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Te encontrabas en Sokovia junto al grupo de Los Vengadores, intentando evacuar toda la ciudad para que nadie saliera herido de aquella masacre con la ayuda de Wanda y Pietro.
—¡Pietro, ayuda a esa familia de allí! —le ordenaste nerviosa y él corrió y logró hacerte caso y salvar a aquellas personas—. ¡Tienes que estar más atento!
—Perdona, pero por si no te acuerdas, os estoy intentando proteger a Wanda y a ti mientras manipuláis las mentes de todos estos habitantes para que abandonen Sokovia y sé que soy rápido pero no puedo hacer tantas cosas a la vez —protestó y tú rodaste los ojos.
—¡Wanda! Creo que ya están todos —avisaste.
—Eso parece, id con los demás. Yo voy a buscar a Ultrón —os ordenó y salió de allí propulsándose con la ayuda de sus poderes.
—Vamos —le dijiste a Pietro.
—¿A dónde? —preguntó.
—¡Venga ya! Llévame al centro de Sokovia, allí están los demás.
Fuiste hacia él con la intención de que él te cogiera en brazos. Pero no lo hizo.
—¿Quieres que te lleve en brazos? —preguntó pícaro.
—No, Pietro. No eres la única persona o cosa que me puede llevar a la mayor velocidad posible junto a Los Vengadores —él se acercó a ti y te levantó.
—Sabía que algún día caerías en mis brazos —te guiñó un ojo y tú bufaste sujetándote a su cuello.
Mientras con una mirada pilla, Pietro corrió lo más rápido que pudo con el plan de asustarte y así tal vez hacer que te aferraras algo más a él.
Su plan funcionó a la perfección, y cuando por fin ya habíais llegado junto a los demás, te bajaste de los brazos de Pietro algo mareada pero recobraste tus cinco sentidos al segundo.
—¿Por qué has ido tan rápido? —preguntaste algo desconcertada cayéndote en los brazos de Thor.
—Tú fuiste la que me pediste llegar a la máxima velocidad posible —rió el Maximoff.
—¿Está bien Lady (T/N)? —te preguntó el dios del trueno preocupado mientras te sujetaba con sus brazos.
—Sí, gracias. Suéltame por favor, Thor —te obedeció y miraste desafiante a Pietro.
—Sé que soy espectacular, no hace falta que me lo digas —dijo egocéntrico.
—La verdad es que sí, Pietro. En serio, te admiro tanto. Realmente tienes un don —,sonreíste coquetamente mientras te acercabas a él.
— ¿E-en serio? —tartamudeó con una sonrisa tonta en su rostro.
—Sí... —le tocaste el mentón y le susurraste al oído—. El don de la gilipollez.
Rápidamente la sonrisa de Pietro desapareció y se quedó mudo mirándote enfadado.
—¿Por qué tienes que ser tan irritante siempre? —soltó cansado.
—¡Tú me haces ser irritante, cariño! —le gritaste mientras te alejabas junto a Thor.
Dejando a Pietro intentando descifrar qué era lo que tenía que hacer para que realmente cayeras en sus brazos.
