Capítulo IV: La primera vez que lo llamé.
No obtuve noticias de él hasta dos semanas después. Me envió otro paquete y llegó cuando mi madre estaba en casa. La caja era de color rosa, cómo la anterior y cuando mi madre llegó del trabajo la traía en las manos. Fue una suerte que no se hubiera atrevido a abrirla ya en ella había un consolador.
Le dije que era un regalo de parte de una amiga y me fue corriendo. No creo haberla convencido del todo pero no me importó. Era color azul pálido, grueso y con venas de plástico muy marcadas.
Había una nota: Es el más parecido que encontré de mi tamaño.
Cuando estoy bajo mucho estrés no me hago yoga para relajarme como la mayoría de las chicas de mi clase. Me m. Muchos opinan que las chicas no lo hacemos tanto como los chicos pero si tuviera una moneda por cada vez que lo hice tendría más plata que Bill Gates. No me siento avergonzada de ello, es algo tan natural cómo respirar, no te hace una puta.
Pero nunca había tenido un juguete y tenía mucha curiosidad de saber que se sentía. ¿Sería tan bueno cómo me habían dicho?
Pero antes de usarlo lo llamé por primera vez, aunque no me contestó. Le deje un mensaje extremadamente indignada, por supuesto. No pude gritarle porqué mi mamá estaba abajo y podría alarmarse, así que le susurre a la operadora todas los insultos que me sabía.
Use el juguete esa noche. Y la siguiente y la que sigue de esa. En algún punto me encontré murmurando "daddy" cada vez que aumentaba la velocidad, aunque cuando todo terminaba me sentía sucia y usada. Algunas veces me echaba a llorar pero luego me sentada en la cama y me convencía a mí misma de que no era una zorra, nadie me había tocado o humillado todavía, seguía teniendo mi virginidad. El deseo sexual era algo normal. Todo era normal.