La Conquista De Aegon - Parte II

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Las historias difieren en cuántas espadas navegaron de Rocadragón con Aegon y sus hermanas. Algunos dicen
tres mil; otros sólo los enumeran en centenares. Este modesto ejercito de los Targaryen aterrizó en la
desembocadura de la Bahía de Aguasnegras, en la orilla norteña, dónde se alzaban tres colinas arboladas
encima de un pequeño pueblo de pescadores.
En los días de los Cien Reinos, muchos reyezuelos habían exigido el dominio sobre el delta del río, entre ellos
los reyes Darklyn de Duskendale, los Massey de Piedratormenta, y antiguos reyes del río, entre ellos los Mudd,
Fisher, Bracken, Blackwood, y Hook. Las torres y fuertes habían coronado las tres colinas en varios momentos,
sólo para ser derribados en una guerra u otra. Ahora sólo permanecían rocas rotas y ruinas cubiertas de
plantas para dar la bienvenida a los Targaryen.
Aunque reclamada por ambos, Bastión de Tormentas y Harrenhal, la desembocadura del río se encontraba
indefensa, y los castillos más cercanos pertenecían a los señores menores sin ningún gran poder o proeza
militar, y que tenían ninguna razón para amar a su nominal señor, Harren el Negro.
Aegon Targaryen rápidamente derribó una empalizada los leños y tierra alrededor de la más alta de las tres
colinas y despachó a sus hermanas para obtener la sumisión de los castillos más cercanos.
Rosby se rindió a Rhaenys y al dorado ojo de Meraxes sin lucha. En Stokeworth unos arqueros soltaron las
saetas a Visenya, hasta que las llamas de Vhagar hicieran arder los tejados del castillo. Entonces ellos también
se sometieron.
Una primera verdadera prueba que tuvieron los conquistadores vino de Lord Darklyn de Duskendale y de Lord
Mooton de Poza de la Doncella que unieron sus tropas y marcharon al sur con tres mil hombres para enviar a
los invasores de regreso al mar.
Aegon envió a Orys Baratheon para que los atacara con la tropa, mientras él descendió sobre ellos con el
Terror Negro. En la batalla unilateral que siguió murieron ambos señores; el hijo de Darklyn y el hermano de
Mooton se rindieron después en sus castillos y juraron sus espadas a la Casa Targaryen.
En ese momento Duskendale era el principal puerto de Poniente en el Mar Angosto y se había enriquecido del
comercio que atravesaba su puerto. Visenya Targaryen no permitió saquear el pueblo, pero no dudó en exigir
sus riquezas, inflando los cofres de los conquistadores.
Quizás éste sería un lugar indicado para describir las diferencias en los caracteres de Aegon Targaryen y sus
hermanas y reinas.
Visenya, la mayor de los tres hermanos, era una guerrera como el propio Aegon, y cómoda tanto con cota de
mallas, como con sedas. Esgrimía una espada de acero valyrio, La Hermana Oscura, y era experta en su uso, después de haber entrenado al lado de su hermano desde la niñez. Aunque poseía el cabello de plata y oro y
ojos púrpuras de Valyria, la suya era una belleza áspera, dura. Incluso aquéllos que la amaron describieron a
Visenya como dura, seria, rencorosa, y algunos dijeron que era experta en venenos y hechicerías oscuras.
Rhaenys, la más joven de los tres Targaryen, era todo lo que no era su hermana: juguetona, curiosa, impulsiva,
dada a los vuelos de la imaginación. No era una verdadera guerrera, Rhaenys amaba la música, la danza, y la
poesía, y apoyaba a muchos cantantes, bufones, y titiriteros. Todavía fue dicho que Rhaenys pasó más tiempo
en el lomo de su dragón que su hermano y hermana juntos, porque, sobre todas las cosas, ella amaba volar. Le
oyeron decir una vez que antes de morir, quería volar con Meraxes por el Mar del Ocaso para ver lo que había
en sus orillas occidentales. Aunque nadie nunca cuestionó la fidelidad de Visenya a su hermano y esposo,
Rhaenys se rodeó de hombres apuestos y jóvenes, y (fue susurrado) que incluso entretuvo a algunos en sus
alcobas en las noches cuando Aegon estaba con su hermana mayor. Todavía, los observadores en la corte
pudieron notar, a pesar de estos rumores, que el rey pasaba diez noches con Rhaenys por cada una con
Visenya.
El propio Aegon Targaryen, extrañamente, era tanto un enigma para sus contemporáneos, como para
nosotros.
Armado con la espada de acero valyrio, Fuegoscuro, él se contaba entre los más grandes guerreros de su edad,
sin embargo, no sentía placer en eventos relacionados con las armas y nunca participó en un torneo o mêlée.
Su montura era Balerion el Terror Negro, pero sólo lo montaba para batallar, o para viajar rápidamente por la
tierra y mar. Su imponente presencia atrajo a los hombres bajo sus estandartes, no obstante, no tenía ningún
amigo íntimo, excepto Orys Baratheon, el compañero de su juventud.
Le presentaron varas mujeres, pero Aegon siempre permaneció fiel a sus hermanas. Como rey, él depositó una
gran confianza en su pequeño concilio y sus hermanas, dejando mucho de la gobernación del reino en sus
manos… aunque no dudó en tomar el mando cuando lo encontró necesario. Aunque trató con severidad a los
rebeldes y traidores, era generoso con enemigos anteriores que doblaron la rodilla.
