El Rey Inmortal

Capítulo 2.- Esperando mi libertad.

El rey Khan había sido castigado, nadie sabía qué es lo que en realidad le había sucedido, sólo sabían que un día desapareció, lo que favoreció a los demás reinos. Porque ahora las otras familias reales podían apoderarse de las numerosas e inmensas tierras que poseía el famoso rey inmortal, ya que esto era otra causa de que Khan fuera acumulando mayor territorio a sus contrincantes, la inmortalidad.

El tiempo paso rápidamente, en un abrir y cerrar de ojos el reino de Tecmuc ya no era el mismo, el grande y maravilloso castillo de Khan se encontraba abandonado, pero extrañamente no descuidado. Todo el pueblo murmuraba sobre el fantasma del rey inmortal, decían que aún seguía viviendo ahí, que probablemente se había encerrado en los calabozos por la culpa que lo consumía y había muerto de hambre en medio de la soledad. Y que la verdadera inmortalidad era en su alma para seguir vagando en la tierra.

La realidad es que nadie sabía el destino que había tenido Khan, todo era un montón de rumores que pronto se convirtieron en leyendas.

El castillo de Khan fue olvidado, la naturaleza hizo de las suyas cubriendo tal espectacular estructura para que jamás fuera descubierta por algún ser cercano al reino Tecmuc.

Los habitantes restantes de Tecmuc emigraron a otras regiones, ya nadie hablaba de la masacre de aquel día, inclusive ya no había seres originales, puesto que cada especie se había mezclado con otra procreando razas mezcladas como: elfos con ninfas, cíclopes con centauros, ninfas con cíclopes, centauros con elfos y así un sin fin de mezclas, pero lo que definitivamente acabo con esos seres extraordinarios era la mezcla con humanos.

El tiempo siguió su ritmo, la historia del rey inmortal que mando a masacrar a muchos habitantes de su reino se fue convirtiendo en una leyenda, después en un cuento y al final sólo lo olvidaron.

Pero dentro del castillo se resguardaba una verdad absoluta de el destino de ese famoso rey inmortal, y esa era la del rey Khan que permanecía aún con vida.

Desde aquel instante en que se acerco al roble y toco la corteza de este para luego absorberlo, ya no fue libre. Khan estaba condenando a permanecer de día en el centro de su hermoso jardín, ahí posando como un árbol, sin que nadie sospechara que aquel roble de hojas destellantes ya no era sólo una planta, no, ahora ese árbol era uno solo junto con Khan; de noche el inmortal rey podía ser libre, por decirlo de alguna manera, pero él sabía muy bien que no podía alejarse demasiado de lo que restaba de su reino, porque si el día lo atrapaba lejos de su lugar de reposo, entonces este empezaba a debilitarse, a secarse, a romperse su alma para al final morir. Aunque alguna vez creyó que eso ya no era tan mala idea, morir. Pero había algo dentro de él que se negaba a darse por vencido, sólo sabía que tenía que esperar y encontrar la salvación, o al menos que llegará lo que sería su salvación de ese castigo que bien merecido se lo tenía.

La noche llegaba, dando la bienvenida a las lámparas de aceite que iluminaban el castillo, también la chimenea era encendida y las veladoras en la mesa principal era encendidas de igual manera. Las sombras de personas con vestimentas antiguas de toda clase como de guardias de la corte real se podían apreciar; atravesaban de las grandes cortinas de cubrían los ventanales, así como de la servidumbre con sus pañoletas sujetando su cabello, niños corriendo por los pisos lustrados y que con el resonar de los tacones de madera que portaban casi todos los habitantes, anunciaban que la vida volvía a abundar, también algunos mayordomos de gran categoría uniformados con ese peculiar pantaloncillo con las medias un poco más abajo de la rodilla, con sus pañuelos estrafalarios en sus cuellos, otros de los habitantes portaban pelucas blanquecina con peinados abultados y sus rulos a sus costados para dar un aspecto más estético, o las mujeres con esos grandes y esponjosos vestidos que se arrastraban con el caminar de las damas, todo era maravilloso, lleno de luz, de vida, de alegría, era como si el tiempo retrocediera cada noche y fuera el mismo reino de hace más de mil años.

Así es, el tiempo corrió tan deprisa que ahora era increíble que en todo ese tiempo no se hubiera descubierto que en ese castillo, en ese reino que se había reducido considerablemente, no hubieran podido percatarse de que aún había personas habitándolo. ¿Pero porqué nadie sabía de la existencia de ellos? ¿Acaso creían que cada noche que escuchaban risas, festividades y veían sombras de personas desde la distancia, eran fantasmas?

Lamentablemente así era, los habitantes externos al reino eso creían, así que por el miedo se fueron alejando poco a poco hasta que a miles de kilómetros a la redonda quedo deshabitado.

Pero aún había cuestiones por resolver, y eso era también el saber del origen de los demás habitantes del reino, puesto que Khan fue castigado siendo consumido por el roble y condenado a caminar libre en la obscura noche, en si era algo que él consiguió por su capricho de poseer algo prohibido. Pero entonces, ¿quienes eran las otras personas y niños que también deambulaban en las noches por los pasillos reales? Pues eran los súbditos asesinos del rey, ellos también fueron castigados. Así que cuando la familia de estos supieron que no podrían estar juntos como lo estaban normalmente antes, ellos decidieron unirse, inclusive los niños fueron aceptados en el castigo, aunque la realidad es que ellos no lo veían así, ellos sólo estaban felices de volver a estar todos juntos como familia. Y así pasaron generaciones y generaciones viviendo en un castillo adornado de naturaleza, conviviendo en las noches en armonía y durmiendo en el día como si fuera lo inverso a una planta, sólo que ellos no tomaban forma de plantas, ellos permanecían con sus características intactas. ¿Entonces porqué seguir ahí, porqué no irse y dejar al rey? Bueno, porque todo castigo tiene su lado malo, y este era que si se alejaban demasiado del rey que alguna vez ordenó a su ejército masacrar, ellos podían convertirse en cenizas.

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