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El sol brillaba en lo más alto, como si en alguna ciudad a kilómetros no se estuvieran muriendo personas, gracias a la oscuridad. El impala se detuvo frente a una casa, pequeña, pero acogedora. Deán bajo del auto, junto con Jena, quien aún cargaba al bebe Amara en brazos.

-          Lindo vecindario – le dijo deán viendo todo a su alrededor

-          Si, prácticamente crecí aquí – le respondió la oficial. Los dos caminaron hacia la entrada de la casa – aprendí a andar en bicicleta por ese camino – la oficial apunto hacia la lejanía mientras caminaban – tuve mi primer beso en aquella casa pintada de azul de allí – Jena se había detenido para señalarle los lugares. Deán se acercó a ella – perdí mi virginidad en aquel lugar – volvió a señalar

-          Apuesto que la casa azul no estaría muy contenta con eso

-          No lo estaba – respondió riendo un poco – ¿podrías? – Jena señalo al bebe, preguntando a deán si podía sostenerla un rato

-          Si – con sumo cuidado la oficial coloco a Amara en los brazos de Deán – hola, preciosa -deán le hablo tiernamente al bebe mientras Jena sacaba la pañalera del impala

-          De todas maneras – continuo Jena cuando ya tenía la pañalera en el hombro – por eso te pedí que nos trajeras aquí – retomaron el camino – después de todo lo que sucedió, se siente seguro aquí

-          Bueno, muy bien. Que sea seguro está muy bien – amara se retorció un poco en los brazos de deán, y este la meneo un poco para que se calmara – eres muy bueno con ella – le dijo entre una pequeña risa la oficial

-          Bueno, ¿qué puedo decir? Las chicas me quieren – dijo deán – bueno, mira, creo que... - deán introdujo a Amara de nuevo en los brazos de Jena.

Estaban a unos cuantos pasos de la entrada a la casa. Deán aseguro a Jena que las dos estarían bien. Y tras unas gracias y un abrazo por parte de Jena, Deán se dirigió al impala para poder ir a con Sam y arreglar todo el desorden que habían hecho.

(...)

-          El hombre del tiempo que no me gusta, ese con los dientes grandes dijo que hubo una extraña tormenta en la ciudad de Superior – dijo la abuela de Jena. Las dos se encontraban en la sala de la casa de esta. Jena aun sostenía a Amara entre sus brazos.

-          Si. Fue una ... locura – respondió la oficial con incomodidad –

-          bueno, no te preocupes. Si esa cosa se cruza en nuestro camino – le alentó su abuela -  tengo un generador y suficientes latas en conserva que duraran hasta el día del juicio

-          es bueno saberlo

-          y esta debe ser Amara – la abuela sonrió hacia la beba con ternura – que pequeño angelito

-          si. Ella es un milagro – le respondió la oficial

-          y sus padres? – pregunto la abuela. Jena vio como la abuela cambiaba su mirada de dirección. Miraba las ropas del costado donde se había lastimado.

-          Es una larga historia – le respondió

-          Bueno, entonces puedo esperar hasta después de tu siesta

-          ¿Mi qué? – dijo Jena riendo

-          ¿Cuándo fue la última vez que dormiste? Porque te lo digo de la forma más amable posible... te es como una caca en un desfile... así que te prepare la habitación de los invitados y prepare la antigua cuna de tu padre para nuestro bebe... así que voy a dejarla allí – la abuela se acercó a Jena y quito a Amara de sus brazos . sí, eso hare mientras tu subes t descansas algo, de acuerdo?

3º Libro: The DarknessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora