Capítulo 1

3.9K 227 39
                                    

— No podrás detenerme, LadyBug. Cumpliré mi objetivo y no podrás evitarlo.

— Deja de decir tonterías, por favor. — le pidió de forma jocosa, burlándose de lo que había escuchado.

Nuevamente, LadyBug  y Chat Noir, se encontraban combatiendo a un Akuma. Esta vez era una chica de aproximadamente 20 años, que vestía completamente de negro, a excepción de los detalles de su traje que eran dorados. Se hacia llamar ChronoWitch y había sido akumatizada por razones, que a LadyBug, no le gustaba recordar.

— ¿Eh? ¿LadyBug? — la llamó buscándola con la mirada, cuando no la sintió cerca— ¡LadyBug! — gritó preocupado al no verla por los alrededores. — ¿Pero qué...? —se preguntó al ver el yoyó de la azabache tirado en el suelo. — Oh no... —recogió el arma de la chica, dándose cuenta de que, al igual que ChronoWitch, su chica había sido enviada al futuro.

...

— ¡Ahhh! — gritó cayendo sobre el suelo. — Auch...—hizo una mueca, levantado la mirada del piso. Se enderezó, prestando a atención a su entorno. Fue ahí cuando se percató que ya no estaba en el mismo lugar de antes.

O mejor dicho... en el mismo Paris de antes...

— ¿Quién se supone que eres tú? — preguntó una voz a sus espaldas. 

LadyBug volteó, encontrándose con unos ojos gatunos de color verde que conocía muy bien. Sin embargo, su cabello y su voz hicieron que la joven se quedara confundida.

— ¿Chat Noir? — respondió con otra pregunta.

¿Desde cuando ese gato tonto tenía su mismo color de cabello y una estatura tan baja?

...

— ¡Has dejado que escape! —gritó alterado— ¡Y no pudiste hacer nada para evitarlo!

— Lo siento... — se disculpó por tercera vez, con respeto a ese tema, algo molesta con sí por dejarse sermonear por un chico 7 años menor que ella. — Pero no pude hacer nada. No tenía como recargar a Tikki.— le explicó acariciando la pequeña cabecita de la criatura rojiza.

— Por eso siempre debes llevar galletas en tu bolso.— comentó con un suspiro de cansancio.— ¿Has sido LadyBug todo este tiempo y aún no lo has aprendido? — le preguntó haciendo una mueca. — Incluso yo, que soy menor, lo supe desde el primer momento que empecé con todo esto. Da gracias de que yo pude purificar el Akuma a tiempo.

— Ya, ya. — trató de callarlo, algo desesperada.

— Tengo hambre... —susurró Tikki, de repente, mirando a su portadora.

— Vayamos a comparar unas galletas a la vuelta. — dijo el azabache, empezando a caminar sabiendo que ella lo seguiría.

Marinette suspiró y se disculpó con su Kwami, siguiendo lentamente a su nuevo... “amigo”

— Una pregunta.

— Si, dime.— contestó buscando el pequeño negocio.

— Los Señores Dupain Cheng... —comenzó, dirigiéndose a sus padres por como más eran conocidos— ¿siguen teniendo esa panaderi...?

— ¡Aquí es! —la interrumpió, en frente del kiosco en donde conseguirían las galletas. — Bien, ahora solo hay que comprar... las...

— ¿Qué ocurrió...? —le preguntó al verlo ponerse pálido cuando abrió su cangurera.

— ¡Oh no! Debo irme — dice olvidándose de la azabache, corriendo hacia otra dirección.

— ¡Oye, espera! No me dejes... —termina susurrando, haciendo una mueca. Genial, no sabía ni su nombre para terminar la frase.

Suspiró y decidió calmarse. Compró las galletas en el kiosco, que el ojiverde le había dicho minutos atrás. Listo ahora Tikki ya tendría su energía de vuelta.

No sabiendo que hacer, miró a su al rededor. Viendo que había cambiado de aquella cuadra.

— Vaya... —susurro sonriendo, mirando desde su posición la estatua de LadyBug y Chat Noir, aún en el parque. — Parece que seguimos siendo unos grandes héroes de Paris.— ríe levemente, caminado hacia dónde se encontraba la obra de arte.

Llegó frente a ella y la apreció como si nunca la hubiera visto. Miraba cada detalle, hipnotizada por la realeza que desprendía. Confiada de que no pasaría nadie detrás de ella, dio unos cuantos pasos hacia atrás, para verla por completo a la escultura. No dejó de sonreír en ningún momento.

Fue entonces, cuando sintió a su espalda chocar con algo... más bien, con alguien.

— L-lo lamento...— se disculpó tartamudeando, no queriendo darse vuelta por la pena que sentía.

— No te preocupes. Fue mi culpa.— trató de tranquilizar a la muchacha, que le resultaba un poco familiar.

Marinette abrió lo ojos como platos.

Esa voz...

Giró sobre sus talones, encarando al desconocido con él que había chocado.

— ¿A-Adrien...?—susurró con dificultad, admirando lo guapo que se había puesto en ese futuro. Se sonrojó.

— ¿Marinette? — se sorprendió de igual manera, con un leve sonrojo en sus mejillas.

¿Cuándo su esposa volvió a ser una jovencita de 15 años?

CANCELADA || Esta vez no te dejaré ir... - Miraculous LadyBugDonde viven las historias. Descúbrelo ahora