Esto lo demostró la primera vez en el fuerte Aegon, el castillo de madera cruda y tierra que él había levantado
encima de lo que será de aquí en adelante y para siempre conocida como la Colina Alta de Aegon. Habiendo
capturado una docena de castillos y asegurado la desembocadura de la Bahía de Aguasnegras en ambos lados
del río, él ordenó a los señores que había derrotado que se presenten ante él. Allí ellos pusieron sus espadas a
sus pies, y Aegon los levantó y los confirmó en sus tierras y títulos. A sus partidarios más antiguos los premió
con nuevos honores. Daemon Velaryon, Lord de las Mareas, fue elevado al puesto de Consejero de Barcos, a
cargo de la flota real. A Triston Massey, Lord de Piedratormenta se lo nombró Consejero de Leyes, Crispian
Celtigar el Consejero de la Moneda. Y a Orys Baratheon proclamó “mi escudo, mi valor, mi mano derecha.”
Así Baratheon es considerado por los maestres la primera Mano del Rey.
Los estandartes heráldicos habían sido por mucho tiempo una tradición entre los señores de Poniente, pero
cosas así nunca se habían usado por los señores dragón de la antigua Valyria. Cuando los caballeros de Aegon
desplegaron su gran estandarte de seda de batalla, con un dragón rojo de tres cabezas, echando fuego por la
boca en un campo negro, los señores lo tomaron como una señal de que él era ahora de verdad uno de ellos,
un alto rey digno de Poniente.
Cuando la Reina Visenya puso un círculo de acero valyrio adornado con los rubíes en la cabeza de su hermano,
y la Reina Rhaenys lo aclamó como, “Aegon, Primero de Su Nombre, el Rey de Todo Poniente, y Escudo de Su Gente,” los dragones rugieron y los señores y caballeros vitorearon de alegría… pero el pueblo llano, los
pescadores y campesinos, gritaron aún más estridentemente.
Sin embargo había siete reyes que no estaban contentos con el ungimiento de Aegon el Dragón. En Harrenhal
y en Bastión de Tormentas, Harren el Negro y Argilac el Arrogante ya habían convocado a sus estandartes. En
el oeste, el Rey Mern del Dominio montó por el Camino del Océano a Roca Casterly para encontrarse con el
Rey Loren de la Casa Lannister. La Princesa de Dorne despachó un cuervo a Rocadragón, ofreciendo unirse con
Aegon contra Argilac el Rey Tormenta… pero como iguales y aliados, no como un súbdito.
Otra oferta de alianza vino del rey niño del Nido de Anguilas, Ronnel Arryn, cuya madre pidió a todas las tierras
al este de Forca Verde del Tridente que apoyen el Valle contra Harren el Negro.
Incluso en el Norte, el Rey Torrhen Stark de Invernalia se sentaba con sus señores banderizos y consejeros
hasta tarde en la noche, discutiendo lo que deberían hacer respecto de este supuesto conquistador. El reino
entero esperó ansiosamente ver la siguiente movida de Aegon.
En pocos días desde su coronación, los ejércitos de Aegon estaban de nuevo en marcha. La parte mayor de su
hueste cruzó la Bahía de Aguasnegras, marchando al sur hacia el Bastión de Tormentas bajo el mando de Orys
Baratheon. La Reina Rhaenys lo acompañó, a horcajadas sobre Meraxes de ojos dorados y escalas plateadas.
La flota de los Targaryen, bajo la dirección de Daemon Velaryon, dejó la Bahía de Aguasnegras y se dirigió al
norte, hacia Puerto Gaviota y el Valle. Con ellos fueron la Reina Visenya y Vhagar. El rey marchó al nordeste,
hacia el Ojo de Dioses y Harrenhal, la gigantesca fortaleza que era el orgullo y la obsesión de Rey Harren el
Negro y qué él había completado y ocupado en el mismo día que Aegon aterrizó en lo que un día habría de ser
Desembarco del Rey.
Los tres ejércitos de los Targaryen enfrentaron una oposición feroz. Los señores Errol, Fell, y Buckler, los
vasallos de Bastión de Tormentas, sorprendieron de antemano a los miembros del ejército de Orys Baratheon
cuando estaban cruzando el Wendwater, reduciendo a más de mil hombres, antes de desaparecer entre los
árboles.
Una flota de los Arryn apresuradamente congregada, engrosada por una docena de buques de guerra de los
Braavosi, encontró y derrotó la flota de los Targaryen en las aguas fuera de Puerto Gaviota. Entre los muertos
estaba el almirante de Aegon, Daemon Velaryon. El propio Aegon fue atacado en la orilla sur de el Ojo de
Dioses, no una, sino dos veces. La Batalla de las Cañas fue una victoria de los Targaryen, pero sufrieron fuertes
pérdidas en los Sauces Llorones, cuando dos de los hijos del Rey Harren cruzaron el lago en barcoluengos y los
atacaron por la retaguardia.
Tales derrotas evidenciaron algunos reveces, sin embargo, y al final, los enemigos de Aegon no tenían ninguna
respuesta para sus dragones.
Los hombres del Valle hundieron un tercio de los barcos de los Targaryen y capturaron otros tantos, pero
cuando la Reina Visenya descendió sobre ellos del cielo, sus propios barcos se quemaron.

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