Capítulo 1.

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Parece que he dormido durante años. Apenas siento las piernas y nunca me habían pesado de tal manera los párpados. Noto la cara completamente hinchada. Me duelen los brazos y los labios. Veo a muchas mujeres pasar por delante de mí. Estoy tumbada en la cama, no me puedo mover. ¿Será una parálisis del sueño que suelo sufrir casi todas las noches? Duermo con los ojos prácticamente abiertos y, cuando esto ocurre, en la fase REM, la realidad se mezcla con el sueño y, no puedes moverte ni hablar.

Las muchachas se acercan a mí, una de ellas comienza a gritar, no sé muy bien si de alegría o de miedo. Rápidamente, un montón de chicas se acercan a mí, pero apenas puedo seguir mirando, los párpados caen.

-Tranquila, Megan, tu familia llegará de un momento a otro.

Apenas reacciono de lo cansada que estoy, ni siquiera puedo asimilar las palabras.

De repente, entran corriendo mis padres y mi hermano para verme. Nunca me había sentido tan cerca de mi hermana como en este momento.

-Megan, ¿estás bien? -todavía sigo atolondrada, me cuesta asimilar la información. Simplemente sonrío y asiento con la cabeza- nos has tenido muy preocupados todo este tiempo -siento como la oscuridad abarca todos mis sentidos y, poco a poco, deslizándome entre el sueño y la inconsciencia, en un tétrico baile con la muerte, vuelvo a caer.

Al poco tiempo, vuelvo a abrir los ojos, esta vez, sin apenas dificultad. Mi familia está sentada en frente de mí. Mi madre tiene cogida mi mano, todavía con la vía de suero clavada. Me encuentro bastante mejor, incluso ya puedo sentir las piernas, moverme. Me encuentro más lúcida, hacía mucho tiempo que no estaba de esta manera. No sé cómo, ni hasta que punto, pero algo dentro de mí, por minúsculo e insignificante que fuera, había cambiado.
Volví a darle sentido a las palabras, a la situación.

-Cariño, ¿estás mejor?

-Bastante mejor -susurro, dado que no puedo hablar más alto.

-Te hemos echado de menos, nos alegra tenerte de vuelta -sonríe entre lágrimas mi padre.

-A ver si pronto te podemos traer de vuelta a casa.

De pronto, una de las enfermeras se acerca a la puerta, con uno de esos portafolios con mil nombres y datos.

-Perdón por la interrupción, ¿la paciente Megan Sanders?

-Disculpe -esta vez la interrumpo yo- debe de haber un error, señorita -la muchacha revisa los papeles y niega con la cabeza con cara de preocupación. Parece morderse el labio- pero Megan murió en el parto.

¿Sociedad o suciedad? 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora