Capítulo 7

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El vestido de Melanie.
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Veo mi reflejo en el espejo y solo puedo preguntarme si realmente soy yo.
El maquillaje me ha envejecido 4 años por lo menos, parezco una adulta y mi pelo azul llama la atención a quilómetros.
El vestido se acopla perfectamente a cada curva de mi cuerpo e intensifica mi figura.
Miro a mis tres estilistas y estos se sonrien orgullosos de su trabajo.
La verdad me veo demasiado artificial, tal y como los habitantes del Capitolio.
Salimos de la sala y vamos a la zona de carruajes donde mi carroza es la segunda y Steevie parece que aun no ha llegado, veo a los mentores y ha Finnick al lado de Haymitch.
Paul, mi estilista se acerca para  decirme que el le dará a un botón de un mando a distancia y que no me asuste cuando este encima del carruaje, que los metales no me dañaran, yo le hago caso y veo a Finnick mirandome fijamente, me acuerdo de la chica del ascensor y pienso en hacer una estupidez.
-Me encanta el vestido enserio, vas a llegar muy lejos como estilista Paul-
Le digo al chico con un monton de tatuajes en los brazos para despues cometer la estupidez, miro a Finnick que continua mirandome fijamente y entonces beso en la mejilla después de abrazarlo.
Él se pone un poco rojo pero aun asi me sonrie nervioso y yo ignoro la rabia que refleja la mirada de Finnick. Donde las dan, las toman.
Suena un pitido que anuncia que los carruajes deben ponerse en movimiento, me fijo en los caballos, tienen el pelo pintado de plata y los ojos azules... Simplemente, el Capitolio, es lo que pienso.
Subo al carruaje y enseguida sube Steeve, que aparece de la nada.
Lo ignoro totalmente, lleva un traje negro con detalles plateados y una frase en su espalda "Los Distritos Son El Cuerpo El Capitolio El Corazón Que Palpita"
Que puñetero pelota...
De golpe los caballos se ponen en movimiento y si no fuese por que me estoy agarrando al carruaje me hubiese caído.
Veo a la gente del Capitolio aclamar mi nombre y entonces siento como la mitad de mi falda y espalda quedan descubiertos y el metal empieza a dar vueltas al rededor de mi como si fuese una bandada de pájaros, el público se vuelve loco y solo consigo escuchar mi nombre, alguien tira una ramo de rosas y lo agarro al aire, huelo las rosas que son rojas y sonrió hacia las gradas desde donde me tiraron el ramo y el público grita.
Llegamos al final del paseo y los metales del vestido vuelven todos a su lugar, miro firmemente al presidente Snow sin miedo ninguno, el centra su atención en mi y entonces yo sonrió, no es la primera vez que lo veo, mi padre trabaja en el centro de operaciones del Capitolio y varias veces he ido a verlo y me he cruzado con el presidente solo que este me ignoraba totalmente.
No se si admirar una mente tan fría y calculadora como la suya, comienza a hablar y hace un discurso bastante aburrido, no le presto atención y cuando por fin acaba el discurso los caballos van hasta fuera de la plaza entrando por un porton gigante, bajo del carruaje y veo que Finnick viene a paso rápido hacia a mi y me agarra de la muñeca, me guía hasta uno de los trenes, supongo que el tren de su distrito.
Entramos juntos y veo como se sienta en una mesa de cafe, una avox nos deja unos dulces sobre la mesa, Finnick me mira.
-Alejate de ese estilista, no me gusta como te mira-
Dice sin ni siquiera pensar en la chica del ascensor.
-¿Desde cuando tienes derecho a decirme con quien estar?Es más, ¿Desde cuando te crees que somos algo?-
Le digo irritada.
-¿Entonces tu te follas a cualquiera?-
Dice Finnick prácticamente gritándome.
Levanto la mano y estoy apunto de darle un golpe pero entonces bajo la mano repentinamente.
-Yo no hago daño a la gente que quiero-
Digo para después salir corriendo del comedor, meterme en una habitación y cerrarla con llave, en menos de cuarenta minutos estaré en el centro de entrenamiento y mañana comenzaran los juegos.
Me siento en un ventanal y veo las calles del capitolio en pleno esplendor, todo es demasiado colorido y me parece muy ortera.
Me acabo durmiendo y me despierto por la bocina del tren que suena anunciando que hemos llegado al centro de entrenamiento. Bajo del tren y en mi trayecto hasta el piso dos no veo a Finnick por ningún lado, realmente lo agradezco.
Veo a Steevie sentado en el sofa viendo programas absurdos del capitolio y me siento en uno de lo sillones de su lado.
-¿Sabes? Cuando estas callado pareces simpático-
Digo yo mirándolo fijamente, él sin dirigir sus ojos a mi dice.
-Bueno tu callada pareces guapa, luego abres la boca y lo jodes-
Dice Steevie, a pesar de que es un capullo parece buena persona.
-Nunca te había visto en el distrito dos-
Digo yo.
-En el orfanato no nos dejaban salir mucho-
Responde y yo siento un sentimiento que nunca antes había sentido por Steeve, un poco, poquitísimo de cariño.
-Lo siento...-
Digo yo bastante resentida.
-Da igual, tampoco es que tenga nada que perder en estos juegos ¿no?-
Me quedo muda y simplemente me levanto del sofa y lo abrazo, el rodea con sus manos mi cintura y comprendo que Steeve es por dentro solo un niño que no supera la perdida de sus padres y que intenta llamar la atención de la gente en busca de un poco de amor.
Estamos quince minutos abrazados hasta que siento que se ha dormido en mis brazos y lo dejo dormido en el sofa para entrar a la ducha, quitarme el vestido y los treinta quilos de maquillaje que llevo encima.
Al acabar de ducharme me pongo por encima un pijama de ositios, Steeve sigue en el sofá durmiendo y serán las ocho de la tarde pero estoy muy cansada así que cojo una sabana y me tumbo en el sofá con Steeve para comenzar a dormir a su lado.
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Capítulo acabado.
¿Finnick O Steeve?

MelanieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora