-Todo está bien, ¿de acuerdo? No te preocupes. -Miró a Sally y ella sonrió. Su madre la besó en la frente-. Ahora ve a lavarte, no querrás ir a jugar con la cara sucia...
Sally soltó una risita y salió corriendo al cuarto de baño.
Más tarde, ese día, Johnny y su hermano continuaron trabajando. El padre de Sally, Frank, suspiró al ver a su hija. Johnny miró a Sally y la saludó. La sonrisa de la niña se marchitó de repente, mostrando menos felicidad, pero le devolvió el saludo a su tío. Johnny entró más tarde en la casa y oyó una conversación entre su hermano y Marie.
-¿Que Sally qué?
-Tuvo una pesadilla, dijo "él me hizo tocarlo"...
-¿Y quién es "él"?
-No lo sé, Frank..., pero sólo fue una pesadilla.
Johnny frunció el ceño con ira, con los nudillos blancos. Después se calmó rápidamente. Sonrió y entró en la habitación, como si acabara de entrar en la casa, y levantó las cejas, impresionado.
-Vaya, ¿interrumpo algo? -le preguntó a la pareja.
Johnny volvió a sonreír y señaló fuera.
-Voy a ir a la tienda, ¿necesitas algo, Marie?
La mujer sonrió y miró a la cocina.
-Sí, ¿me puedes conseguir algunos huevos, leche, pan y zumo?
Johnny asintió con la cabeza. A punto de salir, se detuvo.
-Sally también quiere venir.
Marie sonrió.
-Gracias, John.
Él asintió de nuevo y se dirigió fuera de la casa, con las llaves en la mano. Observó a Sally con sus amigas.
-Sally...
Ella levantó la vista y lo miró fijamente.
-Vamos de compras. -John fue hacia el coche, haciendo una señal para llamar a la niña.
Sally se quedó allí por un momento; luego, puso sus muñecas sobre la hierba.
-Volveré en seguida. Por favor, cuiden a Marzapán y a Lily.
Jennifer y Sara asintieron al mismo tiempo. Sally se dirigió de mala gana al coche y subió al asiento del pasajero.
-¿Sabe mamá que iré contigo, tío? -preguntó la niña.
Johnny asintió con la cabeza e introdujo las llaves, arrancando el coche y salió de la calzada.
-Sí, quiere que compremos cosas para la comida. Tal vez pueda conseguirte algo... -Sonrió a la niña, la cual sonrió nerviosamente, mirando el paisaje.
-Tío Johnny, acabas de pasar la tienda... -le indicó Sally, apuntando en la dirección de la tienda de alimentos integrales.
Él siguió conduciendo, con una sonrisa en su cara. La niña miró por encima del asiento trasero, mirando la tienda, cada vez más y más pequeña hasta que se perdió de vista. Al darse cuenta de que no iban a la tienda, la niña miró a su tío, que aparcaba en el parque de la comunidad, cerca de la ciudad.
Nadie salía al parque los domingos. Sally se sintió nerviosa, su respiración se aceleró y miró al hombre con los ojos muy abiertos. Johnny apagó el motor, la ira se mostraba en su rostro.
-Te dije que no le dijeras nada a mamá, ¿no? -le cuestionó, mirando a la niña negar con su cabeza-. No estás jugando correctamente, Sally... -El hombre sacó a la niña del coche, haciendo caso omiso a las súplicas y gemidos-. Dijiste que jugarías conmigo, Sally. Me mentiste... -dijo, empujándola contra el suelo.
Sin hacer caso a los gritos de la niña, comenzó a quitarse el cinturón.
-Uno tiene que ser castigado por romper las reglas.
"Una pareja encontró el cuerpo de una niña de ocho años en el parque de la comunidad, Sally Williams. Su búsqueda fue muy larga, pero se le encontró esta noche a las nueve".
Podría haber jurado que cerré la puerta antes de meterme en la cama... supongo que lo olvidé. Me levanté, dejando la calidez y el confort de la cama. Caminé a través de la habitación y cerré la puerta. Antes de que pudiera acostarme de nuevo, tan pronto como puse mis piernas encubierto, me congelé al oír un leve sonido de... ¿llanto? Sonaba como un niño. Me levanté de la cama una vez más, me dirigí a la puerta y la abrí. El llanto parecía ser más fuerte afuera de mi habitación. Mirando hacia abajo en la oscuridad, me arrastré por el pasillo, siguiendo el sonido de los gemidos. Una vez que llegué al final, me quedé sin aliento. Sentada en el suelo, delante de una ventana iluminada por la luna, había una niña. Estaba encorvada, llorando. ¿Cómo llegó a mi casa? ¿Por la ventana? Tragando saliva, tomé la palabra.
-¿Quién eres? ¿Cómo te metiste en mi casa?
De pronto, el llanto se detuvo. La niña apartó lentamente las manos temblorosas de su cara; la sangre sustituía sus lágrimas, manchando sus manos. Un coágulo de sangre goteaba desde un lado de su cabeza, en una herida de su rostro y en su vestido sucio. Sus brillantes ojos verdes parecían ver a través de mi alma.
-Ésta es mi casa... -habló, por fin, con voz ronca, como si estuviera luchando por hablar. El cuerpo de la niña hizo un extraño movimiento cuando se levantó y se volvió hacia mí. Sus pies estaban sucios, como si hubiera corrido por el barro, tenía raspaduras en sus rodillas y el final de su vestido estaba roto y andrajoso. "Sally" estaba cosido en la parte delantera. Levantó su ensangrentada mano-. ¿Quieres jugar conmigo?