Two

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—¿En dónde nos quedamos?

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¿En dónde nos quedamos?

¿Podrías dejar de distraerte por tan solo cinco minutos?

¡Sabía que nunca debí haber aceptado este trabajo!

Sin lugar a dudas el lobo era feliz, o eso era lo que quería aparentar; pues no podía dejar pasar el hecho de que su pasado lo atormentase todos los días.

—¿Qué quiere decir con eso?

—Créeme cuando te digo que no te quieres enterar.

La niña se había acostumbrado a vivir aislada del mundo real... ¡y ni decirse del lobo! El animal había vivido oculto toda su vida. Bueno, desde el incidente con Caperucita.

—¿Lobito? —preguntó la niña. Siempre lo llamaba así. Al principio al animal le molestaba,  pero con el paso de los años terminó por acostumbrarse.

—¿Sucede algo? —la niña de aferró a su brazo y lo miró con ojos suplicantes.

—Tengo miedo —contestó Emma. El silencio reinó en el lugar por un par de segundos antes de que la niña pudiera continuar—. ¿Qué pasa si el hada pirata viene por mí en la noche y me obliga a ser su prisionera por toda la eternidad?

Eso pasaba casi todas las noches. En la pequeña casa perdida en medio del bosque de las pesadillas, no podían escucharse más que cuentos terroríficos. Una que otra vez también había pesadillas.

—¿Lobito? —preguntó la niña nuevamente. El animal se dio la vuelta para que Emma pudiera saber que la escuchaba.

—¿Si? —contestó.

—¿Por qué tus cuentos jamás tienen finales felices? —inquirió Emma. El feroz animal se quedó mudo. Sin palabras. No encontraba la manera de responder a la pregunta de la niña y la desilusión se hizo presente en sus ojos.

Recordó las palabras de Caperucita antes de ser expulsado del pueblo: «Tú no puedes tener tu final feliz. Eres el villano de la historia». Ella tenía razón, siempre la tuvo. Pero prefirió no creerle, no enfrentarse a la realidad; soñar.

—Realidad, Emma. Se llama realidad —fue lo único que logró articular el animal. Él solo quería lo mejor para ella.

No quería que soñara con príncipes azules, castillos de ensueño, bailes de gala. No quería que soñara con el amor de su vida, porque jamás podría conseguirlo.

Porque Emma era la villana sin siquiera haberlo intentado. Su vida era injusta, no como la de él; él lo tenía bien merecido.

—Será mejor que vayas a dormir, Emma —chilló el lobo tomando a la niña con el hocico y montándola sobre su lomo.

—Pero yo quiero jugar —renegó la niña en un intento fallido por librarse de las garras del animal.

—Nada de juegos, es hora de dormir —Emma se subió a la cama de mala gana y le sacó la lengua al lobo—. Mañana es tu primer día de escuela. Intenta no golpear a nadie con esa rama a la que tú llamas varita mágica.

Emma no respondió. El lobo llegó a la conclusión de que estaba muy enojada con él, por lo que salió del cuarto sin decir nada más.

Ella por su parte se acostó en la pequeña cama, compuesta principalmente por pelaje de otros animales que su tutor había asesinado. ¡Menos mal que entre ellos no había ninguna capa roja! Si, Emma conocía el cuento, pero no le temía al lobo. Después de todo, él había cuidado de ella todo este tiempo.

—Lo ves, era una niña muy valiente.

—Le tenías miedo a la hada pirata.

—¡Cállate, Hugo!

—No me llamó así.

¿Crees que me importa? Dedica el capítulo.

—¡¿Qué?! ¿Ahora también dedicamos capítulos?

—Bien, lo haré yo misma. Capítulo dedicado a neritzamelendez porque le dije que le iba a dedicar el primero y se me olvidó.

—Nunca me hablaste de esto.

—No interrumpas, Hugo.

—¡Que no me llamó así!

No es otro cuento de hadas. [LAR #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora