Amanda

23 1 1
                                    

Debo admitir que no pienso mucho las cosas antes de hacerlas, es algo que tengo desde pequeño. Todavía recuerdo que tenía 8 años, cuando mi madre me dejaba en la escuela junto con Steve, hacíamos de todo juntos, principalmente maldades, típico de un niño con personalidad. Cada cosa que hacía traía sus consecuencias, llamaban a mis padres desde la escuela, o simplemente me expulsaban por algunos días, al igual que Steve, que por cierto era mayor que yo.

El punto es que no pienso las cosas antes de realizarlas, ya anciano (si es que puedo ser considerado así), obviamente sé qué esta bien y qué esta mal. Recuerdo que mi adolescencia fue fantástica, no hacía nada más que salir de fiestas, conocía Las Vegas como la palma de mi mano, y eso que solo tenía 15 años. Me pasó un verano, que mi familia buscaba "aislarse" de la ciudad, por lo que decidieron ir a la estancia de mi tío, Jack.

Quiero aclarar que a mi edad, me llovían las mujeres, no me consideraba perfecto pero si buenmoso. Tenía estatura media, era delgado sin llegar a los extremos anoréxicos comunes en la época de los 90', era algo moreno pues mi padre es latino y mi madre canadiense, lo que me permitía al mismo tiempo hablar perfectamente el Español y el Inglés . Las mujeres vienen a cuento por una bella damicela de ojos azules, delgada con pelo largo color negro rojizo, tenía una dentaruda perfecta (es raro que me fije en estos detalles), utilizaba unos lentes de sol negros casi siempre y vestía muy rosa, su nombre era Amanda.

Mi atracción hacia ella era incomparable, la consideraba perfecta, por lo que decidí que debíamos de conocernos. Y así fue, luego de 3 meses de que nos vimos por primera vez, decidimos ser novios. Era muy feliz en esos tiempos, ya nada importaba en el mundo, solo Amanda y yo.

Cumplíamos un año de novios cuando llego la inesperada noticia ya mencionada, nos iríamos a la estancia de mi tío. Le rogué muchísimo a mi madre para que me dejara pasar el verano con Amanda, trabajé como loco durante toda la época de clases, con el fin de viajar con Amanda con lo que recaudara, pero al parecer no era necesario tanto dinero, pues luego de días y días de súplicas, finalmente mi madre me dijo que si. Todo resultaba a la perfección y sin pensarlo (creo haber dicho que no pienso mucho lo que haré), me dirigí ese mismo día a la casa de Amanda, para informarle de la grata noticia.

EtéreoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora