The start of The end

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"Esto no es una mentira desde ahora voy a dar todo de mi por ti.
Mi cuerpo y mi corazón. Mi tiempo y mi dinero.
Estoy dándolo todo por ti"

Algunos dicen que las peores cosas les suceden a las mejores personas. Seokmin esta de acuerdo.

Lee Chan era una persona madura, demasiado madura para su edad. Seokmin constantemente se encontraba a sí mismo escuchando al menor hablar sobre cosas que el jamas había oído y era maravilloso.
Pero era joven y tenia sus defectos.

Lee Chan era terriblemente terco.
El destino les había jugado una mala pasada y había mezclado el mal comportamiento que su novio presentaba de vez en cuando. Con su hipertensión.

Recuerda aquel día de manera nítida, todo había sido demasiado inusual.

Se había quedado a dormir en casa del menor y cuando despertó, él ya tenia los ojos abiertos.

"Buenos días.

En serio te amo Seokmin.

Se formó entonces un extraño silencio. El ambiente se sentía diferente y ambos estaban curiosamente inquietos.

Yo también te amo Channie ¿A qué viene esto?— que el pelinegro dijera cosas así era inusual, pero Seokmin decidió dejarlo pasar porque amaba aquellos momentos.

No lo . Solo quiero decírtelo."

Tuvo que irse gracias a la universidad. Se habían despedido en la entrada con un beso inusualmente largo y entonces Seokmin no lo volvió a ver; no despierto al menos.

La historia fue continuada por su suegra; que estaba en casa ese día. Chan le había dicho que tenia dolor de cabeza durante toda la tarde y cuando ella sugirió ir a urgencias él se negó. Se encerró en su cuarto llevándose un vaso de agua y una píldora que su madre lo obligó a a tomar.

Cuando el sol comenzaba a esconderse la Señora Lee subió a buscar a su hijo para informarle que debía irse al trabajo.

Chan estaba sobre su cama. Murmurando incoherencias; pálido. La habitación apestaba y luego de algunos segundos su madre reparó en todo el vomito que había.
Cuando se acerco a verlo se fijó en su rostro, Chan le pidió que lo dejara descansar y su mandíbula se movió débilmente de manera extraña.

Cuando entró a la casa, se encontró de lleno con la escena de la mujer cargando al pelinegro apenas, intentando llevarlo al sofá.

—¿Qué esta...

—¡Seokmin! Ayudame con Chan. Debo ir por las llaves.

La imagen de su novio entre sus brazos era lo que más impotencia le producía. Pálido con las mejillas encendidas en rojo. Estaba débil, no movía el brazo derecho y tenía los labios torcidos. Apestaba y eso era inusual.

Cuando lo ingresaron a urgencias ya era demasiado tarde. Había perdido la conciencia y había entrado en estado de coma.

Seokmin recuerda que se sentó.
Allí en medio de la sala de espera, frente al doctor y junto a la madre de su novio. Se sentó sobre el suelo y se largó a llorar. Había recargado su espalda en el frío suelo y cubierto su cara con las sucias palmas de sus manos.
Lloró hasta que sintió que se ahogaba y la señora Lee le daba algunos empujones para que se levantara.

Para el momento en el que volvió a ver a Chan, éste ya estaba en cama; con un tubo proporcionándole oxígeno, una maquina monitoreando sus latidos y miles de cables que no quería molestarse en entender.

Se preguntó un billón de veces —en el transcurso de esas infernales horas— si había algo que pudo haber evitado estar en aquella situación.
Encontró la respuesta cuando estaba sentado en la sala de espera, ahora correctamente, luego de haber visto a Chan.
Pudo haberse quedado. Pudo haberse saltado la universidad por aquél día, después de todo el inusual ambiente de la mañana lo había dejado preocupado de sobremanera.
¿Por qué no le había hecho caso a sus instintos?

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Unfading→ SeokchanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora