Capítulo I: Acompáñame

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Isaac había regresado sano y salvo a lado de Uriel. Sus amigos habían aceptado, después de pláticas con el abogado, que era obvio que Isaac lo amaba, así que, Marcos, Sergio y Jorge, no volvieron a insistir en el tema de una relación con el pelirrojo, pero eso no disminuyó su amistad.

Para que Isaac no saliera solo con sus amigos, pues de todas maneras Uriel no confiaba en ellos, el mayor tuvo que buscar una opción más adecuada; así que, decidió presentarlos con Arturo y Joaquín, quienes sabían la historia también. Con ello, el abogado se aseguraba de que, al salir, el pudiera vigilar a su amado pelirrojo y mantenerlo lejos de las garras de sus amigos, en caso de que tuvieran otras intenciones con él.

Eran principios de noviembre, cuando salieron por primera vez, Uriel les advirtió muy bien a Jorge, Marcos y Sergio de cómo eran sus amigos.

-Joaquín es un mujeriego empedernido, quien, seguramente ya les buscó pareja a ustedes tres para pasar esta noche – comentó mientras manejaba, en el asiento del copiloto iba Isaac y, en los asientos traseros iban sus tres amigos – Y Arturo, es mi mejor amigo – suspiró con resignación – escuchen, ambos están al tanto de todo lo sucedido, así que Arturo sabe que ustedes son... Bueno, ya saben; la cuestión es esta – su semblante se puso serio – pase lo que pase, no le hagan caso a Arturo, para nada – sentenció con frialdad – si pueden, lleven una relación amistosa con él, pero no pasen de ahí.

-No parece que sea tu mejor amigo si hablas mal de él – Sergio sonrió de lado.

-No estoy hablando mal de él – Uriel negó – lo conozco, le gustan los chicos jóvenes y atractivos, pero para él son meros entretenimientos – explicó con calma – los bota a los días y, no quiero que ustedes tengan problemas con él...

-¿Por qué? – Jorge levantó una ceja sin comprender.

-Porque si Arturo les hace algo, yo voy a tener problemas con Uriel – sentenció Isaac con seriedad.

-Entonces, básicamente, ¿nos estás cuidando? – Marcos frunció el ceño – creo que somos lo suficientemente maduros para no hacer tonterías.

-Marcos, ¿en serio? ¿Estás seguro de eso? – el abogado lo vio por el retrovisor.

El castaño miró de soslayo a sus amigos – De acuerdo, tienes un punto – admitió al pensar en los otros dos y sus actitudes; aunque ninguno de ellos había cometido tonterías con otros chicos en los últimos meses, no podían dar por hecho de que la situación siguiera de esa manera.

Entrar a un bar no era problema, todos eran mayores de edad, así que, se encontraron con los amigos de Uriel en el local. Cuando Uriel presentó a los amigos de Isaac, con Arturo y Joaquín, el primero los vio de pies a cabeza, era notorio que los amigos del pelirrojo eran muy atractivos, pero siendo amigos también de Uriel, debía tratarlos con respeto; su amigo ya se lo había dicho en el trabajo y, por días, le metió en la cabeza que no debía acercarse a los tres jovencitos con ninguna intención sexual.

Por lo tanto, ese día, Arturo se buscó una pareja, mientras los tres estudiantes se entretenían con las chicas que Joaquín les había conseguido para pasar la noche.

Así, con esa nueva amistad creciendo, empezaron a salir todos juntos; las reuniones no solo se limitaban a los fines de semana, también lo hacían entre semana, aunque terminaban más temprano.

El cuarto fin de semana que salieron juntos, era la segunda semana de diciembre; Joaquín no les llevó compañeras; en esa ocasión, había tenido una discusión con la chica que era su pareja para ese día y no pudo conseguir 'diversión' de último momento.

-Entonces, ¿van a salir de vacaciones? – Isaac platicaba con sus amigos, él bebía una limonada mineral, mientras los otros tomaban unas cervezas; Uriel, Arturo y Joaquín llevaban una plática sobre un caso de Joaquín, que se estaba complicando.

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