III Capitulo

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El viaje fue corto. Zach estaba bajando cuando yo me iba quitando el casco; y parecía como si todos fueran estatuas viendo lo que estaba pasando, yo, Charlotte Loyal estaba bajando de la motocicleta de Zach. Me sentí intimidada. No soy de las personas que suele tener toda la atención, pero Zach no parecía notarlo. 

- Gracias - dije, entregandole el casco.

- De nada Char, te veo en el... - escuché un "¡Charlie!" en el fondo y era una voz familiar, sentí una mano en mi codo. Zach había cambiado su aspecto, ahora se le veía sombrío, molesto, y burlón. Era el mismo de siempre. Supiré solo para mí y me fui con Thomas. 

- Qué fue eso? - preguntó. Su rostro era indecifrable, no sabía leerlo.

- Pasó que no me fuiste a recoger

- Me quedé dormido, lo siento

- No te preocupes, yo iba caminando y Zach me recogió.

- No entiendo

- Qué cosa?

- Zach no actua así. Sabes, estoy en el equipo de futbol y mucho son amigos de Zach, dicen que esta raro; ya no va a tantas fiestas, toma muy poco y estudia. Es como si cambiara por algo. Esta interesado en algo pero nadie lo sabe. 

- Es un misterio... - dije y casualmente Tom se puso a reir, y fuimos juntos a clase.

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Esto no era posible. No, no, no. Esto no puede estar pasando. No a mi. Heather, la profesora de Biología, nos había dejado un trabajo, era un resumen de todo el bimestre, un informe detallado. El trabajo era en parejas. Mi pareja no era de mi agrado. Zach

- Hola compañera - dijo Zach, mostrando sus perfectos dientes.

- Tienes que tomar en serio este trabajo, por favor. - dije sin siquiera pensarlo, sonaba como si estuviera rogando, pero poco me importaba, necesitaba aprobar.

- En tu casa, hoy, a las cinco - La campana sonó.

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Bien, los libros ya los bajé. Mamá sigue trabajando. Thomas no sabe nada, si no hubiera venido a acompañarme. Calmate Charlotte. Todo va a estar bien, el sudor frio empezó a recorrer mi espalda, tenía miedo. Hace pocos días, he podido hablar con el, y ahora me toca trabajar con el por lo menos una semana o dos, mejor que sean tres. Sí, tres esta bien. ¿Desde cuando me podía nerviosa con Zach a mi lado?

Tocaron la puerta. Zach estaba parado en frente de mí. "¿Cómo lo saludo?" Maldición. El se acercaba para darme un beso en la mejilla y yo estiré mi mano para estrecharlas como personas adultas. Mi mano quedo un poco más abajo que su vientre, no llegué a tocar su... cosa. Zach me estaba abrazando ¿abrazando? Me había besado la mejilla y pude sentir el calor en mis mejillas, mi mano trato de zafarse del lugar en donde estaba pero pude sentir en su pecho la risa proviniente desde su estomago contrayendose.

- No vayas tan rápido, cariño - Ahora sí, me sentía hervir de la verguenza. Me soltó de a poco, podía sentir su aliento en mi rostro. Hice un sonido aclarando mi garganta.

- Ahm... deberíamos empezar ya - El sonrío

- Claro, cariño

- No me digas así

- No te gusta, cariño. Pues que opinas de... no lo sé ¿bebé?¿flaca?¿amor?¿pequeña? - me quedé disgustada. Que era esto, me estaba poniendo apodos en mi cara, estaba demasiado anonadada como para reaccionar - A mi me gusta mucho "cariño". O quieres que sea más atrevido? - dijo guiñando un ojo, formando esa sonrisa burlona y se acercó para ver de frente mi rostro.

- Solo deja de llamarme así. Me puedes decir Charlie, con eso me conformo.

- Charlie, mi amor - Ni siquiera me queria mirar en un espejo, sabía que me encontraría con un tomate en vez de mi cabeza, fruncí el ceño, estaba molesta, lo estaba haciendo otra vez. Me fastidiaba en mi propia casa - Cariño hazme caso - dijo sonriente.

- Si sigues así, no podré trabajar.

- No te concentras?

- No puedo concetrarme teniendote aquí - dije sin pensar. Odiaba decir las cosas por un simple impulso. No me gustaba, me avergonzaba. Zach empezó a acercarse más, rompiendo mis limites de espacio personal. Su aliento estaba en mi rostro, me estaba acechando, lo sentía, mis instintos de supervivenciame lo decían, pero habia otra parte que se sentía comoda con todo esto. Podía sentir mi corazón corriendo a mil por hora. Yo habia retrocedido inconscientemente hasta el muro de la cocina, sus brazos estaban apoyados al costado de mi cabeza, con los músculos tensados. Me estaba mirando con esos ojos ambar y con las pequeñitas bolitas de color verde en los ojos, me limite a pensar que estaba demasiado cerca como para poder notar los detalles de sus ojos.

Sus labios estaban entreabiertos pero seguí teniendo esa sonrisa confiada.

- Bésame, cariño - exactamente, no sabía que hacer. Tenía que admitir que jamás he besado a alguien. Jamás.

- Y-Yo no... - hasta que sentí sus labios chocar con los míos, eran salvajes, como si siempre hubieran esperado este momento, estaba intrepido, cerré los ojos, nuestros cuerpos estaban pegados. Creo que nos faltaba el aire, no estoy segura, pero nos alejamos unos pocos centimetros.

- Ahora... bésame - dijo cogiendo un pococ de aliento

- Me acabas de besar...

- Te he robado un beso, ahora quiero que me des uno por tu propia voluntad

Sonreí, no pensaba negarme.

Mi perdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora