Four

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—¿Estas segura, Emma?

Tranquilo, puedo hacerlo. ¡Pareces un novio preocupado!

—Parezco, pero no lo soy. Olvidas que tengo novia, Emma.

—Pero...

—Ni una palabra más.

...se lavó las manos y se dirigió al cuarto del lobo, quien yacía en la alfombra de la sala.

—¿Lobito? —susurró la niña acercándose al animal.

—¿Qué quieres, Emma? Vuelve a dormir —respondió sin siquiera girarse para ver a la niña.

—Hoy es el primer día de clases —dijo la niña y el lobo se sobresaltó al escuchar aquellas palabras salir de su boca. Todas las palabras dichas la noche anterior volaron sobre su cabeza hasta llegar a una conclusión: lo había olvidado.

—¡¿Por qué no lo dijiste antes?! —le reclamó a la niña mientras corría  hacia la cocina— Allí está tu mochila, cepíllate los dientes, deje tu uniforme en el closet, ve por el. En un momento te tengo el desayuno.

Emma hizo su mejor esfuerzo por memorizar cada una de las peticiones dichas por el lobo. Tan rápido como terminó volvió a la cocina. Mientras que el lobo se disponía a preparar el almuerzo.

—Adivina mi almuerzo.

—No lo sé, ¿emparedados?

—¡Acertaste! ¡Te has ganado un auto!

—¿En serio?

—Nah, era mentira. Soy pobre y era carne cruda. Además, si en verdad te hubieras ganado un auto, sería de juguete.

—Te odio.

—Eso es mentira, tú me amas.

—Entonces, Emma —dijo el lobo mostrando sus grandes y afilados colmillos mientras acompañaba a la niña a la entrada de la ciudad.

Después de eso, tendría que caminar sola, él tenía estrictamente prohibido entrar a la ciudad.

—Ten cuidado con los maestros —continuó—, niños, árboles mágicos, brujas principiantes, trolls, gigantes, gusanos, insectos venenosos, princesas, aspirantes a héroes y todo lo que se mueva —Emma asintió con la cabeza y el lobo gruñó en muestra de agresividad—. Recuerda, ¡si alguien se atreve a ponerte una mano encima, créeme que no tendré piedad y le arrancaré la cabeza mientras devoró sus piernas con lentitud! —hizo una pausa mientras intentaba tranquilizarse.

De un momento a otro, ambos estaban a las afueras de la ciudad. Hace un par de semanas que se le había permitido a Emma entrar al lugar, pero el lobo no podía hacerlo.

—Adiós, Emma. Cuídate mucho. Te estaré esperando en este lugar cuando salgas.

—Adiós, lobito —Emma sonrió y sus ojos se iluminaron al contemplar a "Story City: la ciudad de los sueños". Pero para ellos, de las pesadillas.

—En verdad, cuídate —susurró el lobo para sí mismo antes de darse la vuelta y desaparecer por donde vino.

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Por otro lado, la pequeña rubia caminaba dando pequeños saltitos por el camino de piedras que la dirigiría a la primaria.

Emma no recordaba su pasado, no recordaba nada más allá de haber vivido toda su vida con el lobo.

No recordaba el hecho de haber sido abandonada por su propia madre en medio de los arbustos, tampoco recordaba el hecho de que era hija de un príncipe... y que aquello la convertía en la princesa más odiada de todos los tiempos.

—Disculpa, pequeña —preguntó una humilde mujer—. ¿Cuál es tu nombre? Nunca te había visto por estos rumbos.

«No les digas tu nombre, de ninguna manera» las palabras del lobo resonaron en su cabeza al momento de escuchar la pregunta de la mujer.

—Lo que pasa es que no vivo aquí —respondió la niña con una amigable sonrisa en el rostro—. En cuanto a mi nombre, temo que no puedo decírselo; mis padres me lo prohíben.

—Lo siento mucho—se disculpó la señora—. ¿Dices que no eres de por aquí?

—En realidad, yo... —comenzó a decir Emma pero al segundo se arrepintió, ellos no deberían saber su ubicación. Ni la existencia del lobo—. Se me hace tarde, hablamos después —le dedicó una sonrisa forzada y salió corriendo tan rápido como pudo, dejando a la mujer con la palabra en la boca.

Emma sabía el peligro que corría; sin embargo, no tenía idea de la magnitud del enemigo.

No es otro cuento de hadas. [LAR #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora