Nine

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La anciana se dedicaba a repasar el hechizo con la vista para asegurarse de que tuviera todos los ingredientes necesarios.

—¿Segura que no te equivocaste de libro?

—Te juro que en la portada decía “No es otro cuento de hadas”.

—Pues a mí me suena a Blancanieves.

Lo había encontrado, sabía que le hacía falta un ingrediente. Su sonrisa se desvaneció al leer que era lo que necesitaba, pues sería bastante difícil encontrarlo en medio del bosque.

«Una princesa» estaba anotado en el libro de hechizos.

La anciana refunfuño y botó el libro al suelo. Se llevó las arrugadas manos a la cabeza e intentó pensar en una solución. La princesa más cercana se encontraba en la ciudad a sus espaldas, pero se le tenía prohibido entrar desde el pequeño “incidente”. Además, no podía burlar la seguridad y llevarse a la princesa sin que nadie se diera cuenta. Por lo que tenía que pensar en otra solución.

—El espejo mágico tal vez pueda ayudarme —susurró en voz baja.

Entre telarañas y hechizos mágicos, escobas que cobran vida, animales que hablan y puertas selladas; escondido se encuentra el espejo mágico, aquel que lo ve y sabe todo.

—Espejito, espejito —dijo la bruja mientras acariciaba el impecable oro con sus ásperas manos—, muéstrame una princesa, una en el bosque.

—Nosotros tenemos el espejo mágico en el castillo, ¿no es así?

—Si, ¿por qué lo dices?

—Nada… pero si envío un par de guardias para que lo lancen por la ventana por traidor, no te enojas, ¿verdad?

—Emma, eso sucedió hace diecisiete años.

—Da igual. No iba hacerlo.

—Claro que lo ibas a hacer.

—Se llama Emma —habló el espejo enseñando una imagen de la bella niña jugando en medio del bosque—, hija del príncipe del cuento de Cenicienta, pero rechazada por este mismo.

—Interesante —susurró la anciana observando a la niña con detenimiento y analizando cada facción de su rostro—. ¿Dónde puedo encontrarla?

—Cruzando el bosque de las pesadillas. Es la única cabaña en el lugar —proyectó la imagen de la pequeña cabaña, adornada con flores a causa de la princesa—. Pero debes tener cuidado y no dejarte engañar; pues la niña no está sola, sino que es protegida por el lobo feroz y hará hasta lo imposible por asegurarse de que no le suceda nada malo. Matarte si es necesario.

—Oh, claro —exclamó la anciana, restándole importancia a las últimas palabras. Tenía que buscar la manera de cruzar el bosque y llegar a la cabaña sin levantar sospechas. Además, aún tenía que idear un plan para poder llevarse a la niña.

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—Un suéter mágico hecho por su abuela —dijo mientras rociaba la poción sobre el feo atuendo cosido por ella misma.

Llegaría a la cabaña del lobo y fingiría ser abuela de la niña, entregándole un regalo, podría convencerla para que viniera con ella. Tomando en cuenta que después de ponerse el abrigo, no podría quitárselo jamás.

—Uy, que malota.

—Lo sé.

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⏰ Última actualización: Aug 22, 2016 ⏰

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No es otro cuento de hadas. [LAR #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora