. Todo por culpa de Venus, quien no lo había despertado para ir juntos a la escuela, como su madre lo había indicado en día anterior.

Corrió tratando de ubicar el aula. Pero una voz llamó su atención.

-Sean! - alguien lo llamó desde atrás.

Volteo para ver quién lo llamaba. En efecto, era su profesor de música.

-Lo lamento, pero voy tarde...

-Es importante. - le dijo cuando estuvo en frente de el.

-Si, pero...

-Sean. - le dijo en tono serio. - Es importante.

-No estoy en problemas, o si?

El Piscis río.

-No. Sólo quiero decirle algo.

El chico espero a que hablará.

-Creo que no recibió mi carta.

-Que carta? - preguntó sin entender.

-La carta que tiró a la basura ayer.

El chico recordo.

-Era suya?

-Si. Y no tuvo la descendía de leerla.

-Perdon, señor Larsson.

-No importa. Pero viendo que las formalidades no funcionan con usted, hay que hablar entonces.

-A que...

-Quiero que asista a unas reuniones que estoy organizando.

-Reuniones?

-Si. Creo que cuando vaya lo entenderá mejor. Comenzaremos mañana, después de clases, en mi salón. En verdad esperó que venga.

Philip se dispuso a irse tras decir las indicaciones.

-Espere! Sólo va a decir eso?

-Tenía prisa, no es así?

-Si pero...

-A clases Vance!

El Sagitario se sorprendió por el cambio repentino de humor en su maestro.

Pero de igual forma, le obedeció.

Cuando las clases acabaron, su novio le envió un mensaje de texto, en el que indicaba que los esperaba afuera, a el y a su hija.

El chico miro por todos lados buscando a la Virgo.

La encontró con la vista puesta en su celular a lo lejos.

-Venus! - la llamó.

La chica levantó su mirada del móvil, al darse cuenta de que era el, la volvió a bajar

-Hey!

La jalo del brazo cuando llegó hacia ella.

-Que parte de no me hables en la escuela no entiendes? Tus pocas neuronas te fallan más de lo normal?

-Dejate de bromas. Tu madre nos espera.

La tomó de la mano e hizo que caminará junto a él.

-Me voy sola, gracias.

-Ni de broma.

-No eres mi padre. - le acusó.

-No lo soy, pero casi. Así que camina.

-Me voy sola. - repitió en voz alta, mientras soltaba su mano.

-En verdad quieres una escena de drama? Por que soy muy bueno en ellas.

-Ja! Y la inmadura soy yo. Mejor vete con ella, así tienen más tiempo de follar mientas no estoy en casa.

-Venus...

Antes de que puede hablar, la chica había tomado el camino contrario y caminaba a paso rápido.

Respiro profundo y tomo su celular.

Tu hija es mucho peor de lo que me lo imaginaba. Me iré con ella, esperamos en casa.

Envío el mensaje y corrió en busca de la chica.

-Venus!

The Sins Of A Zodiac OneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora