Capítulo IV: Amor

1.2K 55 17
                                        


Eran casi las once de la mañana cuando el teléfono celular de Arturo sonaba insistente. El abogado se removió entre las sabanas y edredones con algo de dificultad; la mano firme de Jorge lo tenía abrazado por la cintura, mientras todo su cuerpo estaba pegado a la espalda del mayor, teniendo las piernas entrelazadas, parecía reacio a soltarlo, a pesar de que seguía dormido. Arturo se movió con lentitud, su cuerpo exigía descanso completo después de la larga noche que había tenido, e incluso, sentía que sus piernas le temblaban.

-Jorge... – susurró – necesito responder... – dijo para que notara que el celular seguía sonando.

-Estás de vacaciones – el menor lo apresó más contra su pecho – eres mío estos días, así que olvídate del teléfono...

-Por favor – Arturo sentía que su cuerpo estaba reaccionando al toque del universitario – mi amor, déjame contestar, por favor... – dijo sin pensar.

Jorge abrió los ojos con sorpresa y se incorporó moviendo el cuerpo del abogado para dejarlo contra la cama, se colocó sobre él y lo miró a los ojos – repítelo – dijo con emoción – repite cómo me dijiste.

Arturo parpadeó confundido, recordando las palabras exactas que había dicho hacía unos segundos "...mi amor..."; él mismo se sorprendió por haberlo dicho, pero debía admitir que su pareja le dijo de esa manera, tantas veces durante la noche, que se le hizo fácil decirlo el también.

-Jorge... Deja... Déjame responder... – pidió nerviosamente, empujándolo con insistencia, no iba a repetir lo que había dicho, no podía hacerlo mientras estaba plenamente consciente.

Jorge suspiró, no sabía cuándo podría volver a escuchar esas palabras en ese tono tan dulce, pero le habían gustado, así que se hizo a un lado, no quería presionar más, sabiendo que, poco a poco lo conseguiría, después de todo, ya tenía mucho avance en tan poco tiempo.

Arturo se movió, buscó su celular en el buró, pues, la noche anterior, después de asearse, Jorge llevó el teléfono del abogado, junto con el suyo, a la habitación, antes de empezar a tener relaciones de nuevo.

El aparato se silenció y el mayor masculló molesto, ya era la sexta llamada perdida y todas de Uriel. Iba a marcarle a su amigo cuando nuevamente el celular sonó, así que respondió con rapidez.

-¿Si?

-"...Por fin respondes, son casi las once Arturo, ¿estabas dormido?..."

-Sí, lo estaba, – un bostezo lo interrumpió – ¿qué pasa?

-"...Escucha, estuve hablando con una persona, la cual me debía un favor, así que, conseguí una reservación en uno de los mejores hoteles de la ciudad, no es la suite, pero es una buena habitación, en uno de los pisos intermedios, con una buena vista hacia el parque central, además, incluye una mesa en el restaurante para dos personas con cena especial, ¿qué dices? ¿Aceptas o no?..."

-Espera, espera... – el moreno negó – más despacio – pidió aún aturdido por la información – me dices que me conseguiste algo así en una noche, ¿sin problemas?

-"...Yo no dije que no tuve problemas, pero es el mismo hotel donde yo tengo la reservación; anoche estuve marcando y bueno, Heidi le pidió ayuda a un amigo, así que, es lo mejor que te pude conseguir, pero le tengo que marcar antes de las doce para confirmar..."

-¡Acepto! – dijo con rapidez.

-"...Entonces que reserven la habitación a tu nombre, pero tú vas a pagar, ¿entendido?..."

-Sí, eso es lo de menos – admitió Arturo – no te preocupes.

-"...Bien, entonces, a ver si nos encontramos allá..."

AmantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora