Aquellos ojos verdes observaban curiosos aquel acto carnal, algo normal para los animales incluidos los seres humanos que también son considerados animales, la diferencia entre ambas especies es que los humanos tienen raciocinio, sin embargo en aquel acto sexual la razón quedaba dejada totalmente de lado, las mentes quedaban sumergidas en el blanco del placer y los cuerpos de ambos danzaban en el pecado de aquel acto.
Michael aferraba sus piernas en la cintura de su compañero y sus brazos se aferraban al cuello de este, teniendo por ser dejado nuevamente, temiendo a quedar solo como cada noche. Sus lágrimas se deslizaron por sus mejillas con la misma intensidad de la lluvia que azotaba la ventana, sus jadeos tenían la misma potencia del viento y ya sin poder más terminó sobre el vientre de ambos mientras que su compañero lo hacía en su interior.
Sus frentes sudorosas quedaron juntas en un acto romántico que duró sólo un mínimo de segundos pues Luke se separó rápidamente para poder ducharse e irse junto a quien realmente era su novia, como cada noche.
Como cada noche él quedó tirado sobre la cama, abrigado con la sábana blanca tapando su desnudez. Aquel felino orgulloso, observaba al chico, probablemente creyendo que era un imbécil por llorar por una persona que no valía ni siquiera una de sus lágrimas rotas, probablemente deseaba brindar apoyo al joven tal como este lo había hecho con él minutos antes pero ¿Qué podía hacer ese arrogante gato callejero?
Michael derramó las últimas lágrimas cayendo dormido en medio del blanco de las sábanas, la lluvia había parado, el felino observaba por la ventana la ciudad nublada, allá fuera estaba su libertad pero sentía que le debía algo a aquel muchacho de colorido cabello así que subió a la cama y durmió junto a él, intentando dar calor al frío cuerpo.
En medio de la noche, cuando la lluvia paró por completo el felino se marchó observando por última vez el rostro de aquel humano de aspecto amable.
Al día siguiente Michael despertó por el frío mañanero y preocupado por el minino por si estaba pasando frío pero el felino ya no estaba y entonces Michael apoyó su cabeza sobre la puerta con una sonrisa mientras dejaba caer sus lágrimas sin pena, se sentía abandonado.
