Despierto con los brazos de Finnick rodeando la cintura, me levanto de la cama y salgo de su habitación, ya serán las dos de la tarde y aun no he comido, bajo al comedor y cuando entro veo a Camile y Jayce solos en una mesa, comiendo. Voy caminando a la barra libre, cojo un plato de espaguetis y un vaso de agua para después sentarme junto a ellos, ambos me miran curiosos.
-¿Pasa algo?-
Les pregunto yo a ellos.
-No, solo que te ves mejor que esta mañana, creíamos que seguías en la enfermeria-
Dice Camile, parece un poco preocupada.
-Estoy bien, estaré perfecta para la presentación y los carruajes de mañana-
Le digo a ambos, y empiezan a hablar juntos sobre el distrito 6.
Acabo mi comida y me acuerdo de que ayer por la mañana tuve relaciones sexuales con Finnick y que aun no me he tomado la pastilla del día después. Salgo rápido del comedor y voy andando a la enfermeria, me abre una enfermera y me deja pasar dentro, a ver como se lo explico.
-¿Em... Se que le sonara un poco raro pero puede darme una pastilla del dia despues?-
Ella ni pestañea y va hacia unos estantes dándome un puto bote, *Dios tengo cara de tirarme a todo lo que se mueve?* pienso mientras salgo con el bote de pastillas fuera de la enfermeria, miro las instrucciones y las sigo tomándome dos pastillas.
La medicina del capitolio esta muy avanzada, estas pastillas funcionan hasta bastantes meses después.
Esta tarde la tengo totalmente libre así que me dirijo al bar, veo a Haymitch y a Katharina donde estaban esta mañana y me siento nuevamente al lado de la peliroja, esta vez parece que esta sobria.
-Buenas, ¿me recuerdan de esta mañana?-
Les pregunto a ambos sonriente.
-Oh, la chica del distrito dos-
Dice Katharina, yo simplemente asiento.
Antes de que se lo pida la pelirroja ya le ha pedido un vaso de wiskey al camarero, creo que ya se ha ganado mi corazón.
-Gracias, enserio-
Le digo y ella esta tan borracha que se me acerca y me da un beso en los labios, estoy bastante en shock y me quedo estática en mi sitio.
Después se cae al suelo y se levanta con ayuda de Haymitch, *espero salir de aquí antes de acabar como ella* pienso.
Una hora y media después ambas estamos igual de borrachas y yo voy cantando con ella canciones que nos inventamos.
Haymitch decide llevarnos a cada una a nuestro piso, llegamos primero al segundo y empiezo a llorar dentro del ascensor.
-¡No quiero, no quiero!-
Lloriqueo como una niña pequeña agarrandome del brazo de Haymitch, este roda los ojos.
-¡Venga Haymitch hagamos una fiesta de pijamas-
Dice Katharina dando saltitos. No me acuerdo de nada a partir de ahí.Abro los ojos con un dolor enorme de cabeza y no se donde estoy, siento algo mullido debajo de mi y me doy la vuelta.
Reconozco a Katharina en ropa interior, yo conservo mi ropa puesta y ella parece muerta, se que esta viva porque escucho sus ronquidos.
Me doy cuenta de que estamos dentro de un armario con las puertas abiertas, veo a Haymitch con la mitad de la cabeza fuera de la cama.
Se me ocurre algo brillante y cojo un florero con agua y le tiro la mitad de ella sobre Katharina que grita y se retuerce por el suelo dramáticamente, voy hacia Haymitch y le tiro lo que sobra de agua, este murmura algo sobre el vino y se cae de cabeza al suelo.
No puedo evitarlo y me pongo a reir, veo a Katharina levantandose y saliendo del armario.
-Joder, puta niñata, que mala hostia tienes-
Dice Katharina mientas que Haymitch se levanta adolorido, dejo de reír para no ahogarme por la falta de aire.
-¿Que paso anoche?-
Pregunta Hayimitch quejándose y sujetandose la cabeza.
-No me acuerdo-
Le contesta Katharina.
-Ya somos 3 entones-
Concluyo yo.
No me despido y salgo de la habitación andando hacia el ascensor y le doy al boton de mi piso, veo la hora en una pantallita del ascensor, son las 10 de la mañana llevo quinze minutos de atraso, mi equipo de preparación debe estar ya hasta los nervios.
Abro la puerta y veo a tres personas en la puerta mirandome, la mayoría están mirándome con cara de atontados.
-Dios, cuanto trabajo...-
Dice una mujer de unos 20 años con con rastas en el pelo pintadas de rubio despectivamente, su piel es negra pero no es natural, seguramente siguiendo las modas del capitolio modifico su aspecto.
Lo ignoro y veo a un señor de unos sesenta años con una barba que es, simplemente, flipante, me recuerda a un montón de tentáculos solo que estos son de pelo.-Wow, me encanta tu barba-
Le digo acercado me intentando tocar uno de los blancos picos de la barba, el viejo retira mi mano sujetándola con una de las suyas, menuda decepción, yo quería tocarla.
Y finalmente veo a un chico con una piel que es prácticamente translucida, da muchísimo mal rollo y lleva sombra de ojos negra, sus brazos están llenos de tatuajes, veo alguna calavera en estos.
-Ellos son: Anabella-
Dice el chico de tatuajes apuntando a la que parece que no se ducha.
-Mikael-
Apunta a mi nuevo mejor amigo pulpoman.
-Y yo soy Paul-
Acaba la frase y me sonrie, a pesar de su aspecto su sonrisa me parece cálida.
-Bueno, yo me encargare de arreglar tu piel, uñas, poros, cabello y todo lo que pueda resultar horrendamente horrendo-
Dice Anabelle mirándome fijamente, antes de que pestañee ya estamos bajando con el ascensor hacia el tren que esta estacionado.
Anabelle me coge del brazo y me lleva hacia una sala dentro del tren que parece un intento de quirófano y peluqueria..
Hay una bañera con cortinas y Anabelle apunta a esta, pillo la indirecta y sin pudor alguno me desnudo y entro en la bañera que esta llena de un líquido lila, noto como mi piel se va haciendo más blanquecina y brilla un poco.
En 5 minutos, Anabelle se levanta de una silla en la que antes se había sentado para leer una revista y me mira.
-Abre el grifo y quítate los restos de lila de tu piel-
Dice cortante, yo simplemente obedezco y abro la alcachofa desde la cual sale agua totalmente corriente, menos mal, no quiero acabar de verde.
Me da una bata y me la pongo mientras dos chicas salen de la nada y se colocan al lado de un sillón típico de peluquería yo me siento en este y Anabelle me pone una crema azul por todo el pelo, mientras tanto las otras dos me piden que me quite la bata, pienso un momento pero luego acepto, mala idea, sacan cera hirviente de no se donde y en menos de media hora hacen que en mi cuerpo no haya ni siquiera un pelo.
Anabelle me hace meterme en una sauna con la crema aun en el pelo, la sauna empieza a tirar agua por el techo y me quita la crema, noto el pelo totalmente limpio pero sigue azul, azul.
-Anabelle, ¿Esto es normal?-
Le pregunto señalando el color de mi pelo y ella asiente.
-Acorde con Paul y Mikael que tu pelo seria de ese color, estoy segura de que así llamaras la atención de todo Panem-
Dice como si fuese algo obvio, no le digo nada y ella me da mi albornoz, salgo de la sala con ella a mi lado y me obliga a salir del tren en albornoz, afuera hay un pasadizo que es metálico, así evitan que haya cualquier tipo de paparazzi buscando un adelanto de la vestimenta.
Dentro del edificio entramos a una sala como la que había en el tren y veo a Mikael acercandose a mi para luego prácticamente arrastrandome a una silla para empezar a limarme las uñas y ponerme unas postizas que son de unos 4 cm de largo y simulan balas, están muy bien hechas y parece que de mis dedos salgan balas, me dice que no mueva las manos hasta que él me diga para que las uñas postizas se puedan pegar correctamente.
Saca unas pinzas y empieza a depilarme las cejas a una velocidad que es difícil de creer. Al acabar me pone una crema igual a la que me pusieron anteriormente el pelo haciendo que mis cejas cambien a una tonalidad más... Azul.
-Ya puedes mover las manos-
Dice Mikael, obedezco y dejo de tensar mis manos.
Abre un maletín y empieza a maquillarme como si no hubiese un mañana, cuando acaba siento que soy un quilo más pesada después de la cantidad cosas que me ha puesto.
Me levanto de la silla y el chico de la piel blanquísima entra, si no me equivoco su nombre es Paul.
Lleva una bolsa enorme en sus manos y saca ropa interior metálica que se compone por una parte inferior común y un top sin tirantes lo primero que se me pasa por la cabeza es que como me caiga un río no salgo y lo segundo es que debe ser super incomodo.
Me la da y noto que es tela pero parece metal, mi cabeza va a explotar.
Paul se acerca a mi espalda y pulsa un botón que hace que un montón de metales plateados salgan de la bolsa, estoy por gritar y empezar a correr hasta que me doy cuenta de que estas se juntan encima de mi cuerpo a la perfección creando un vestido magnético.
-Dios Paul, eres un puñetero genio-
Le digo y el solo sonríe alabado.
Anabelle viene con un espejo gigante con ruedas hacia mi y me lo pone enfrente, oh dios mio.
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Capítulo acabado.
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Melanie
FantasyMelanie Blair es una chica indecisa que se ofrece voluntaria en el distrito dos, ella fue entrenada toda su vida para los juegos pero nada es lo que parece y en la arena nada será fácil y menos cuando tu propia vida se convierte en los juegos. Conte...