Capítulo 13

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Tenía las manos sobre mi cabeza, protegiéndome, como si aquello pudiera evitar a ser asesinada. Estaba temblando cuando escuché al ser que había matado a mi captor acercarse a mí. No sé cómo iba a ser más pequeña, pero seguía temblando y las lágrimas no paraban de caérseme de los ojos.

Me cogió de los brazos y me ayudó a levantarme. Cuando abrí los ojos vi quién era: Cameron, con el mismo militar que yo. Tal y como estaba cuando lo vi por última vez hace tan sólo unas horas. Él me miró jadeando y recorrió todo mi cuerpo para asegurarse que estaba bien.

Me lancé a él para abrazarlo y me derrumbé. Lloré y él simplemente me sostuvo con fuerza, garantizando que no me cayera. Hundí totalmente mi cabeza en su pecho y él me rodeó. No dijo nada. No sé cuánto tiempo estuve así pero en cuanto mis sollozos no eran más que débiles sacudidas, él me apartó suavemente a la vez que acariciaba mi mejilla.

—Vamos a salir de aquí. Te lo prometo. —dijo en un tono más suave, más cariñoso y menos mecánico de lo que empleaba normalmente, y yo sólo asentí con la cabeza.

Me dio uno de las metralletas que le colgaban del hombro, y yo tragué bilis. Iba a abrir la boca para darle las gracias por consolarme pero ya se había dado la vuelta. Cerré los ojos por un momento intentando recuperar el aliento y aferrándome al arma.

Cameron me indicó seguirle, pero antes de salir por la puerta me giré para ver al hombre que me captó durante tantas horas en aquella habitación, que se hallaba en el suelo en su propio charco de sangre.

Se lo merecía. No debía sentir lástima por él.

*****

Al parecer, la habitación en la que me tenían escondida era una de las miles que había en aquel lugar. Cameron me explicó que al parecer era una antigua fábrica textil abandonada y donde había numerosos casos de exclativud entre los trabajadores. Dedujo que el sitio donde me retenía era una de las muchas habitaciones donde se producían torturas y castigos. Me erizó más aún la piel.

—¿Y los demás? ¿Hugo está bien?

Él asintió con la cabeza.

—Hugo tenía puesto el chaleco antibalas, pero decidimos que era mejor que se quedara con Jared. Nathaniel y Briseida han ido a rescatar a los civiles como la prioridad que es su misión.

Cuando escuchó que dejé de caminar, se dio la vuelta. Miré al suelo y alcé la mirada.

—¿Y has venido a por mí?

Se quedó en silencio. Por un momento hizo un movimiento en falso para acercarse a mí pero se quedó en el sitio. Había una extraña tensión entre nosotros y yo no entendía ni sabía qué era. Era muy confuso.

—Es mi deber.

—Que yo sepa cuando un Soldado de un escuadrón es secuestrado, el Cabo responsable de ese pelotón debe comunicarlo a la base y recibir órdenes desde allí. La base decide...

—La base no sabe nada—me interrumpió, y hubo algo en su mirada que hizo que mi corazón latiera tan rápido y me sudaran las manos—. He ido por mi cuenta.

—No entiendo por qué...

Él dio unas zancadas para cerrar la distancia que nos separaba a la vez que me cogía la cara con las dos manos y me besaba. Primero me quedé rígida, pero poco a poco cedí cerrando los ojos. Mi corazón iba a mil, al igual que sentía que los latidos del suyo, casi al mismo compás. Aquel beso era como una explosión de emociones en mi ser, como si hubiera necesitado aquella afección desde hace tiempo pero sin siquiera saberlo. La cabeza me daba vueltas y no sabía qué sentir o pensar.

The Final Reign (#TCIM 2) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora