Suelo enfermarme rápido, tal vez doy el aspecto de estar siempre enferma; sin embargo hoy, me veía peor que otros días. Hoy no tenia color, yo era una hoja en blanco, era como la nieve. Mis ojeras se había hecho mas grandes. Mi cuerpo dolía como si un camión me hubiera aplastado ocho veces seguidas, mi cabello despeinado seguía en su lugar: un moño desarreglado. Tenia un pantalón de buso plomo y corto. Unas calcetas de navidad con pequeño duendes, una polera azul y mis lentes.
La gripe era fuerte, siempre me tumba a la cama. El día anterior había tenido fiebre y hoy estaba con todo el catarro. Era horrible. De niña odiaba enfermarme, me gustaba ir al colegio, no me gustaba faltar. Mi fobia de niña era faltar, no entender la siguiente clase, fallar en mis exámenes, repetir un curso, no entrar a la universidad y terminar siendo pordiosera.
Siempre había tenido buenas notas, y tal vez sea una superstición, pero creo que las tenia porque no suelo faltar a clases. Thomas había llamado a la puerta; Ally, mi madre, salio a recibirlo. Escuche un "Buenas dias" "No va a ir" "¿Puedo pasar a verla?"
Luego, unos saltos por la escalera. Thomas era muy habilidoso, estaba en el equipo de fútbol, solía correr los fines de semana por la mañana. Un día salí con el; no pude levantarme al día siguiente.
Tiene la difícil manía de saltar dos escalones, yo solo puedo caminar uno por uno; incluso me tropiezo. Empiezo a creer que mis habilidades motrices no se desarrollaron. Tocaron la puerta, emití un gemido. Mi garrasposa voz a la justa se escuchaba. La puerta crujió débilmente, una cabellera marrón se asomo, sus pestañas se veían diferentes, al igual que su mirada, esos ojos que tanto admiraba me transmitían preocupación. Esa tersa piel que me rozo toda la infancia era conocida, me retorcí como un gato ante su toque, Thomas rió; al menos había hecho algo bueno en el día.
- No podre ir; como veras... estoy algo enferma. A lo mejor ha llegado mi hora, es momento de partir - le dije. Me gustaba ver sonreír a Tommy, era gracioso. Su nariz se respingaba y tenia dos hoyuelos.
- No digas ese tipo de cosas enana. Me doy cuenta que no estas bien, pero no es para tanto - No me sentía bien, es decir, obviamente no me sentía bien por la gripe; pero había algo mas profundo que eso. Era mentir. Recuerdo la llamada que recibí por parte de Thomas el día en que vino Zach a mi casa. Pregunto como había sido tener a un futuro violador en mi casa, reí con el y charle por casi una hora; todo estaba bien.
"En general, Zach estuvo bien, casi no hablamos ¿sabes? Zach prefiero escribir serio y tomar apuntes de lo que le digo. No, no lo invite a cenar. si se fue temprano. Espero sacar una buena nota, aun tenemos tiempo. Nos tenemos que reunir otro día. Solo fue eso, un poco aterrador pero simple. No paso nada mas"
- Tengo que irme, pequeña. Prometo que vendré después de clase - Asentí, cerrando los ojos y hundiéndome debajo de mis sabanas. Sentí algo húmedo en mi frente, rápidamente vi los labio de Tommy alejarse.
- Suerte! - dije, atorando con un poco de saliva, tosiendo un poco y doliéndome la garganta ¿Acaso ya había llegado mi hora?
Estaba decidida a cerrar mis ojos. A visualizar mi vida, mis dos gatos: Bilbo (porque mi película favorita es The Hobbit) y Presidente Miau (porque me gustaba Cazadores de Sombras)... y esa era mi vida. Un trabajo increíble, una casa con biblioteca y mis gatos ¿Podía pedir algo mas? Sonreí para mi. Estaría feliz... hasta que todo se oscureció, vi esos ojos ámbar y esa sonrisa tentadora, unos dientes perfectos "Hare que me quieras, Charlotte"
Mis ojos se abrieron de golpe, hoy no dormiría...